Nunca Quise Tener Un Hijo Suyo Novela capítulo 39

Se sintió complacida de que la situación que él había anticipado no se desarrollara como él esperaba. Emilia no pudo contener la risa y finalmente tuvo que protegerse la cara con un abanico.

—No debería haber venido.

Fue satisfactorio. Sin querer, la ayudó.

Si bien era una situación inevitable, ella disfrutaba el hecho de haberle causado un momento desagradable.

—Gracias a usted, también aprendí algo muy valioso: el hecho de que el rey sienta lujuria por las damas.

—¿Y a quién podría deberse eso?

La expresión de Emilia se endureció ante las palabras de Mikhail.

—Debería haberse negado, ¿No? Sinceramente, no entiendo por qué se casó conmigo si me despreciaba tanto.

La música se extendió por todo el salón de baile. Él le extendió la mano como si le estuviera pidiendo que bailara. Si ella se negaba, la gente volvería a difundir rumores.

Emilia se lamentó de no haber escapado rápidamente de ese lugar.

—No puede borrar esa sonrisa, ¿Eh?

—No podría haber nada mejor que esto.

Emilia respondió secamente con una sonrisa cínica. Los dos bailaron junto con los demás, dominando el escenario con gracia y fuerza a pesar de que nunca habían ensayado juntos antes.

—Podría haber sido mejor que esto.

—…

Los ojos de Emilia temblaron de ansiedad. De alguna manera, sintió que estaba a punto de decir algo vulgar otra vez.

Mikhail acarició suavemente la espalda de Emilia antes de atraerla hacia sí con firmeza. A Emilia se le formaron grietas en el rostro cuando se apoyó contra él. Su cuerpo se puso rígido y, sin querer, pisó su pie.

—No actúe como le plazca.

Emilia finalmente no pudo contenerse y agregó un comentario.

—Bailar de la misma manera no es divertido. Lo mismo ocurre con todo lo demás.

Faltaba un poco más para que terminara la música. Emilia fingió haberle pisado el pie sin querer. Deseaba que al menos se callara.

—Antes fue un error, pero éste fue intencionado.

—…

Sus lindos ojos enroscados no se apartaron de ella. Emilia se dio cuenta de que responderle parecía brindarle más placer y decidió mantener la boca cerrada.

Incluso en ese momento, él continuó el baile imperturbable, como si no importara lo que ella hiciera.

—Así es. Si no quiere que lo vuelvan a pisar, cierre la boca.

Ella le lanzó una mirada. En su corazón, quería apartar su mano y marcharse del salón de baile. Era lamentable no poder hacerlo.

—Puede salir del salón de baile cuando quiera. Nadie se lo impedirá.

—…

Como ese lugar estaba lleno de gente que deseaba que ella desapareciera, no había nadie que se preocupara o se molestara si ella se iba, como había dicho.

Emilia ejerció algo de fuerza en su mano que estaba ligeramente superpuesta a la de él. Trató de no mostrar ningún signo de preocupación por la gran mano que todavía estaba sobre su espalda.

—Ahora es interesante mirarla.

¡Ja! Notó claramente el sutil cambio en su expresión y susurró suavemente.

—Tiene una afición extraña. Si le gusta ver a las mujeres haciendo expresiones de desdén, debería ir al callejón de Delphora.

El callejón de Delphora era una calle discreta que los hombres frecuentaban en secreto por la noche. Había mujeres que hacían cualquier cosa que los hombres quisieran a cambio de dinero.

—No quiero meter mi hombría en quién sabe quién anda por ahí entre esas piernas. Y sobre todo… parece que no conoce mis otros intereses.

La música llegó a su clímax. Mikhail giró rápidamente el cuerpo de Emilia y una vez más se apretó contra ella, susurrando lo suficientemente suave para que sus palabras solo llegaran a sus oídos.

—Qué asombrosas son sus expresiones en la cama. Es todo un espectáculo.

Su expresión se tornó severa al instante. El asco se apoderó de sus ojos verdes. Como si lo hubiera previsto, le besó la mano profundamente en respuesta.

Sus ojos aún brillando con diversión fueron una ventaja añadida.

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Lady Luther desdobló la carta y leyó rápidamente su contenido.

—¡Ja!

Un suspiro se escapó de sus labios rojos. Las cosas estaban yendo de manera diferente a como Lady Luther había imaginado.

—No puedo dejarlo así.

Mikhail no sólo asistió a la fiesta en Marquisate Kerren, sino que incluso bailó cariñosamente con Emilia.

Por más que lo leyó, no lo podía creer. ¿Realmente había perdido la cabeza?

—Gente despreciable.

Un pensamiento ansioso cruzó su mente.

El poder de la pasión era más fuerte de lo que ella había pensado, y cuando uno se daba cuenta de ello, a menudo se encontraba sin darse cuenta enamorándose de la otra persona.

Lady Luther quería matar a Emilia, en verdad.

La perdonó no por compasión, sino por razones políticas.

¿Quién no mataría a alguien que podría convertirse en un problema más adelante si tuviera la oportunidad? Emilia sin duda se convertiría en un obstáculo para Adrian en el futuro.

—Tía, ¿Está muy preocupada?

Traducido por: Valiz

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