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La Hija Mayor Camina Por El Sendero De Las Flores Novela capítulo 36

—¡Ohohoho! Ya que vas al Marquesado, asegúrate de llevarte bien con la gente de alto rango que está ahí. Háblales de tu familia o de tu hermano menor...

Radis suspiró.

—¿Dónde está papá?

Ante esa pregunta, la risa falsa de Margaret se desmoronó.

Ahora su rostro tenía una expresión venenosa y habló como si hubiera escupido las palabras.

—¿Qué sentido tiene saber dónde está ese hombre?

Y Radis se dio cuenta.

Parecía que Zade no regresó a casa anoche.

Ahora de peor humor, Margaret dio un paso adelante y comenzó a desahogar su ira, agarrando con fuerza el brazo de Radis.

—No se trata de una simple regañina, sino de un consejo de tu madre, así que tenlo en cuenta. Te vas de casa, pero aún llevas el apellido Tilrod, así que actúa en consecuencia y nunca olvides que David es el pilar de esta familia. Y como dije la última vez, no importa lo adinerada que sea esa persona, si regresas del Marquesado...

Tal vez consciente de la presencia de Jurich, la voz de Margaret se redujo a un susurro.

—Realmente vas a morir después de que te golpee mi mano. ¡No importa ayudar a la familia, solo no nos traigas deshonra!

Sólo entonces Radis se dio cuenta de lo que Margaret y los demás miembros de la familia Tilrod estaban pensando.

Parecían pensar que Radis iba a convertirse en la amante del Marqués o algo similar, por eso iba al Marquesado.

Lejos de la expresión fría que Irene vio antes, todo lo que había en el rostro de Radis ahora era desilusión y cinismo.

—Si eso le preocupa, ¿No debería haber dicho que no puede vender a su hija?

Los labios de Margaret se distorsionaron nuevamente, aplastándose en una forma extraña.

La forma en que sus labios se torcieron parecía excesiva, y ella se quejó y trató de racionalizar su decisión, su voz cada vez más fuerte como si eso hiciera que sus excusas fueran plausibles.

—Acabo de tomar una decisión que beneficiará el futuro de David y de la familia Tilrod. Piensa en lo que has hecho hasta ahora. ¡Te has interpuesto en el camino de David! Deberías estar agradecida de poder ser de alguna ayuda para tu familia. No puedes culparme por dejarte ir ahí. Acércate a cualquier persona de esta casa y pregúntale. ¡Cualquiera diría que sería mejor deshacerse de una hija como tú!

Radis miró a Margaret con ojos infinitamente fríos.

Aunque Irene había cambiado…

Margaret no lo había hecho.

Y Zade era igual.

Radis habló.

—Tengo mucho que decir al respecto, pero me abstendré. Ya sé cómo reaccionará.

—¡Ja! ¿Qué pasa?

Radis ya estaba a punto de darse la vuelta, pero se detuvo.

Esa sería la segunda vez que le haría la misma pregunta a Margaret.

La primera vez que preguntó fue cuando estaba en su lecho de muerte en su vida pasada.

Y ahora…

—¿Por qué me hace esto?

—¡¿Q-qué hice…?!

—¿Por qué despreció tanto a su propia hija? ¿Por qué nunca me amó? Nunca golpeó a David o Jurich, pero ¿Por qué siempre que se trata de mí, sus manos están pesadas? ¿Qué hice tan mal? ¡No sé por qué tuve que sacrificar tanto solo por haber nacido como la hija mayor de esta familia…!

Radis dejó de hablar y respiró profundamente.

Tuvo que detenerse. Si decía algo más, podrían salir a la luz cosas que aún no le habían sucedido a Radis, de dieciséis años.

Pero eso por sí solo pareció haber enfurecido lo suficiente a Margaret.

Incluso se quitó su máscara pretenciosa, que normalmente no se quitaba delante de David o Jurich, y luego comenzó a hablar imprudentemente con cara de demonio.

—¿Qué? ¡Esta zorra! ¿Qué? ¿Sacrificio? ¿Qué sacrificio has hecho? ¡Soy yo quien ha sacrificado tanto! ¡No olvides que yo te di a luz, te alimenté y te di suficiente gracia y refugio para que pudieras dormir! ¡Cómo te atreves a decir cosas como que eres la única que ha sufrido! ¡Te lo mereces…!

—Me lo merezco ¿Por eso?

—¡…!

Muy lentamente, los labios de Radis se curvaron en una sonrisa fría.

—Sí, lo sé. Por eso me trataste así. Nunca me quisiste ni me consideraste tu hija. Aun así, hice lo mejor que pude porque pensé que eventualmente me amarías. Soporté y trabajé duro solo para ser reconocida como parte de tu familia. Debí haber parecido tonta por haber luchado de esa manera, ¿No?

Radis miró a Margaret, que se había quedado en silencio durante todo ese tiempo, y continuó hablando con voz seca.

—Ya no te necesito. No quiero luchar para quedarme aquí. No deseo tener ese tipo de vida. Así que me voy.

Un silencio insoportablemente gélido se prolongó entre Radis y Margaret.

Incapaz de soportar ese silencio, Jurich gritó.

—Ahora… ¡Por favor, detente!

Como si intentara cambiar la atmósfera, Jurich se obligó a sonreír y le habló a Radis.

—Ah, Radis. El hermano David aún no se ha despertado, pero no te desanimes. Nos volveremos a encontrar. Ya que somos familia, ¿No?

Jurich juntó las manos bajo la barbilla y, con una mirada sincera en los ojos, le suplicó a Radis.

—Pero aparte de eso, una vez que te acerques al Marqués, por favor invítame al Marquesado. Puedes hacerlo, ¿Verdad? Y me enviarás regalos, ¿Verdad? ¿Verdad?

Incluso ella no había cambiado.

Seguramente David sería igual.

Sin siquiera responderle a Jurich, Radis se dio la vuelta.

Y subió al carruaje sin mirar atrás.

—Por favor, váyase.

Así pues, Radis abandonó la familia Tilrod.

Ella no sintió ni un ápice de arrepentimiento.

Traducido por: Valiz

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