Nunca Quise Tener Un Hijo Suyo Novela capítulo 69

Ella vio en sus ojos que no sabía qué hacer, pero decidió no explicarlo.

Él simplemente la observó inquietarse, con sus manos apretando y aflojando el dobladillo de su falda, revelando su corazón ansioso.

—Pero yo…

Ella levantó la cabeza en señal de protesta. Sin dudarlo un instante, Mikhail la atrajo hacia sí y acercó sus labios a los de él.

—Eh.

En el momento en que su aliento lo tocó, casi perdió el control de su racionalidad. Mikhail logró reprimir su deseo.

Imaginar sus labios abriéndose así y mordiendo su miembro era espectacular. A diferencia de su cuerpo tembloroso, los ojos abiertos por la humillación y los labios que decían no, él pensaba en el agujero húmedo que había debajo.

Ja.

Mikhail pasó los dedos por su cabello y exhaló pesadamente.

Hablaba con una facilidad que pretendía ocultar su impaciencia.

—Cada uno debe ocuparse de sus propios asuntos. La decisión es tuya.

Mikhail leyó su rostro. Había confusión en su rostro preocupado.

¿No dijo que la sombra del rey siempre vigila?

Emilia meneó la cabeza en señal de negación.

—Esto no está bien.

Tal como lo había previsto, ella se dio la vuelta. Tenía las mejillas enrojecidas, los puños apretados y la respiración acelerada.

—Jaja.

Mikhail se rió, satisfecho consigo mismo. La risa hizo que Emilia lo mirara como si estuviera loco.

Quizás lo estaba.

Él le soltó la cabeza y agarró su longitud.

—Observa atentamente.

A medida que movía su mano suavemente, su excitación se hizo más evidente.

Sin apartar la mirada de ella, sus movimientos se aceleraron.

—Ah.

En la punta se formaron gotitas que luego crecieron y cayeron. Las gotas mancharon el vestido azul claro de Emilia.

Estaba mareada por la escena que se desarrollaba. Volteó la cabeza, pero sintió cada movimiento.

Mikhail recogió el líquido con su pulgar y hizo círculos con la punta lentamente.

Con cada respiración que exhalaba, el cuerpo de Emilia temblaba levemente.

Emilia intentó distanciarse lo más posible de la visión de él dándose placer delante de ella.

Su respiración era entrecortada y su pecho subía y bajaba por encima de la parte superior del vestido.

Deslizar, deslizar, deslizar.

Él la miró, agarró su pilar y lo sacudió.

Sus labios se mordieron con la urgencia de poseerla en ese preciso instante. Su deseo hizo que su columna se hinchara, casi estallando.

Al ver su cara más roja que antes, sonrió con picardía.

Por eso conocer el placer era un peligro tan grande.

Mikhail aceleró sin detenerse, imaginando la emoción de apretarse contra sus labios rojos. Sintió que iba a liberarse de inmediato.

Su mano, que se movía rápidamente, de repente se detuvo.

—Bueno.

El líquido caliente brotó. El rostro de Emilia se distorsionó con una mueca cuando el líquido le salpicó el pecho.

Habiendo alcanzado el clímax sobre su pecho suave y elevado, sacó un pañuelo para limpiarse.

Aunque surgió una sensación de satisfacción, se sintió abrumadoramente insuficiente. No importaba cuántas veces llegara al clímax, esa hambre parecía insaciable.

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Emilia saltó bruscamente, intentando empujarlo y salir de la habitación.

Sin embargo, Mikhail fue más rápido, tomó su mano y la giró hacia él. Con un pañuelo limpió el líquido opaco que se había esparcido desordenadamente sobre su pecho.

—Lo haré, ¿Eh?

Un gemido escapó de sus labios mientras sus ojos verdes revoloteaban.

El simple hecho de presenciar su actuación en solitario era suficiente para hacerla sentir extraña. Era como si su mirada penetrante la estuviera violando.

Contrariamente a sus expectativas de que él persistiría en limpiar los rastros de su pecho, Mikhail sorprendentemente dio un paso atrás.

—Que así sea.

Murmuró, arrojó el pañuelo al suelo y se dirigió al baño. Comenzó a desabotonarse la camisa después de quitarse la chaqueta. Se estaba desvistiendo como si ella no estuviera ahí.

Emilia se quedó quieta, cautivada por la visión de su figura desnuda desde atrás.

No fue intencional, pero no podía negar la belleza primordial de su cuerpo, como si hubiera sido esculpido por Dios.

Las piernas largas, los músculos de los muslos bien formados, los pechos apretados y los hombros anchos que se estrechaban hasta una cintura estrecha cautivaron su mirada, que finalmente se fijó en su miembro sexual que parecía sobresalir de su estómago.

Mikhail giró la cabeza y sintió su mirada.

La explicitud de la mirada de Emilia lo hizo endurecerse nuevamente, mientras el líquido claro se acumulaba en la punta.

Sólo observar su miembro agrandado, tenso y lleno de sangre hizo que Emilia sintiera un profundo calor debajo.

—Si vas a parecer tan arrepentida, deberías haberlo chupado antes. Yo también te habría follado.

Su hermoso rostro no coincidía con sus vulgares palabras y devolvió a Emilia a la realidad.

Emilia apartó la mirada de la figura parecida a una estatua y replicó.

—Un caballero debe cumplir su palabra.

Ella no esperaba una disculpa, pero tampoco anticipó lo que siguió.

—Ah, debería disculparme por hacerte arrodillar en el suelo en lugar de en la cama.

—¿Esa es su disculpa?

—¿Qué, esperas un tipo de disculpa diferente?

Dijo mientras entraba al baño.

—Sigue mirando si quieres. Tiene su propio placer.

Emilia salió del dormitorio con un estremecimiento, sintiendo que quedarse más tiempo solo la perturbaría más.

Traducido por: Valiz

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