¿Por qué estás obsesionado con tu esposa falsa? Novela capítulo 32

[Traductor: Pryse]

“Diálogos”

‘Pensamientos’

*Sonidos*

T/N: (nota de traductor)

Capítulo 32

"¿...?"

Se quedó mirándome en blanco, como si no entendiera la pregunta.

Fabián, que tenía una mirada desconcertada en su cara, respondió con perplejidad.

"No hay necesidad de preocuparse. El Señor Marqués puede manejar esto sin dificultad. El campo de batalla es una zona de peligro; incluso sin que la señora se tome la molestia de tomar medidas, se puede resolver..."

"Sí, se puede tratar ahora mismo. Pero el mismo problema volverá a ocurrir dentro de unos años".

".....uhh...."

Se rascó la parte posterior de la cabeza, tratando de encontrar las palabras para continuar.

"Ah, sí, hay una alta probabilidad de que eso suceda".

"Si esto ocurre repetidamente, las tropas eventualmente se debilitarán. Entiendo el porqué manejar las cosas de esta manera fue la mejor opción, pero todavía tienen sus problemas".

"Pero la señora puede dejar algo tan peligroso para que otra persona se encargue..."

Inapaz de seguir refutándola, Fabián se detuvo, respirando hondo.

"No. Estoy seguro de que la señora tiene un plan diferente ahora".

"Dios mío, ¿acaso estás dispuesto a confiar en mí?"

"Bueno, si mi maestra dice que vaya a la izquierda, no puedo ir a la derecha, ¿verdad?"

Nadia se rió en voz alta de su frase irónica. Las cosas serían mucho más fáciles de hacer con su cooperación. Cuando se dio la vuelta para volver en la dirección de la que venía, dijo:

"Volvamos".

*********

Quince días después de que el conde Altair declarara la guerra territorial.

Hubo una batalla en la distancia, pero para Edward, un administrador, no parecía real.

La lucha en las llanuras fue el fuerte de la poderosa caballería de Invernalia. Como era de esperar, la noticia de su victoria llegó después de no mucho tiempo.

‘.....No hemos ganado nada aparte de la victoria’,pensó Edward.

Aún así, es mucho mejor que perder, ¿verdad?

Mientras que luchar en el campo de batalla es el trabajo de los caballeros, el trabajo de un oficial administrativo es distribuir suministros y encargarse de limpiar cualquier desorden. Como siempre, Edward llegó al trabajo a su hora fija, y una vez que comenzaron las horas de trabajo, se dirigió a la oficina de la marquesa. Habían pasado dos meses desde que fue reconocido por su capacidad para manejar las cosas correctamente y recibió el honor de ayudarla, trabajando cerca de ella.

*Toc, toc*

"Señora, es Edward. Tengo un informe que dar".

Sin embargo, no hubo respuesta.

‘¿No está la señora?'

Después de esperar un golpe, volvió a llamar a la puerta, un poco más fuerte esta vez.

‘Toc, toc, toc, toc’

"Soy Edward. Tengo que dar un informe. ¿Está bien si entro?"

Permaneció tan silencioso como antes.

Edward inclinó la cabeza, colocando la oreja en la puerta. Pero no había señales de que alguien estuviera dentro de la oficina.

‘Parece que la señora llegará tarde hoy’.

La señora es muy puntual, siempre siendo la primera en sentarse en su escritorio. Pero uno no siempre podría ser tan diligente, ¿verdad?

Abrió la puerta con cautela, comprobando si estaba equivocado, pero no había un alma dentro de la oficina.

Edward cerró la puerta y se volteó hacia el pasillo por el que entró.

‘¿Está la señora planeando tomarse el día libre? Tal vez sí. Ha habido mucho que hacer últimamente...'

No decírselo de antemano fue un poco extraño, pero no fue demasiado fuera de lo común. La marquesa que decía que quería descansar un día lo convirtió en un día festivo, después de todo.

Sin embargo, después de que se encontró con una sirvienta que había convivido con él, se dio cuenta de que la situación era un poco extraña. Si su memoria le sirvió bien, esa era la criada personal de la señora.

Además de eso, de un vistazo, podía ver que lo que ella tenía en sus brazos era una manta de aspecto lujoso. Cualquiera podía decir que no era para uso de un sirviente. Sintiendo que algo estaba mal, Edward se acercó a la sirvienta y le preguntó.

"¿De dónde vienes?"

"Acabo de venir de limpiar el dormitorio de la señora".

"... ¿qué dijiste?"

"¿Pasa algo malo?"

"¿No está la señora durmiendo en su habitación?"

"Yo, no lo sé. Anoche, solo escuché a la señora decir que no usaría su habitación hoy, así que la limpié... Pensé que había salido de su habitación temprano esta mañana".

“¿Qué? Entonces, ¿dónde está exactamente ahora mismo?”

"Yo tampoco lo sé... Ahora que lo pienso, no la he visto desde anoche. ¿A dónde demonios podría haber ido?"

El color comenzó a drenar lentamente de la cara de Edward. Incluso su criada personal no tenía ni idea de dónde estaba.

Dejó atrás a la criada y huyó apresuradamente del pasillo. Fue a revisar el estudio, la sala de estar, el jardín trasero y, por si acaso, incluso revisó las cocinas.

Pero por no hablar de la señora, él no vio ni un mechón de su cabello.

Sus pensamientos se convirtieron inmediatamente en la peor posibilidad.

‘¡No puede ser... regresó a su hogar natal...!’

Era difícil ver cómo podía haberse ido sin decir una palabra a alguien con quien se había llevado bien, pero para Edward, no era completamente imposible.

Precisamente porque este era el feudo de Invernalia.

Incluso para un nativo de Invernalia como él, el feudo no era nada sobre lo que estar orgulloso.

Tierra estéril, recursos inexistentes, frío escalofriante, lleno de monstruos...

Ya estaba honrado con todas las peores condiciones, ¡pero la guinda del pastel era tener como vecino a ese lunático que siempre estaba comenzando una disputa, día tras día!

En ese momento, cualquiera estaría completamente apagado. No había absolutamente nada extraño en ella, una no nativa, que se cansaba de todo y se escapaba. Como alguien que había manejado las dificultades financieras del feudo durante más de una década, entendió cómo se sentía Nadia.

"Hiiik..."

Sin embargo, el entender en su cabeza no significaba que no se sintiera triste. Se sentó en una silla, con los ojos rebosados de lágrimas.

‘Aún así, podría haber dicho algo... Podría haberme dejado despedirme... Si se va así, ¿qué hago?’

Acababa de lidiar con sus problemas de dinero y comenzó a trabajar como oficial administrativo.

"¡Señoraaaaaa!"

A primera hora de la mañana, se podía escuchar el triste sonido de un llanto amargo entrando en la casa principal.

******

En ese mismo momento, en una tierra baja lejos del castillo de Invernali.

Un grupo de personas a caballo se trasladó hacia el sur, vestidas ligeramente con túnicas deshilachadas y con sillas de montar destrozadas. Parecían un grupo de viajeros campesinos, pero uno se sorprendería al encontrar entre ellos tres caballeros titulados, e incluso una noble dama.

Fabián, que cabalgaba en la parte delantera, estaba refunfuñando con una cara decaída. Su voz era baja, pero era lo suficientemente fuerte como para que Nadia, más cercana a él, la escuchara claramente.

"Ahh... Realmente lo he hecho. Más tarde, si me castigan por esto, la señora tiene que protegerme, ¿de acuerdo?”

"Diré que insistí en hacer lo que quiero, así que no te preocupes".

"Haaa... Definitivamente me darán unos cuantos golpes..."

“Simplemente dejará volar su puño, sin oportunidad de que me explique”.

Fabián seguramente iba a ser regañado duramente por traer a una noble señora que debería haberse quedado a salvo en el castillo al campo de batalla.

Incapaz de sostener su pobre cabeza palpitante porque tenía las riendas en sus manos, Fabián estaba al límite.

Si Fabian Knox hubiera visto esta escena hace unos días, seguramente se habría golpeado en la cabeza con su espada. Así es lo absurda que es esta situación. Pero tenía una excusa.

Cuando Nadia le pidió por primera vez que la llevara a Glenn, Fabián la había rechazado rotundamente. No era algo que pudiera hacer en su posición como caballero guardián. Pero Nadia había lanzado con calma un cebo como si hubiera esperado su rechazo.

"Sé cómo capturar rápidamente el castillo de Vallon. Si tiene éxito, podré poner fin a esta guerra que ocurre cada pocos años. ¿No tienes curiosidad por saber qué es?"

¿Cómo pudo decir que no escucharía eso? Esto estaba derribando el castillo de Vallon del que estaban hablando, ¡una fortaleza que se había hecho impenetrable por naturaleza!

Durante sus días jovenes, también había ido a la batalla durante una de las varias guerras territoriales del conde Altair. Todavía podía recordar vívidamente haber visto la fortaleza por primera vez: las murallas que se aleantaban como una montaña inasaltable, la sensación de impotencia cuando tenían que regresar con las manos vacías incluso si habían ganado en el campo de batalla.

Sería una mentira si dijera que no tenía curiosidad por saber cómo conquistar ese maldito castillo.

Incapaz de contener su interés después de escuchar a Nadia, Fabián solo pudo ceder al final. Si tuviera éxito, resolvería este dolor de cabeza de larga vez por todas.

A pesar de eso, era cien por cien cierto que lo que estaba haciendo era una locura. Una vez más, Fabián preguntó con una voz problemática.

"Señora, si parece que me van a golpear hasta la muerte, realmente tiene que detenerlo por mí... No estoy bromeando, estoy hablando en serio".

"Dije que no te preocuparas".

"Oh, cielos, ¿qué será de mí?"

‘Lo que sea. Ya se estoy en el infierno. En realidad no me va a matar, ¿verdad?’

Se puso la piel de gallina al pensar en eso, pero se esforzó por ignorar su preocupación. Al mismo tiempo, miró un poco detrás de él y preguntó:

"Pero, señora".

"Dije que detendré al Marqués si te reprende".

"No, no es eso... La señora es muy buena montando a caballo. Honestamente, cuando dijo que podía, estaba muy preocupado. Pensé que tendría que llevarla atrás a mitad de camino".

"Alguien me enseñó a hacerlo hace mucho tiempo".

"Ah".

Había una idea preconcebida de que montar a caballo era competencia solo de los hombres ricos. Los plebeyos ciertamente no veían la oportunidad de montar, ni era un pasatiempo común entre las mujeres de familias nobles. Usar un carruaje para moverse era lo suficientemente bueno, y tener pasatiempos que implicaran actividad física no era una gran virtud para las damas nobles.

"El duque es bastante inusual como para enseñar a su hija a montar a caballo".

"......"

Su respuesta llegó después de un tiempo.

"...Sí. Es una persona muy inusual".

" ¿? ”

Fabián podía sentir el tono muy sutil de su respuesta, pero no pudo hacerle más preguntas. En el horizonte lejano, echaron un vistazo a la bandera del ejército de Invernalia. Un caballero de escolta que había venido con ellos gritó:

"¡Puede ver nuestro campamento allí!"

"Oh, realmente se puede".

El campamento parecía más pequeño que una hormiga desde donde estaban, pero si estimulaban a sus caballos, podrían llegar allí en un instante.

Al escuchar que estaban casi en su destino, Nadia lanzó sus pensamientos deprimentes sobre la persona que le enseñó a montar hasta el fondo de su mente.

Fabián aceleró mientras se volteó para decir:

"¡Señora, ya casi hemos llegado! ¡Tan pronto como lleguemos, tiene que explicarle las cosas al Marqués!"

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