La Hija Mayor Camina Por El Sendero De Las Flores Novela capítulo 33

Entonces, el Marqués Russell levantó ambas manos.

—Muy bien, vayamos al grano. Radis, ven al Marquesado Russell.

Después de decir eso, parecía esperar una reacción de ella.

Sin embargo, la expresión facial de Radis permaneció igual: en blanco.

—¿El Marquesado? ¿Por qué?

—He investigado un poco sobre ti. La mayoría de la gente ni siquiera sabe que existes, y mucho menos que formas parte de la Casa Tilrod. Y las pocas personas que te conocen dirían que no te tratan como es debido. Algunas personas incluso dicen que no pareces ser hija biológica de la pareja.

Cuando dijo que ella no parecía una hija biológica, la mirada de Radis vaciló un poco.

Pero ella todavía tenía un rostro inexpresivo.

—¿...y entonces?

—Aparte de eso, recientemente te resignaste a tu situación e incluso te ocupaste de la admisión del hijo mayor a la academia. Esta casa no es más que un lecho de clavos para ti, por eso esta debería ser una oportunidad para ti.

—¿Por qué?

—¿No quieres?

—No pregunte si me gusta o no antes de decirme por qué dice eso.

Radis relajó los brazos y apoyó la barbilla en una mano mientras miraba al Marqués Russell.

Era como si estuviera hablando de otra persona.

—Viendo lo inquietos que están mis padres, seguramente les habrá hablado de dinero, quizá de una cantidad considerable. Pero ¿Por qué intenta llevarme a su Marquesado, Marqués?

Yves Russell se quedó en shock.

Mucho.

Se suponía que las niñas de esa edad no debían ser así.

Ni siquiera salían de sus habitaciones sin antes vestirse y arreglarse. Y aunque estuvieran en su propia casa, nunca intentarían caminar delante de los hombres.

Y ninguna de ellas llevaría a un hombre a un patio trasero para conversar.

Pero lo que más le sorprendió fue la actitud de Radis.

Era hija de una familia humilde que no tenía título, pero no parecía intimidada delante de un Marqués, un Marqués que poseía más de la mitad del territorio del sur del imperio.

Se dio cuenta de que sus expectativas lo habían engañado.

Yves Russell pensó que sería sencillo hacerse con Radis.

Según la investigación que se le hizo, era una chica que no era tratada adecuadamente en su propia casa, por lo que lo que él esperaba era que se pusiera a llorar en el momento en que una oportunidad como esa cayera en su regazo, luego asentiría tímidamente mientras lo miraba. O eso, o lo seguiría temblando de miedo.

Pero en ese momento, Radis estaba extremadamente fría.

—Entonces, para reiterarlo, ¿Me está dando una oportunidad, Marqués Russell, y debería esperarla con ansias?

Pero Yves Russell simplemente tarareó y la miró, mirándola fijamente a la cara.

—Cuanto más te miro, más no entiendo.

Su voz era baja y suave, y cuando Radis la escuchó de cerca, sus oídos zumbaron.

De alguna manera, conteniendo el impulso de encogerse de hombros, Radis preguntó.

—Entonces, ¿Qué pasa conmigo y mi familia?

—Déjame añadir una cosa más: el Tercer Príncipe te ha tomado cariño.

—¿…?

—¿Te acuerdas de él? Olivier Arpend.

—Olivier…

Los ojos de Radis se abrieron un poco más.

Recordó las iniciales grabadas en el pañuelo.

OA

Al ver su reacción, el Marqués Russell asintió y continuó hablando.

—Sí, él es quien te ayudó cuando te tropezaste. Por supuesto, es lo que se espera de un caballero, pero este caso es diferente.

Los labios de Yves Russell se torcieron ligeramente mientras sonreía.

—¿Crees que hasta ahora solo ha habido una o dos jóvenes que se han tropezado delante del Tercer Príncipe? He visto a docenas de ellas hacerlo a propósito. Por supuesto, el Tercer Príncipe las trató bien como el caballero que es, pero contigo fue un poco diferente. ¿Cómo decirlo? Parece que le ha tomado cariño.

Al escuchar sus palabras, Radis tuvo que esforzarse para controlar su reacción.

—OA... Ese era Olivier Arpend.

Olivier.

Era un nombre que realmente le sentaba bien.

Con cabello plateado y ojos color amatista brillando bajo la luz de la luna…

Cuando vio que las mejillas de Radis se sonrojaron levemente, la sonrisa de Yves Russell se torció aún más.

—¿No quieres volver a encontrarte con el Tercer Príncipe?

Radis notó la sonrisa insidiosa en los labios de Yves Russell.

En efecto, había una diferencia enorme entre su sonrisa y la de Olivier.

Y esa diferencia fue suficiente para que Radis volviera a la normalidad.

—¿Va a dejar que me lo vuelva a encontrar? Tal vez… ¿Es ese su objetivo?

—Así es.

—¿Me está diciendo que crea todo eso? ¿Va a gastar una enorme cantidad de dinero y llevarme a su Marquesado solo para hacer eso?

—¡No es… sólo eso!

De repente, la voz de Yves Russell subió un tono más.

—¿Sabes qué clase de persona es el Tercer Príncipe? Hay rumores de que es solo una muñeca de porcelana que se mueve o un trozo de mármol que respira, tal vez incluso una muñeca de cristal a la que hay que darle cuerda con una llave en la espalda. No, no, espera, ¿Por qué asientes? No es por su apariencia, es porque no siente ninguna emoción en absoluto. Y lo más importante, ¡No le interesan las mujeres! ¡Incluso después de su celebración de mayoría de edad!

La boca de Radis se abrió un poco.

No fue porque estuviera sorprendida por los rumores que rodeaban a Olivier, sino porque estaba sorprendida por lo apasionado que parecía ser el Marqués cuando se trataba de ese problema.

A diferencia de la fría primera impresión que cualquiera podría tener de él, el Marqués Russell parecía ser el tipo de persona que entraría en histeria.

Con una mano ahuecando su boca, Yves Russell susurró en voz muy baja.

—Incluso hay rumores de que le gustan los hombres.

Con la boca todavía abierta, Radis se cubrió ambos oídos con las manos.

—Voy a fingir que no escuché eso.

—Haz lo que quieras, claro. Pero hasta ahora yo también pensaba que era así, e incluso empecé a pensarlo dos veces antes de desabrocharme la camisa delante de él. Pero luego vi esa escena contigo. He estado al lado del Tercer Príncipe durante un tiempo, pero nunca lo había visto sonreír. Y fue una sonrisa realmente deslumbrante.

Radis miró fijamente al Marqués Russell.

—¿Por casualidad… le gustan los hombres?

—Es la primera vez que nos vemos hoy, pero ¿Puedo pegarte?

Traducido por: Valiz

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