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La Hija Mayor Camina Por El Sendero De Las Flores Novela capítulo 22

Mientras se frotaba el brazo que Margaret había desgarrado, respondió con brusquedad.

—Lo sé.

Los ojos de Huber brillaron.

—¿Me conoce?

—¿No es un comerciante de Gillem?

Radis asintió levemente.

—Y sé más que eso. Ser un comerciante de Gillem es solo su fachada, en realidad es un traficante de piedras de maná. Extorsiono piedras de maná a la gente de mi familia sin decirles el verdadero valor de mercado de las piedras de maná.

Mientras Radis lo miraba fijamente, se tragó sus palabras.

En su vida anterior, Margaret y Zade eran responsables de vender las piedras de maná que Radis obtenía después de cazar monstruos.

Conocían a Huber, pero fue Huber quien primero se acercó a ellos con malas intenciones.

Él bloqueó desesperadamente a otros comerciantes para que no supieran sobre las piedras de maná que tenían, y persuadió a Margaret para que le permitiera comprarlas a precios bajos.

Por supuesto, ese ridículo truco no duró ni medio año, pero Huber obtuvo bastantes ganancias durante ese corto período.

Margaret y Zade, que habían sido estafados sin que ellos lo supieran, se sintieron muy humillados, pero no pudieron quejarse en ningún lado.

Cuando esos viejos recuerdos regresaron, Radis inmediatamente quiso golpear a Huber con fuerza en la cara.

Pero esos eran viejos recuerdos. Esos hechos aún no le habían sucedido a Radis, de dieciséis años.

Suspirando brevemente, captó al hombre mirándola fijamente.

El fraude de Huber aún no había sucedido; no, nunca sucederá en esa vida.

En primer lugar, Radis nunca traería piedras de maná a casa.

Radis habló con frialdad.

—No necesito acompañante. Me gusta estar sola.

Sin embargo, Huber se limitó a sonreír y no dejó pasar la situación.

—¿Quién en el mundo estaría feliz de estar solo así?

—...

Radis se alejó de él sin siquiera responderle.

Obviamente ella lo estaba ignorando.

Ante eso, Huber frunció el ceño.

Aunque por fuera parecía estar bien, por dentro no era así. No había nadie ahí que no supiera que la familia Tilrod era como un barco de papel que se hundía.

Sin embargo, la joven de esa familia simplemente lo ignoró.

Huber, cuyo humor estaba decaído, cambió su enfoque y habló en un tono sarcástico.

—Por cierto, la familia Tilrod parece estar bastante entusiasmada.

—...

—Ese vestido me resulta familiar. Estaba en el catálogo de la Boutique Rhode con un descuento del cincuenta por ciento al principio, luego del sesenta por ciento, luego del setenta por ciento un año tras otro… ¿No es ese el vestido que gradualmente fue bajando al noventa por ciento? ¿No le da vergüenza usar esa ropa?

Poco después de decir eso, el propio Huber se dio cuenta de que había ido demasiado lejos.

La persona con la que estaba hablando era una chica de dieciséis años que no tenía absolutamente ninguna experiencia en socializar.

Sus palabras y acciones fueron demasiado para tomar represalias contra una chica arrogante que se alejaba de él.

Sin embargo, Radis sonrió.

—Parece que le interesa la ropa de mujer. Es un poco sospechoso.

—¡…!

—Tengo dieciséis años. No tengo más opción que vestir lo que me han dado. ¿No era lo mismo cuando usted tenía la misma edad?

Huber no pudo responder nada, aunque murmuró. Radis continuó.

—Pero si es algo de lo que avergonzarse, entonces debe ser vergonzoso simplemente quedarse a mi lado.

Radis entrecerró los ojos mientras lo miraba fijamente.

—Entonces, me iré. Tengo algo que hacer, incluso con un vestido como este.

El Huber que tenía delante no era el mismo hombre que la estafó a ella y a la familia Tilrod.

Pero eso no significaba que ella tuviera que ser amable con él.

—Probablemente sea mejor no involucrarse con él.

Pero aparte de eso, hace un momento vio a una persona familiar en el segundo piso.

—Robert.

Pero ella no estaba segura.

Y si realmente era Robert a quien ella vio, era extraño que él estuviera ahí en primer lugar.

De todos modos, ella quería ir y ver si esa persona realmente era Robert.

Pero.

—¡Espere un momento!

Huber fue persistente.

—Disculpe mi mala educación. Como era de esperar, fue una respuesta propia de una dama de familia noble. Cómo disculpa, ¿Le gustaría bailar conmigo?

La voz de Huber tenía más matices que hacía un rato, y sus ojos brillaban con pensamientos que ella no podía leer.

Cuando sus miradas se cruzaron, Radis sintió que se le erizaban los pelos de la nuca.

“¿Bailar?”

Ella no quería.

¡Qué espanto!

Entrar a Monsterwood con nada más que la ropa que llevaba puesta era una idea aún más atractiva que tener un solo baile con Huber.

Traducido por: Valiz

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