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Me Encanta Destruir La Trama De Los Mundos Novela capítulo 38

Tercera pequeña estrella - Juntos otra vez

Xing Ran fue capturado según el plan.

Hei Xue, que le susurró algo a Xing Ran se inclinó hacia delante.

Molesto por la cercanía de su esposo con esa cosa sucia, Wan Lengya sólo pudo tirar de él de nuevo a su abrazo mientras miraba a Xing Ran con asco, desdén y odio.

A sus ojos, ese hombre que intentó matar a su persona más importante tres veces no merecía ser llamado humano. Era incluso más insignificante que un insecto ante sus ojos.

—Esposo. No te acerques demasiado. Te vas a ensuciar —dijo Lengya con una mirada llena de desdén hacia Xing Ran.

Escuchar tanto a Hei Xue como a Wan Lengya lo devolvió a la realidad. Xing Ran se sintió horrorizado cuando vio una sonrisa juguetona en el rostro de Hei Xue mientras lloraba cuando escuchó tan desagradables palabras que provenían de su amado hombre.

—¡No... no, no! Escúchame... ¡Lengya! Por favor, escuchame... ¡Ese no es Wu Xue! Ese no es el Xue original. Él no es Wu Xue. Él es diferente. ¡Él es un demonio! ¡Un demonio! ¡No es Xue! Un demonio está poseyendo el cuerpo de Wu Xue. Un demonio. ¡¡¡Es el verdadero diablo!!!

Xing Ran empezó a gritar como un lunático.

Con el ceño fruncido y las manos cubriendo los oídos de su esposo, Lengya miró fríamente a Xing Ran.

Se giró hacía los guardias y ordenó.

—Ruidoso. Arrastrenlo al sótano. Rómpanle las dos piernas para evitar que escape y tapen su ruidosa boca.

Los guardias inmediatamente siguieron sus órdenes y bloquearon la boca de Xing Ran con un trapo, lo arrastraron al sótano del hospital después de romperle las piernas. Wan Lengya había comprado el hospital hacía unas semanas, convirtiéndose en el nuevo dueño de todo el lugar.

(N/T: 0_0)

—Woa~ ese tipo es realmente un lunático. ¿Se había vuelto loco de verdad? —dijo Wuya, que vio todo el espectáculo desde la esquina.

Mientras tanto, su esposo guardó silencio todo el tiempo a su lado:

—Se puede añadir el hecho de que es un psicópata con tendencias obsesivas. Príncipe, ¿Qué quieres que haga ahora? —le preguntó Hei Yu a su maestro, Hei Xue.

Lengya le quitó la mano que cubría sus oídos.

—Hm~ prepara un billete de avión a Francia para finales de mes y envía un mensaje a casa. Diles que traeré a casa a un esposo conmigo —contestó Hei Xue, que una vez más fue empujado a un abrazo por Lengya.

Asintió con la cabeza, aceptando su nueva tarea, y arrastró a su propio esposo fuera de la habitación.

—Como desee, su alteza.

Hei Yu decidió darle a la pareja privacidad.

—Querido, vamos… —dijo Hei Yu mientras sacaba a su marido junto con él después de despedirse de la pareja que había dentro.

En el momento en que la otra pareja casada salió de la habitación, Hei Xue miró a su amado a la cara. Wan Lengya pudo no haber cambiado cuando Hei Xue reveló su verdadera personalidad, pero eso no cambiaba el hecho de que había un poco de inquietud en el corazón de Hei Xue.

Extendió las manos y sostuvo el rostro de su amado entre sus palmas, miró esos ojos plateados que lo miraban llenos de ternura y amor. Con una sonrisa incómoda en su rostro, Hei Xue le habló a su amado con señales de vacilación en su voz.

—Yo... Yo... este hombre tiene una personalidad temperamental. Me encanta burlarme de la persona que más amo, tengo una lengua venenosa y extremadamente orgullosa por naturaleza. Otros pueden verme malvado y temerme. No soy amable o cariñoso como la gente normal, pero si elijo a alguien a quien amar. Esa persona será la única a quien pueda amar por toda la eternidad. Podría volverme loco si perdiera ese amor. Esa persona sólo puede amarme a mí y sólo a mí o si no... mataré a quien ames además de mí y te mataré si alguna vez me traicionas. Nunca doy terceras oportunidades. Wan Lengya, ¿Todavía eliges amar a este hombre, a este loco? —dijo Hei Xue con una sonrisa diabólica en su rostro.

Wan Lengya vio al orgulloso demonio tartamudear sus palabras mientras trataba de explicarle su abrumador amor. Lo vio explicar con seriedad en esos iris azules, esos ojos tentadores con forma de fénix que a veces brillaban con locura y terquedad. Miro los pequeños labios color cereza caer cada vez que hacía una pausa en sus palabras, tentándolo a probar.

Escuchó mientras le rogaba que no se enamorara de otras personas y que nunca lo traicionara. Ese serio pero torpe y apasionado amor loco. Lengya pudo sentir su corazón revoloteando de emoción y alegría extrema. Sentía que ese adorable demonio lo amaba con todo lo que tenía.

Lo amaba como si fuera su mundo. Una sonrisa extasiada apareció en la esquina de sus labios mientras lo escuchaba hablar y le preguntó si podía amarlo.

Con una sonrisa emocionada en su rostro, Wan Lengya no le dio una respuesta con palabras, sino que la demostró con sus acciones. Sentía que hacerlo de esa manera sería inteligente y más creíble de aceptar para el pequeño diablo.

Sacó las manitas de su rostro mientras agarraba el suave y negro cabello de su pequeño diablo, incluso le pellizcó la mandíbula para forzarle una pequeña abertura donde su lengua empujó profundamente hasta la garganta de Hei Xue, con su otra mano envuelta alrededor de su delgada cintura. Pudo sostenerlo con un brazo acercándolo a su cuerpo mientras profundizaba el beso.

Profundo y loco, parecía querer tragarse vivo a ese pequeño demonio. Por otro lado, los ojos de Hei Xue se nublaron, deseo y placer llenaban los orbes teñidos del cielo, con sus brazos envueltos alrededor de aquel cuerpo masculino, incluso atrayendo a su amado hacia él sin querer soltarlo. Sus hombres siempre habían sido así. No había palabras floridas ni cosas dulces aleteando. Todos sus juramentos y promesas se manifestaban a través de sus acciones.

En el momento en que lo jaló con un beso tan profundo e impaciente, supo que le había dado una respuesta. Sólo entonces se dejó caer en ese calor como lo había hecho en su primera vida. Ni siquiera podía controlar su propia respiración y al final lo olvidó. Cuándo Lengya se dio cuenta de que su amor estaba perdiendo el aliento y a punto de desmayarse, se detuvo a regañadientes.

A pesar de todo, un mes no bastaría para recuperar por completo su salud. Era normal que su cuerpo estuviera ahora más débil que el de una persona promedio.

Para cuando terminó su beso, Xue, que estaba a punto de desmayarse, se acurrucó más cerca a su marido, buscando su calidez ya que temía perderlo de nuevo. Sólo en ese momento fue que Hei Xue dejó ir por completo su angustia después de perderlo en el primer mundo. Las lágrimas cayeron de sus ojos cerrados mientras sus delgados y suaves brazos lo abrazaron fuerte, como si ese hombre fuera su última gota de vida.

—Hm~ por fin. Te he encontrado… —Xue murmuró antes de permitirse caer en la oscuridad mientras perdía el conocimiento.

Cuando estaba a punto de caer, Wan Lengya lo tomó de nuevo en su abrazo, sin siquiera dejarlo ir, acostados juntos en la cama. Con sus ojos plateados ennegrecidos, acarició suavemente las lágrimas de su amado. Sus ojos obsidianos estaban llenos de obsesión, amor apasionado y ternura.

—Soy yo quien te encontró. Mi amado… —Lengya, que no era Lengya, susurró mientras se dejaba caer en la oscuridad uniéndose a su amor en la tierra de los sueños.

Traducido por: Valiz

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