La Hija Mayor Camina Por El Sendero De Las Flores Novela capítulo 72

Mientras tanto, el subastador no sabía quién era Yves, así que le preguntó directamente.

—¡Mil millones de rupens! ¿Alguien quiere superar la oferta de mil millones de rupens?

Entonces, un hombre del público soltó una carcajada y se puso de pie.

—Te ves muy inexperto, muchacho. ¡Qué temerario!

Radis lo miró de reojo.

El hombre continuó diciendo, mientras observaba a Yves, que ese era el tipo de persona que más odiaba.

La expresión de Yves cambió al instante y gruñó con voz baja.

—¡Franz Roderick...!

En el momento en que escuchó ese nombre, Radis se estremeció.

Franz Roderick.

Era el jefe de la Casa Roderick, una de las familias más prestigiosas de la región sur. Y, al mismo tiempo, era el padre de Robert, el capitán del escuadrón de subyugación.

Robert le había hablado una vez sobre la relación entre la Casa Roderick y la Casa Russell.

Las dos familias habían estado en malos términos durante un largo período de tiempo y, en particular, Franz sentía un terrible resentimiento hacia Yves Russell, ya que él había heredado el título de Marqués a una edad temprana.

—Simplemente escuché sobre la espada y vine a presenciar su esplendor, y aquí estás tú, quitándole esa oportunidad a los demás. ¿Es lo mismo que pasó cuando esa familia que no contribuyó a la fundación del imperio hace quinientos años, se dirigió al sur y echó raíces allí?

Franz miró a su alrededor y habló en voz alta, y la gente a su alrededor estalló en una risa despreciable.

Lanzando una mirada burlona a Yves, como si la risa de los demás lo hubiera animado, Franz habló.

—No puedes tenerlo todo, muchacho.

Entonces, alzó la voz al quitarse la capucha.

—¡Mil cien millones de rupens!

—¡Ohhhh!

El público miraba alternativamente entre Yves y Franz, con los ojos brillando de anticipación.

Aunque el nombre del Marqués Russell no se mencionó explícitamente, aquellos que entendían el significado de las palabras de Franz pudieron inferir quién era Yves, o al menos, adivinar que era un representante del Marquesado.

En un instante, la puja por Pyrrh, la espada de fuego, se convirtió en una intensa batalla de orgullo entre la Casa Roderick y la Casa Russell.

Leyendo el ambiente, el subastador recitó la oferta rápidamente.

—¡Mil cien millones de rupens, a la una!

Cuando todos miraron hacia Yves, él volvió la vista hacia Radis.

¿De verdad? ¿De verdad no te interesa?

Era una espada tan hermosa que cualquier caballero querría tenerla.

Era incluso la espada de su ancestro, Alexis Tilrod.

En el momento en que obtuvo información sobre la espadaPyrrh, Yves estuvo seguro de que Radis estaría absolutamente extasiada por tenerla.

Pero allí, Radis solo miró a Franz por un momento y luego volvió a fijar su atención en esa oxidada espada de hierro.

Al ver sus ojos brillar de esa manera, parecía realmente que le gustaba ese trozo de óxido.

Después de diez segundos de conflicto interno, Yves bajó la mano.

—¡Ohhhh!

Por última vez, el subastador gritó,

—¡A las dos!

Sin esperar que Yves se rindiera tan fácilmente, Franz se quitó la capucha y miró hacia atrás con duda.

Y entonces, el subastador bajó el martillo.

—¡Vendido por mil cien millones de rupens!

¡Huuuu...!

Yves dejó escapar un gran suspiro de alivio internamente.

Perder la subasta no era muy agradable, pero tampoco había mostrado su rostro aquí.

Así que podría fingir que nunca supo nada de eso más tarde.

Si Radis no quería esa espada, como Marcel había dicho, sería como una espada de maná que no le serviría de nada.

Además, ese tipo de espada no sería práctica como una espada decorativa para una chica de todos modos.

Cuando la espada se vendió por una cantidad inesperada de dinero, el subastador sonrió y la colocó de nuevo en su caja, enviándola hacia la parte trasera del escenario.

La subasta continuó después, pero el ambiente siguió siendo tenso porque la gente prestaba mucha atención a Franz Roderick y al hombre de la capa negra que creían que era el Marqués Yves Russell.

Ahora, el subastador señaló el estuche donde se encontraba la oxidada espada de hierro y luego gritó,

—¡Excavada en la naturaleza salvaje del sur, esta espada quedó atrapada en una gruesa capa de óxido! Solo el Señor del Tiempo sabe qué historia guarda esta espada atrapada. ¡La oferta comenzará en 100,000 rupens!

Al ver la suciedad del óxido, nadie levantó la mano.

El subastador gritó por última vez, levantando el martillo.

—¿Alguien quiere ofertar?

Radis levantó la mano con cuidado.

—¿Ciento diez mil rupens...? ¿Puedo?

—¡Por supuesto, hermosa dama! ¡Ciento diez mil rupens! ¡A la una! ¡A las dos! ¡Vendido!

Yves no podía entenderla en absoluto.

Después de que la subasta terminó, Yves la siguió hasta la parte trasera de la casa de subastas para reclamar su compra y le preguntó.

—Pensé que querías que te comprara una espada de maná.

—Así es.

—¿Eso es una espada de maná? Es solo un trozo de óxido. No importa cuánto la afilen, será difícil volver a usarla.

—Eso es todo lo que necesito.

—¡Huh, en serio...!

Entonces, detrás de ellos, alguien habló con una voz profundamente sombría.

—No tengo palabras.

Yves y Radis se giraron.

Era Franz Roderick.

—¿Es este otro de sus trucos, Marqués Russell?

Traducido por: Valiz

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