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La Hija Mayor Camina Por El Sendero De Las Flores Novela capítulo 42

Más bien, cada palabra que pronunciaba Mariel era como un clavo en el pecho de Radis.

Radis miró a la mujer mayor con ojos enrojecidos, luego abrió los labios.

—Habla usted demasiado, señora.

—¿Qué?

—Puede que no lo entienda, pero hay personas en este mundo que no merecen ser padres.

Ante las palabras de Radis, la sala quedó en silencio como si estuviera inundada de aguas árticas.

Ahora fueron los labios de Mariel los que empezaron a temblar.

—Qué arrogante... señorita Radis, aunque algunas cosas salgan mal, es un gran error de su parte pensar así. ¿Cómo es que no merecen ser padres? Los padres y sus hijos están conectados por los cielos. ¿Qué otras cualidades necesitan? Después de llevarla en su vientre, su madre la dio a luz, señorita Radis. ¡Y su padre la crió hasta que tuvo esta edad!

Mariel habló con firmeza mientras miraba alternativamente entre Radis y Yves con ira detrás de sus ojos.

—No tiene gratitud. Aunque sus padres cometan errores, aunque cometan traición, si es su hija, ¡Debe perdonar las faltas de sus padres!

Con la cabeza gacha, la expresión de Radis se endureció.

Ella murmuró.

—…preferiría que cometieran traición.

Ella lo decía en serio.

Si Margaret y Zade sólo hubieran cometido el delito capital de traición, sería mucho más fácil perdonarlos.

Radis levantó la cabeza.

—Tiene razón, señora. Eso es lo que yo también creía. Lo intenté también. ¡Pero no se imagina cuánto…!

Una sonrisa insensible se podía ver en los labios de Radis.

—Pero, señora, a veces hay padres que clavan ellos mismos un clavo en el corazón de sus hijos. Curiosamente, la gente no les pregunta a esos padres qué motivo tenían para haber hecho eso. ¿Es eso aceptable? ¿Sólo los hijos tienen deberes hacia sus padres? ¿No existe ningún deber que los padres deban cumplir hacia sus hijos?

Algo que se había endurecido dentro de su corazón parecía haber estallado.

Después de decir esto, Radis se quedó ahí sin comprender por un momento.

No era propio de ella decir esas palabras.

Una gran espina que le atravesaba el corazón parecía haberse soltado.

Todo su cuerpo temblaba.

Radis no podía soportar mirar la cara de Mariel.

Mariel, que desconocía la situación de Radis, sólo había hablado de la noción común que la gente creía sobre los padres y sus hijos.

Sin embargo, esas palabras provocaron la ira de Radis.

—…me disculpo. Fui demasiado dura.

No pudo soportarlo más. Radis se disculpó mientras seguía temblando. Luego, se dio la vuelta.

—¡Oiga… oiga!

El grito de sorpresa de Mariel se desvaneció rápidamente en la distancia.

Radis bajó corriendo las escaleras.

Mientras pasaba por el pasillo, parecía como si las criadas la estuvieran observando con el cuello estirado.

Radis también estaba aterrorizada por las miradas de las criadas.

—¿Señorita Radis?

Allen, que estaba parado cerca de la puerta principal, la llamó, pero Radis también lo ignoró.

Empujó la puerta principal de la finca y corrió hacia el jardín.

Justo a tiempo, el mozo de cuadra estaba desatando los caballos de un carruaje.

Radis agarró las riendas de un caballo y se subió a él imprudentemente.

—¡Ah!

Y así, desapareció como el viento.

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“¡Clavar así un clavo en el corazón de sus padres no es el deber de un niño, ni siquiera es el deber de ningún ser humano!”

—¡Acabo de tomar una decisión que beneficiará el futuro de David junto con la familia Tilrod!

Las palabras de Mariel y Margaret resonaron en su mente como alucinaciones auditivas.

Por el futuro de la familia. Por el futuro de su hermano menor, que era el pilar de la casa. ¿Solo por ellos, era justo arruinar la vida de la hija mayor a quien nadie quería?

¿Era ese el deber de un niño? ¿El deber de todos los seres humanos?

“Si esto es verdad, entonces basta con una sola vez. ¿Por qué me dieron dos vidas? Si hay un dios ahí fuera, si hay una razón por la que nací como la hija mayor de la familia Tilrod, ese dios debería haberme dejado morir. ¿Por qué necesito vivir de nuevo? ¿Eso significa que tendría que vivir así dos veces? ¡Es demasiado cruel!”

¿Cuanto tiempo había estado corriendo?

Radis detuvo el caballo cuando sintió que su cuello estaba empapado de sudor.

Su rostro estaba helado por la fuerte brisa de la noche, pero su cuerpo sudaba igual que el caballo.

Traducido por: Valiz

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