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La Hija Mayor Camina Por El Sendero De Las Flores Novela capítulo 21

La vizcondesa Anton dejó de lado sus dudas y habló suavemente para consolar a Margaret, acariciando ligeramente el brazo de la otra mujer.

—Estaría bien si hicieras eso.

—Por supuesto. Haré exactamente eso.

Mientras escuchaba a las otras esposas, Margaret se rió por dentro.

Para ella, la reputación de Radis (y todo su futuro, de hecho) no era más importante que una lagaña en los ojos.

Por lo tanto, ella no tenía culpa alguna.

Ella estaba mucho más preocupada por proteger a David y su nombre.

Hasta el punto que Radis realmente no significaba nada para ella.

Cuando la conversación se calmó por un momento, Jurich tiró de la manga de Margaret.

—¡Mamá, mamá!

—¡Oh, hija mía! ¿Qué te pasa?

—Mira a Radis ahí.

Con su abanico, Jurich señaló la esquina del salón de banquetes cerca del baño de mujeres.

Radis estaba sola entre los pilares, muy lejos de otras personas.

Cuando observaron atentamente lo que hacía, vieron que estaba mirando hacia el balcón del segundo piso.

Margaret resopló.

—¿No tiene vergüenza? ¿Cree que podrá seducir a alguien con ese aspecto?

Jurich se cubrió la cara con ambas manos.

—¡Ah! ¡Qué vergüenza!

—Los demás se avergüenzan de ella, pero ella misma es muy desvergonzada.

Los ojos de Margaret brillaron de alegría mientras miraba de reojo el salón de banquetes. Acarició la cabeza de Jurich y luego habló.

—Ve y reúnete con tus amigos.

—¿Y tú, mamá?

Los ojos de Margaret brillaron insidiosamente.

—Le daré una muestra de la realidad.

───── •🎕• ─────

“La familia Russell lleva a cabo subyugaciones con regularidad, pero a veces sus caballeros son enviados como refuerzos para las subyugaciones imperiales. ¿Estarán ahí? Por supuesto, ahora no me conocerían, pero tal vez podría unirme a la subyugación. No es que no hubiera mujeres en absoluto. Si pudiera ver a esa persona y hacer la prueba…”

Radis miraba a su alrededor en busca de un rostro familiar, pero su expresión se endureció cuando se dio cuenta de que Margaret, con los labios curvados en una amplia sonrisa, caminaba hacia ella.

Y al lado de Margaret, un hombre la escoltaba.

Quizás estaban hablando de Radis.

—Ella está aquí ahora, pero desde el momento en que nos separamos, no puede socializar en absoluto. Esa niña tiene muchas carencias.

—Jaja, así son la mayoría de las jovencitas.

—¿Acompañarás a Radis, Huber?

—Es un honor para mí.

Margaret se acercó a Radis y la miró fijamente. Agarró el brazo de Radis con toda la fuerza que pudo y luego susurró rápidamente:

—Que estás haciendo en este momento.

—Nada.

—¿Qué quieres decir con nada?

Con una expresión distorsionada, Margaret exclamó.

—¿Crees que no sé lo que tienes en mente? ¡Pareces una mujer de la calle mientras miras hacia el segundo piso con ojos de zorra!

Radis frunció el ceño ante el insulto inesperado.

Miró mucho hacia el segundo piso, pero no era la única. De hecho, la mayoría de las personas reunidas en el primer piso miraban hacia arriba.

En particular, había muchas señoritas zumbando debajo del balcón con la esperanza de ver incluso una sombra del tercer príncipe.

Incluyendo Jurich.

Radis se quitó de encima la mano de Margaret y estaba a punto de gritar.

—¡¿Qué fue lo que hice...?!

Margaret cubrió los labios de Radis.

—¡No te atrevas a humillarme aquí!

Radis también se quitó esa mano de encima.

Pero no pudo decirle nada más a Margaret. Un poco más allá, Huber los observaba con curiosidad.

Margaret habló como si le estuviera aconsejando sinceramente.

—Despierta y enfrenta la realidad. Ese chico es perfecto para ti. Es mi regalo para ti porque te veías muy sola.

—¿Regalo?

Margaret agarró el antebrazo de Radis como si quisiera arrancárselo.

Luego, con voz muy baja, susurró.

—Hay un rumor de que es bastante rico a pesar de su apariencia. ¿No es esto demasiado bueno para ser verdad para ti? Buena suerte. Nunca se sabe, tal vez puedas casarte con un hombre rico que no necesite recibir ninguna dote. Si es así, entonces finalmente me sentiré recompensada por tener una hija como tú.

Durante el abuso verbal de Margaret, Radis palideció y luego la atrajo hacia Huber. Desapareció con una enorme sonrisa en los labios.

“¿Es eso realmente algo que diría una madre?”

Mientras observaba la figura de Margaret alejarse, Radis negó con la cabeza.

—No, no necesito que me vuelvan a hacer daño.

Entonces Huber la enfrentó.

—Vaya, vaya. Aún no me he presentado. Soy Huber Cradium.

Radis volvió su mirada hacia el hombre.

—Ese tipo, Huber, también está aquí.

Ella lo conocía.

Por supuesto, era alguien a quien Radis, de veintiséis años, conocía, no a Radis, de dieciséis.

Mientras lo recordaba, casi resopló.

Traducido por: Valiz

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