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Nunca Quise Tener Un Hijo Suyo Novela capítulo 2

Capítulo 2

Mikhail también debió aceptar esa absurda propuesta, pensando que le beneficiaría.

—Puede rescindir el contrato. Si no le gusta, no hay nada que podamos hacer. Todos los que están en prisión morirán y la misericordia del rey terminará ahí.

Ella creía que escaparían, al menos tan bien como otros. La vida de su padre y de su familia dependía de ella. Ese hecho la agobiaba, la deprimía.

No había duda de que las fuerzas que apoyaban a Johannes habían sido capturadas.

Emilia cerró los ojos con fuerza. Las voces de gente que rogaba desesperadamente por sus vidas antes de ser ejecutadas resonaban en sus oídos, desorientándola.

Una vez más, las yemas de sus dedos temblaron.

—¿Está usando la vida de otros como palanca en mi contra?

—Llamarlo así es una exageración; sólo estamos discutiendo los hechos.

—…realmente quiero preguntarle: ¿Realmente quiere contraer matrimonio conmigo?

—No se haga ilusiones. No es que me guste.

“Yo también lo encuentro repulsivo.”

Emilia cerró los ojos por última vez, sintiendo un dolor punzante en la nuca junto con sus ardientes ojos rojos llenos de odio.

≫ ──── ≪•◦ ✦ ◦•≫ ──── ≪

Emilia se despertó en la cama. El dolor en el cuello aún persistía.

—…bastardo.

Murmuró la maldición en voz baja y, cuando abrió los ojos, vio la habitación. Una cortina de encaje cubría la cama y una figura estaba sentada en una silla. Poco después, una voz escalofriante resonó en sus oídos.

“¿Qué es esto?”

Ella, con expresión desconcertada, miró a su alrededor y luego se encontró con los ojos de un hombre que estaba parado afuera de las cortinas.

Cabello negro y ojos violetas. Era Adrian Konrad.

Instintivamente, se acercó al final de la cama y agarró la manta, mirándolo con recelo.

“¡De ninguna manera, de ninguna manera…!”

¿La habían arrojado al dormitorio de Adrian porque había rechazado la propuesta de matrimonio?

El rostro de Emilia palideció. Adrián, complacido con su apariencia temerosa, rió entre dientes y habló.

—Parece que está despierta. Me habría encantado la unión de nuestras dos familias, por supuesto, es una lástima. Habría sido bastante interesante si se hubiera convertido en parte de mi familia, ¿No?

Él no le quitó los ojos de encima y su mirada inquebrantable viajó lentamente desde los dedos de sus pies hacia arriba.

Emilia apartó la mirada de la mirada depredadora de Adrián y, al hacerlo, notó que había un extraño parado detrás de las cortinas.

—Ponga una expresión más agradable, Duque Heinrich. Ha estado en la corte real antes, ¿No? Por si acaso, si termina despreciando a esta persona y la mata, podría meterme en problemas.

—Entiendo.

—Disfrute. Es su primera noche, después de todo. ¿No se alegraría si pensara que es una recompensa que le estoy dando?

Qué romántico es que la recompensa por la lealtad sea la hija del enemigo.

Adrian reflexionó con una sonrisa complacida. Sus labios curvados hacia arriba permanecieron inalterados mientras disfrutaba del placer. Cuando vio de reojo la esbelta figura detrás de la cortina, su humor cambió de forma peculiar.

Sólo la luz de las velas iluminaba la habitación, lo que dificultaba verla con claridad, pero cada vez que la llama parpadeaba con el viento, su cuerpo se revelaba, lo que le hacía agua la boca.

Sus pantorrillas se deslizaban suavemente desde sus delgados tobillos y la combinación corta dejaba entrever un poco de carne. A medida que subía por sus rodillas, un lugar íntimo oculto a la vista entre sus piernas hizo volar su imaginación.

Si ella fuera su amante, él inmediatamente habría arrancado las cortinas y le habría abierto las piernas, enterrando su rostro en ese lugar dulce y húmedo.

Incluso pensarlo le hacía doler por dentro. Se pasó la lengua por los labios secos mientras observaba la tela tensa de sus pantalones.

—Es lamentable, se mire por donde se mire.

Al oír la voz de Adrian, sintió una oleada de vergüenza. Sus ojos verdes llenos de odio se dirigieron a las dos personas que estaban paradas fuera de la cortina.

“Esos hombres bestiales.”

Poco después, una sensación de frío recorrió todo su cuerpo. Fue entonces cuando bajó la cabeza y miró su propio cuerpo.

“¡Bastardos locos!”

Emilia apenas tragó la maldición que casi salió de su boca, luego tiró de la manta con fuerza.

Su rostro se sonrojó al ver su atuendo, que consistía únicamente en una fina combinación.

Ella lo odiaba. Esa situación era algo que no había previsto en absoluto. Su rostro se puso rojo y las lágrimas brotaron de sus ojos.

Mikhail, que había entrado por la cortina, no dijo nada al verla nerviosa. Se limitó a quitarse la chaqueta con total indiferencia.

Se desabrochó los botones de la camisa y su expresión denotó un ligero enfado. El silencio invadió el dormitorio.

Emilia sintió que se le cortaba la respiración. No sabía cómo escapar de aquella situación.

—Quítese la ropa, a menos que tenga planes de abrirse de piernas y recibir la semilla de otro hombre —murmuró en voz baja.

Sus crudas palabras hicieron que los ojos de Emilia se abrieran.

—¿Qué acaba de decir?

¿Recibir una semilla? ¿Quiso decir que si ella lo rechazaba, recibiría la semilla de un hombre desconocido?

Traducido por: Valiz

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