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La Hija Mayor Camina Por El Sendero De Las Flores Novela capítulo 32

Ante ese extraño suceso, Radis se acercó a la puerta y la abrió ella misma.

—¡...!

Radis se sorprendió.

Un hombre vestido completamente de negro estaba parado en la puerta estrecha.

Era aproximadamente el doble de alto que Radis, e incluso sus hombros eran el doble de anchos.

Todo lo que cubría su gran cuerpo era negro.

La lujosa capa sobre sus hombros, el lujoso jubón ajustado, los pantalones de seda y sus botas.

La única parte de su cuerpo que no presentaba esa ausencia de color era su rostro, pero incluso éste estaba medio cubierto por su largo cabello negro.

Lo que sólo se podía ver debajo de su flequillo rizado era su nariz recta y angulosa, su mandíbula afilada y sus hipnotizantes labios rojos.

Y mientras sus labios se movían, una voz suave y grave se derramó como cuero opulento.

—Radis, ¿Correcto?

Fue sólo un momento, pero Radis se preguntó si debería atacar a ese hombre.

Porque esa figura parada en ese pasillo oscuro parecía un monstruo.

Radis de repente se dio cuenta de que estaba alcanzando su costado vacío, como si estuviera a punto de sacar una espada que ni siquiera tenía.

Sonriendo por su propia estupidez, relajó las manos a los costados y abrió los labios para hablar.

—¿Pero quién es usted?

—¡…!

Ella pudo ver como la mandíbula del hombre se contraía.

Cruzó los brazos lentamente y respondió.

—¿No está hablando demasiado informalmente?

—Sólo estoy devolviendo el favor.

—¡…!

Una sonrisa torcida tiró de los labios del hombre.

Se acarició la barbilla y como expresando su rendición, habló.

—Está bien. De ahora en adelante será así, ¿Eh? No está mal. Me presentaré entonces: soy Yves Russell. Marqués Russell.

Radis abrió mucho los ojos mientras miraba al hombre.

“¿Éste es el marqués Russell?”

Ella no lo podía creer.

¡Ese hombre vestido de negro era el marqués Russell, el señor de las tierras más extensas del sur!

—Escuché que es joven, pero más que joven, es más como si tuviera una atmósfera inmadura...

No es que no quisiera hablar con él, es que no quería ser educada. Pero él era un marqués.

—Soy… no, mi nombre es Radis… señor.

Mientras decía eso, de repente se dio cuenta de que Zade y Margaret estaban a poca distancia en el pasillo oscuro, observándolos.

Parecían extrañamente nerviosos.

Radis añadió de mala gana.

—…Radis Tilrod.

—Está bien, Radis. ¿Puedo hablar con usted un momento?

—¿Hablar?

—Si en su habitación hubiera un salón, podríamos hablar ahí, pero no creo que sea el caso.

El Marqués Russell echó un vistazo rápido a la pequeña habitación y luego se volvió hacia Radis sin perder mucho tiempo en mirar a su alrededor.

—Vamos a dar un pequeño paseo por el jardín.

No parecía que le estuviera pidiendo que peleara, por lo que no tuvo que pensar profundamente antes de aceptar la invitación a hablar.

Radis asintió.

—Sí, Excelencia.

Salió de la habitación y cerró la puerta detrás de ella, momento en el que escuchó a Margaret murmurar detrás de ella: "¡Sin siquiera cambiarse de ropa!", pero a Radis no le importó.

La ropa que tenía era toda vieja y no lucía mucho mejor que la que tenía puesta en ese momento. Y ese horrible vestido rosa esponjoso.

Radis salió del pasillo y se dirigió habitualmente al jardín trasero.

A diferencia del jardín delantero de la mansión, que estaba decorado con todo tipo de flores coloridas, el jardín trasero era más un terreno baldío que cualquier otra cosa.

Cuando llegaron ahí, Radis se apoyó contra una valla y cruzó los brazos, mirando al Marqués Russell.

—¿Puedo saber de qué le gustaría hablar?

El Marqués extrañamente no respondió, mirando únicamente a Radis con los labios firmemente cerrados.

Después de un rato, Radis volvió a hablar.

—¿...qué pasa? ¿Su Excelencia realmente sólo quería dar un paseo?

—¿Qué?

—Entonces, ¿Le gustaría ir al jardín de adelante?

—No, está bien. Me gustaría hablar, así que este lugar es suficiente. Pero me gustaría preguntarle: ¿Nos hemos conocido antes?

—¿Perdón?

Radis frunció el ceño mientras lo miraba.

Incluso cuando lo miró de nuevo, era la primera vez que lo veía.

Lo mismo ocurrió en su vida anterior.

Si hubiera conocido a una persona que tuviera una presencia tan única como él, definitivamente lo habría recordado.

—No creo, Excelencia.

—Sí... así debería ser. Es solo que dijo algo extraño. No, no importa.

El Marqués Russell meneó la cabeza y dijo eso con tono firme, como para desterrar el pensamiento.

¿Por qué pensó eso?

—…es absurdo.

—¿Qué?

—Esta casa. Y usted.

Radis frunció el ceño y miró ligeramente al Marqués.

Ella ni siquiera podía adivinar qué era lo que quería decir.

Traducido por: Valiz

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