Nunca Quise Tener Un Hijo Suyo Novela capítulo 64

—El Duque podría haberla visto.

—No se preocupe, hermana. No volveré al salón de baile. Me meteré en el carruaje en silencio y me iré a casa.

—¿Está segura?

—Parece que hermana piensa que no debería conocer al rey.

—Aún no ha debutado y, más importante, no está aquí oficialmente, así que podría terminar siendo objeto de habladurías.

—Oh, vaya, ¿Se preocupa por mí? Pero hermana…

Dahlia juntó las manos y sonrió con picardía.

—En lugar de preocuparse por mí, ¿No debería estar más preocupada por su futuro? Tiene que continuar una vida matrimonial con un hombre que no es diferente a un enemigo.

—Gracias por el consejo. Entraré primero, así que vuelva a la mansión.

—Claro.

Dahlia se giró y caminó hacia donde estaba estacionado el carruaje. Caminaba con confianza, pero de repente se detuvo.

Mirando hacia atrás, vio a Emilia.

Es tan sospechosa.

Dahlia abrió la puerta del carruaje y subió.

Por fin había visto el rostro del que tanto se hablaba. No solo eso, también había recogido varias historias de las doncellas a su alrededor.

Se rumoreaba que el asiento junto a Adrian von Konrad estaba vacío y que pronto tomaría como esposa a una princesa extranjera o a una noble de alto rango para reforzar su legitimidad.

Ese hombre era el hijo bastardo del linaje del rey Konrad, quien había matado a su abuelo y a sus padres.

Dahlia apretó los dientes, recordando los ojos violetas que había enfrentado.

Qué linaje tan vulgar.

No había en él rastro alguno de sangre real. Desde su cabello negro como la noche hasta sus oscuros y siniestros ojos púrpura resplandecientes, no tenía nada de noble por más que se le mirara.

Aunque su partida había sido repentina, las ganancias inesperadas hacían que el viaje no fuera tan malo. Dahlia se quitó el sombrero que había ocultado su cabello dorado y miró su propia apariencia desaliñada.

—Tu lugar pronto será mío, Adrian.

El camino de regreso a la mansión se sintió inusualmente largo.

Creo que capté la mirada de hermano.

Incluso si la había reconocido, no importaba. No se atrevería a rechazar a su única pariente de sangre y miembro de la familia.

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Adrian se sintió extrañamente irritado por la doncella que había salido con Emilia.

Hay algo familiar en ella.

Su mirada se posó en Mikhail.

Ese aura insoportablemente irritante era muy similar a la suya. No había visto su rostro, pero extrañamente lo sentía.

El atuendo de doncella se veía increíblemente incómodo en ella. Su forma de caminar, su presencia, todo parecía fuera de lugar.

Como si llevara ropa robada, era discordante y llamaba su atención una y otra vez.

¿He llegado al punto de desear a una doncella?

Adrian se burló de sí mismo. Le repugnaba sentirse atraído por alguien de un estatus tan bajo, cuando podía tener a quien quisiera.

Sin embargo, a pesar de su aversión, Adrian seguía sintiendo curiosidad por esa doncella.

Tal vez no habría estado interesado si no estuviera relacionado con Emilia, pero su curiosidad se despertó al ver cómo ella intentaba desesperadamente ocultarla de su vista.

Quería desentrañar todo sobre Emilia. Deseaba que se sintiera interminablemente sacudida por él.

Finalmente, Adrian se acercó a Emilia. Habiendo salido del salón de baile y regresado, no tuvo más opción que enfrentarlo.

—Señora Heinrich, ¿Me honraría con un baile?

—…el primer baile debería ser con la hija del conde Ablio, no conmigo.

—Estoy por encima de esas reglas. Si elijo bailar primero con quien deseo, nadie se atrevería a criticarlo.

—No soy muy buena bailando.

Era un rechazo indirecto, pero Adrian respondió con una amplia sonrisa.

—No se preocupe si pisa mis pies. Solo confíe en mí y se encontrará bailando naturalmente.

Ella mordió su labio, visiblemente nerviosa. Adrian ordenó con frialdad.

—Sería mejor que no rechazara este baile. A menos que quiera que mi atención se dirija a otra persona.

Finalmente, Emilia colocó su mano suavemente sobre la suya.

La música cambió y Adrian y Emilia tomaron el centro del escenario. Al sujetar su cintura, su rostro se contrajo visiblemente.

Incluso eso deleitó a Adrian.

—Sí, me gustan sus reacciones así.

Todos los demás tenían expresiones deshonestas en su presencia.

Pero Emilia siempre reaccionaba de manera sincera y vívida.

A Adrian le gustaba ese lado de Emilia.

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—Oh, vaya, Su Majestad baila tan bien.

—La señora Heinrich también es bastante buena. Pero, ¿No ha habido una confusión? Es inusual que el primer baile no sea con la hija del anfitrión, el conde Ablio, sino con la señora Heinrich.

—Al Duque puede que no le agrade…

Los susurros circulaban entre los espectadores, sus miradas se dirigieron a Mikhail.

Él sorbió su whisky y lo saboreó. Su esposa y el rey continuaban su vals en el escenario, pero ni siquiera los miró.

Parecía indiferente a lo que los dos estuvieran haciendo.

—Verdaderamente un súbdito leal del rey. No parece reaccionar mucho.

—Si Su Majestad pidiera a su esposa, probablemente se la ofrecería de buena gana.

—Después de todo, incluso cuando fue humillado públicamente aquella vez, ¿No dejó pasar el asunto sin mucho alboroto?

Traducido por: Valiz

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