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La Hija Mayor Camina Por El Sendero De Las Flores Novela capítulo 60

Radis pensó que irían a algún teatro en el sur para la obra.

Pero no era eso.

El carruaje del Marqués se dirigía hacia las tierras altas de Larrings.

Ahí es donde estaba el "portal".

—¿Esperen, vamos a pasar por un portal?

—Sí. ¿Hay algún problema? ¿Te mareas al teletransportarte a través de un portal?

—Eso... no lo sé. Nunca he pasado por uno.

En el momento en que Radis dijo eso, el Marqués Russell sacó una bolsa de papel de debajo del asiento del carruaje y la infló.

Luego, se la entregó amablemente.

Con un firme agarre sobre la bolsa de papel, Radis preguntó.

—¿Vamos a pasar por un portal solo para ver una obra de teatro?

—Sí. ¿Por qué?

—¡La tarifa del portal es realmente cara! Y no cualquiera puede usarlo.

Solo había unos pocos portales en todo el imperio. Era una reliquia mágica antigua que distorsionaba el espacio al grabar runas en el suelo.

Además, se necesitaba una gran cantidad de piedras mágicas para el teletransporte.

Pero el Marqués Russell respondió.

—El portal de Larrings pertenece a la Casa Russell.

Radis se quedó sin palabras. Simplemente lo siguió.

El portal era misterioso.

Su superficie plana estaba hecha de mármol blanco y numerosos pilares se erguían a su alrededor.

Por toda la superficie y los pilares, aparecían runas antiguas que brillaban sutilmente formando un patrón complejo.

En el centro, Yves y Radis estaban uno al lado del otro.

El guardián del portal incluso le ató amablemente un gran pañuelo alrededor del cuello a Radis al verla sostener una bolsa de papel.

Cuando las preparaciones terminaron, el guardián del portal colocó un puñado de piedras mágicas sobre el altar.

—¡Ah…!

En ese momento, la superficie bajo sus pies brilló intensamente.

—¡…brillante!

Y al siguiente momento, estaban de pie en el portal de Dvirath, ubicado en una ciudad cerca de la capital, en la región norte del imperio.

Yves, cuyos labios se habían vuelto ligeramente pálidos, miró a Radis y preguntó.

—¿Estás bien?

Radis se quitó el pañuelo alrededor del cuello y lo metió en la bolsa de papel.

—Estoy bien.

—Qué alivio. Las personas que se marean con el portal a veces terminan vomitando.

Radis dudó y se apartó de Yves. Luego, preguntó.

—Marqués, ¿Está... está bien?

—Estoy acostumbrado porque paso por portales a menudo. De todos modos, esto es interesante. Es tu primera vez usando un portal, pero estás bien. Tu estómago debe ser de acero.

Cerca del portal, había un carruaje con el escudo de armas del Marqués.

Cuando estaba a punto de subirse al carruaje, Radis tropezó y sintió un poco de náuseas.

—Aquí.

Yves Russell sonrió y le extendió una mano.

—Supongo que no es tan de acero. Toma mi mano.

Se sentía realmente extraño.

Tal vez debido a los efectos secundarios del portal, Radis sintió como si estuviera soñando.

Después de pasar por las tierras altas, el carruaje se dirigió al centro de Dvirath.

Una ciudad construida alrededor del portal más cercano a la capital, Dvirath era la ciudad más espectacular del imperio.

La mayoría de los bancos más grandes y muchas sucursales de gremios estaban ahí.

Además de eso, el distrito comercial más famoso del imperio, llamado "El Camino Dorado", estaba justo ahí, completo con casinos y otros establecimientos de entretenimiento.

En otras palabras, Dvirath era un lugar que todos los ciudadanos del imperio querrían visitar al menos una vez en sus vidas.

Yves Russell se rió mientras observaba a Radis, que estaba ocupada admirando el paisaje urbano de Dvirath a través de la ventana del carruaje.

—¿Te estás divirtiendo?

Radis asintió vigorosamente mientras miraba hacia atrás a Yves Russell.

—¡¿Cómo no?! ¡Todos dicen que es su sueño de toda la vida ir a Dvirath!

—¿En serio? ¿Es lo mismo para ti?

Radis miró alrededor.

También tenía curiosidad.

Sin embargo, no soñaba particularmente con ello.

Nunca había ido siquiera a un teatro en el sur.

Ella era alguien que comía solo gachas de avena todos los días. Así como él no podía imaginar qué tipo de exquisiteces tendría el emperador en su mesa, ella nunca pensó que desearía ir a Dvirath.

Pero, por supuesto, era genial estar ahí.

—Nunca lo había pensado, ¡Pero de todos modos me gusta!

Yves Russell asintió.

—Si te gusta tanto, entonces la próxima vez que vayamos aquí, planeemos un itinerario más largo y quedémonos unos días.

—¿Eh?

—Mi familia tiene una casa en Dvirath, así que puedes venir aquí cuando quieras.

Radis observó a las personas caminando por ambos lados del boulevard por donde pasaba el carruaje.

Todas vestían con ropas coloridas, sonriendo felices mientras miraban a través de las ventanas de las tiendas.

También había niños vestidos con ropa bonita, con los brazos llenos de regalos mientras saltaban livianamente.

Había otro niño soplando burbujas, y las burbujas tan grandes flotaban por toda la calle.

Mirando atentamente las burbujas redondas, Radis absorbió la maravillosa y brillante vista que tenía ante ella.

Todo brillaba más bonito que un arco iris.

Se sentía como si estuviera soñando.

Nunca había experimentado un sueño tan feliz.

Traducido por: Valiz

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