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Nunca Quise Tener Un Hijo Suyo Novela capítulo 3

Era una dama de una antigua familia ducal del reino de Bartch. Un comportamiento tan vergonzoso era inaceptable.

—No está sorda. Quitese la ropa, Emilia von Loren.

—Espero que no decepcione mis expectativas, Duque Heinrich.

Adrian todavía tenía una expresión de decepción cuando salió de la habitación. Afortunadamente, parecía que lo que había sucedido antes no lo involucraba a él, y solo ella y el Duque Heinrich estaban en la habitación.

El duque Heinrich ni siquiera dirigió una mirada en dirección a Adrian; únicamente centró su mirada en ella.

Con un gesto casi despectivo, como si fuera una molestia explicar algo, se desabrochó suavemente la camisa.

Agazapado, agazapado.

Una a una, sus ropas cayeron al suelo de sus manos. Debajo de su cabello dorado había unos ojos de un rojo inquietante que armonizaban con las líneas fuertes de su nariz y sus labios carmesí.

Los hombros anchos y los grandes músculos que adornaban todo su cuerpo, montados sobre un cuello grueso, demostraban su presencia con cada movimiento que realizaba.

Intuitivamente, se dio cuenta de que no se trataba de un físico creado al azar. Desde los músculos gruesos de sus brazos y los músculos equilibrados del pecho hasta los abdominales finamente divididos debajo de todo eso, era evidente que su cuerpo era el producto de una cuidadosa escultura.

La tensión flotaba entre ellos en los extremos opuestos de la amplia cama.

A diferencia de los músculos lisos de su cuerpo, su piel estaba llena de cicatrices. Cuando notó las innumerables heridas de varios cortes de espada, se dio cuenta de que él no era diferente a ella, un caballero.

—¿Está… eh… sugiriendo que participemos en el tipo de… actividad que normalmente tiene lugar entre marido y mujer?

Su voz temblaba de forma evidente. Aunque él lo sugiriera para vigilarla hasta el matrimonio, eso era...

—Pensé que era inteligente, pero parece menos lista de lo que pensaba, Loren.

Mikhail se subió a la cama sin desabrocharse el cinturón. Se arrodilló y se apoyó en el borde de la cama. La miró, agachada allí.

—Usted, de entre todas las personas involucradas en traición, parece haberse convertido ahora en el semental del rey, ¿No es así? Si no es así, entonces detengase.

Ella le advirtió en voz baja y resuelta, y él se rió. Ella le había dicho que no lo hiciera y todavía no estaba segura de la situación.

Su expresión se deformó por la ira por un momento, y luego se paró frente a ella en un instante. Con la espalda contra la pared, se dio cuenta de que no había otro lugar al que retirarse y sus ojos brillaron con un destello asesino.

Él se inclinó y tiró suavemente de su mano, que sostenía la manta. A pesar de que tenía más fuerza al manejar una espada, se sorprendió de lo fácil que era levantarla. Parecía que él estaba trivializando los años que había vivido, lo cual era humillante.

—Esto también forma parte de convertirse en una pareja casada. ¿Parece que la familia Ducal de Loren no les proporcionó una educación sexual adecuada?

Inclinó ligeramente la cabeza y murmuró en voz baja.

—¿O quiere estar en los brazos del rey que se complace co usted, afuera de esa puerta?

—¡Señor!

Su grosería le hacía apretar los dientes y cada palabra que pronunciaba le hacía fruncir el ceño.

—De lo contrario, manténga la boca cerrada. Deje de pensar en cosas inútiles y abra las piernas.

¿...qué dijo? Los ojos de Emilia se abrieron de par en par. En ese momento, él introdujo sus dedos entre sus labios ligeramente entreabiertos.

—Oh.

Sus pupilas temblaron violentamente en respuesta a sus gruesos dedos clavándose en su boca. Todo su cuerpo se puso rígido por lo que le estaba sucediendo en ese momento.

Sus ojos carmesí llenos de ira estaban fijos en ella. Él presionó su lengua hacia abajo con su dedo y le susurró al oído.

—De a luz a mi hijo. Así, esta maldita situación no volverá a ocurrir.

¿Tener un hijo suyo? Emilia negó con la cabeza. No quería un hijo suyo. ¿Quién querría el hijo de su enemigo?

Finalmente las lágrimas brotaron de sus ojos, pero ella lo sabía muy bien.

Para terminar con esa situación rápidamente, sabía que tenía que aceptar sus palabras. Lo miró y, resignada, se mordió el labio.

Maldita sea.

Mikhail dejó escapar un profundo suspiro y levantó la cabeza. Los ojos verdes que lo miraban aún conservaban vitalidad, incluso en esa situación, y lo miraron desafiantemente a pesar de las vulgares palabras que acababa de pronunciar.

Aunque temblaba de miedo, sus ojos brillaban con determinación.

—Si quiere terminar rápido, entonces deje de resistirse.

Emilia finalmente había aceptado que no podía escapar de esa situación hasta que terminara, y su espíritu estaba algo roto.

En un instante, su vista cambió. Su rostro quedó enterrado en la almohada en un abrir y cerrar de ojos. Intentó levantar la cabeza de inmediato, pero la fuerte presión que ejercía sobre su nuca la hizo girar hacia un lado.

Al final, las lágrimas corrieron por sus mejillas. Su mano, que agarraba con fuerza la manta, temblaba.

—¡Ah!

Un jadeo escapó de sus labios cuando el enorme cuerpo la presionó desde atrás. Su delgada combinación se levantó en un instante.

Traducido por: Valiz

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