Nunca Quise Tener Un Hijo Suyo Novela capítulo 59

Parece que la sirvienta de lavandería no quería hablar. Por mucho que sus labios se hubieran vuelto pesados frente a las joyas, debían haberse vuelto infinitamente más ligeros al enfrentarse a la muerte.

Seguro que mi hermano sabe que Serena está involucrada, pero eligió ignorarlo. Probablemente quiere ver hasta dónde llegaré.

A Dahlia no le importaba si algunas sirvientas desaparecían o eran regañadas sin razón. Después de todo, siempre había nuevos sirvientes que contratar. No era algo que le preocupara.

Además, ellas también ganaban algo de ella, ¿Verdad?

—En el lugar, habrá muchas preparaciones que hacer, como retocar su vestido o maquillaje, así que las sirvientas acompañarán a las invitadas.

—¿Estás sugiriendo que me disfrace de sirvienta?

Dahlia frunció el ceño mientras miraba el vestido de Serena.

—Pero, señorita, de esta manera no será reconocida por el Duque y los demás, y será más fácil que escuche conversaciones. ¡Estoy segura de ello!

—¿Serena, parecería una sirvienta aunque me disfrace?

Aunque su rostro estaba cubierto, su espléndida apariencia no estaba oculta. ¿Y qué hay de su aire de elegancia? Su manera de manejar a los subordinados era más suave y natural que la de los nobles de alto rango.

—Todos lo notarán, ¿Verdad?

—Mi hermano probablemente me reconocerá de inmediato.

Dahlia hizo un clic con la lengua.

—¿Deberíamos decirle a la señora y tomar un carruaje separado?

—¿Y si cambiamos con la sirvienta dedicada?

Emilia no tuvo más opción que aceptar su solicitud.

Después de todo, Dahlia ya le había dado algo.

—¿Puedes encontrar ropa que pueda usar?

—Por supuesto. Si lo desea, puedo comprarlas en la tienda donde solemos comprar ropa. No puede usar la ropa que solíamos llevar.

—No estaría de más intentarlo.

Dahlia sonrió mientras colocaba el broche en el pecho de Serena.

—Apúrate. La fiesta es mañana, así que necesitamos terminar de prepararnos antes de que mi hermano regrese a casa.

—¡Sí, señorita!

Al ver a Serena apresurarse fuera de la habitación, Dahlia cerró las cortinas de la ventana.

El sol rojo estaba tiñendo el cielo.

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Después de terminar de ver la ópera, Emilia no podía quitarse la sensación incómoda.

¿Cambiar su nombre y su familia borraría las emociones que reprimía?

No, eran diferentes a Romeo y Julieta. La diferencia radicaba en que ellos no se odiaban solo por sus nombres y familias.

Emilia tenía una razón clara para odiar a Mikhail.

No solo había oprimido a su familia, sino que también la había usado como rehén. Después de eso, siguieron un matrimonio no deseado y una relación.

La arrojaron a una situación sin tiempo para calmar su corazón.

Mientras caminaba desde el Teatro Chatelet hasta el Parque Epfora, Emilia luchaba por contener una ardiente pregunta que se acumulaba en su garganta.

¿Por qué demonios haría esto?

Al final, no pudo resistir y le preguntó.

—Lo odio hasta el punto de querer matarlo. Pero, ¿Por qué me odia?

—¿Es importante para usted si tengo una razón? Es como si quisiera encontrar una razón.

—…solo tenía curiosidad. Sus extrañas palabras de la última vez me molestaron.

Emilia se detuvo en seco.

—Mencionó que mi familia podría haber manchado su honor. ¿Qué quiso decir con eso?

Sus ojos rojos parecían brillar aún más, como un atardecer que tiñe el cielo.

Bajo su mirada, que parecía estar escrutándola, Emilia sintió como si su respiración se detuviera en su garganta.

—¿Cree que podrá manejarlo si se lo digo?

—Si puedo manejarlo o no depende de mí.

—Incluso ahora, parece abrumada.

—¿Se preocupa por mí?

—Como si lo hiciera.

Mikhail metió suavemente un mechón suelto de su cabello detrás de su oreja, y cuando lo hizo casualmente, ella se estremeció. Le lanzó una mirada cautelosa.

Preguntar si le preocupaba después de darle una mirada como esa. Estaba claro que no sabía mucho sobre sí misma.

Una vez más, el viento sopló, despeinando su cabello rojo. Mikhail extendió su mano sin darse cuenta.

—No.

Swat. Esta vez, ella fue más rápida.

Emilia apartó su mano y caminó adelante. El mechón despeinado de su cabello se balanceaba junto a su mejilla una vez más.

Parecía pétalos de rosa flotando en el viento.

Mikhail permaneció inmóvil, observando su figura que se alejaba.

Un delicado cuello quedó al descubierto bajo su recogido. Al ver su nuca inmaculada, sintió un impulso inexplicable de morderla.

Finalmente me he vuelto loco.

No la siguió inmediatamente. Solo observarla caminar como si estuviera escapando le dio una extraña sensación de satisfacción.

Entonces, ella se detuvo y dio vuelta abruptamente.

De pie contra el atardecer, comenzó a expresar sus pensamientos con palabras medidas.

—Pensándolo bien, tal vez odiar sin razón alguna sea mejor que tener un odio justificado.

Ah.

No había manera de dejar eso pasar.

Traducido por: Valiz

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