Nunca Quise Tener Un Hijo Suyo Novela capítulo 17

Mikhail se hundió en la bañera y se pasó una mano por el cabello mojado. No podía recordar cuántas veces había estado con ella, pero su hombría se erguía orgullosa.

Después de limpiarse, el persistente aroma de rosas no se disipó.

—La próxima vez quizá necesite una fragancia diferente.

—¿Pasa algo malo con ello?

Por lo general, no prestaba atención a la fragancia de los aceites, pero Ellyn, la criada, observó con los ojos muy abiertos mientras asentía.

—Me aseguraré de cambiarlo.

—Despiértala y haz que la limpien. El dormitorio está hecho un desastre, así que ponlo todo en orden.

—Entendido.

—Y la de cabello corto del lado derecho. Parecía venir con actitud descarada.

Antes, había una niña que había visto entre las sirvientas que lo recibieron en la mansión. Tenía el cabello corto y negro, era pequeña, pero tenía un aire diferente al de las sirvientas de la mansión.

Ellyn, después de poner los ojos en blanco, identificó rápidamente de quién estaba hablando Mikhail.

—Es una nueva incorporación desde anoche. La envió la familia real, así que la hemos estado vigilando. No tiene de qué preocuparse.

Ellyn respondió con calma. Mikhail asintió y se dirigió al estudio.

Emilia había estado descansando en uno de los dormitorios del anexo, no en el principal.

Le preocupaba lo que podría pasar si ella se despertaba, pero afortunadamente, ella parecía haber entendido los términos del acuerdo y permaneció dormida.

Mikhail se instaló en su estudio, hundiéndose profundamente en su silla.

—El duque Loren ha solicitado una audiencia.

—¿Cambió de opinión?

—No parece así.

Mikhail encendió su cigarrillo, se reclinó en su silla, exhaló una bocanada de humo por los labios y volvió a cerrar los ojos.

—¿Cuánto tiempo cree que podrá aguantar?

—A juzgar por el temperamento del Duque Loren, no será poco tiempo.

—Así es. Tenemos que aguantar hasta perderlo todo.

Se levantó de su asiento y sacó un retrato que tenía guardado en un cajón. En la imagen, un hombre de cabello dorado y ojos rojos como el fuego, que guardaba un asombroso parecido con él, estaba sentado solemnemente en una silla ornamentada.

—…..Duque.

—No tiene por qué poner esa expresión. Por cierto, ¿Aún puede oler el aroma de las rosas en mí?

—No. ¿Usó una fragancia diferente? Tiene un aire a bosque.

Extraño.

A pesar de la respuesta de Byne, permaneció pensativo. El aroma de rosas se había quedado pegado a él, incluso después de bañarse a fondo con aceites fuertes.

—¿Investigó como se lo pedí?

—Sí, he examinado las familias con las que estaba relacionado en esa época. Pronto informaré de los datos recopilados.

—Bien. ¿Alguna novedad de la familia real?

—No es nada inusual. Sin embargo, el rey Adrian parece algo inquieto.

—Eso no es algo malo.

Si estuviera más agitado, sería aún más bienvenido por su parte.

—Llévela mañana a reunirse con el Duque Loren.

—¿...está seguro de esto?

—Averigüemos qué tipo de conversación tienen. No se quedarán de brazos cruzados viendo caer a la familia real Jaliar fundada por el primer Duque Loren. Tendremos que esperar y ver.

Inhaló profundamente, llevando el humo a sus pulmones, y luego exhaló. Había un cenicero de plata sobre el que reposaba la pipa.

—Pero ¿Por qué no la mató? Sigo sin entenderlo.

—Matar es demasiado fácil. Es injusto que los que quedan sufran.

Sus ojos se llenaron de añoranza. A pesar del paso del tiempo, el recuerdo de ese día todavía rondaba su mente, visitándolo todas las noches.

—Escuché que todavía no puede dormir por la noche estos días.

—No hay necesidad de preocuparse.

Tomó una pastilla de un frasco de vidrio que había sobre el escritorio, se la puso en la boca y se dirigió al sofá.

Tras observar a Mikhail tumbado en el sofá, Byne abandonó con cuidado el estudio.

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Emilia se despertó con una voz que la llamaba. Se sentía débil por todas partes.

Con la ayuda de las criadas, se dirigió al baño. Después de sumergir su cuerpo en la bañera llena de agua tibia, les dijo que estaba bien irse y cerró los ojos.

Cuando escuchó a las criadas salir del baño, se relajó.

—¿...qué estoy haciendo ahora mismo?

Aunque todavía podía sentir su cálido aliento cerca de su oído, apretó la manta con fuerza y ​​​​contuvo la respiración.

—Una vez a la semana, es una maldita obligación a partir de la semana que viene, así que recuérdalo.

¿Una vez a la semana? ¿Quién lo decidió?

Quiso darle una bofetada de inmediato, pero resistió el impulso. Como resultado, se quedó sola, desnuda y con la manta despeinada.

—Maldita sea la familia real Jaliar. ¡Malditos sean!

Reprimió el impulso de gritar y recuperó la compostura. Incluso después de lavarse el cuerpo, no pudo salir del baño durante bastante tiempo.

Traducido por: Valiz

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