La Hija Mayor Camina Por El Sendero De Las Flores Novela capítulo 12

Margaret gritó de nuevo.

—¡Has causado un desastre! ¡Ahora mira a tu madre a los ojos y date cuenta de lo que has hecho mal!

Los ojos de Radis se abrieron.

Era un sueño, pero… ¿Por qué te dolía?

Los insultos verbales de Margaret iban de un oído a otro porque Radis estaba paralizada de asombro.

—¿Qué? ¿Eh? ¿Eh? ¿Fue avaricia? ¡Solo recobrarás el sentido común si te abren la boca, eh! ¡Tijeras, tráeme unas tijeras! ¡Te arrancaré la boca!

Radis se tocó la mejilla hinchada.

Dolía.

Realmente, realmente dolía.

El dolor pareció aclararle la mente.

—…pruébalo.

—¿Qué?

—Si me vas a destrozar, por favor inténtalo.

La boca de Margaret se abrió de par en par.

“¿Pero no es esto realmente sólo un sueño?”

Todo era demasiado vívido para decir que era sólo un sueño.

—¡Oh, claro! Ya no quieres vivir, ¿Eh? ¡Claro, adelante, adelante y muere hoy!

Incluso su corazón dolía.

Pero Radis ya no estaba dispuesta a dejarse despedazar y romper en pedazos.

Ella agarró la mano de Margaret, que estaba a punto de agarrar el cabello de Radis.

Los ojos de Margaret estaban muy abiertos.

Radis tenía dieciséis años cuando David ingresó a la academia.

Aunque estaba terriblemente delgada debido a su desnutrición, su cuerpo estaba magníficamente disciplinado.

Margaret, que era una dama noble, no podía compararse.

El rostro de Margaret se fue poniendo pálido poco a poco mientras luchaba por retirar su mano.

—T-tú…

Al final, no pudo agarrar a Radis por el cabello.

Radis miró la cara de su madre.

—Como me ordenaste, fui a la Academia Imperial y obtuve un certificado de admisión. ¡Todo por mi cuenta!

—¡Tú... esto...!

—¿Sabes lo que eso significa? ¿De verdad crees que dejé que me golpearas porque no podía pensar con claridad o porque no tenía poder?

—¡Suéltame! ¡¡¡Te dije que me dejaras ir!!!

—Lo aguanté todo porque eras mi madre. ¡Todo, hasta el final!

—¡E-esto…!

Margaret apretó los dientes y luchó por sacar su muñeca.

Pero ella no podía mover un músculo.

Margaret terminó gritando.

—¡Cómo te atreves a hacerle esto a tu madre!

Radis la soltó.

Margaret, que utilizó toda su fuerza para tirar hacia atrás su muñeca, retrocedió y se tambaleó hacia atrás.

—¡AHHHH!

Luego de que ella gritó, hubo un pesado silencio.

Margaret se dejó caer al suelo y miró a Radis.

Radis no era diferente de cualquier otro caballero.

Su cabello todavía estaba hecho un desastre por el corte que le habían hecho justo antes de tomar el examen de ingreso, su piel estaba dañada y seca.

Sólo una cosa cambió.

La mirada en sus ojos.

No eran los mismos ojos que siempre miraban a Margaret, esperando algo, cualquier cosa.

Al igual que el cielo nocturno, sus ojos negros no mostraban emoción alguna.

Radis habló de manera similar, sin emoción y en voz baja.

—No lo soporto más.

El rostro de Margaret se arrugó y se puso rojo.

Y finalmente, estalló en lágrimas.

Las criadas, que oyeron el llanto de Margaret, entraron en la habitación en estado de shock.

Fue Margaret quien cayó por sus propios medios, pero jadeó y lloró como si la hubieran asaltado. Al final, las criadas tuvieron que llamar a más sirvientes para que la sacaran.

Radis suspiró profundamente al verla.

Si eso realmente era un sueño, esperaba que terminara ahí.

Pero después de un día… dos días…

El sueño continuó.

Al tercer día, Radis tuvo que aceptar eso como su nueva realidad.

───── •🎕• ─────

La mejilla derecha de Radis todavía estaba hinchada y, frente a ella, la criada arrojó un tazón de sopa al azar.

Radis miró la sopa gris y acuosa, donde flotaban aquí y allá algunos trozos de cáscaras de verduras.

La comida que le dieron a Radis ya había sido terrible antes, pero ahora, era aún peor.

Fue casi como un regalo de Margaret.

“Ya ni siquiera parece comida.”

Radis miró fijamente a la criada que traía la sopa.

—Disfrute de su comida.

Irene. Hacía mucho tiempo que Radis no la veía.

Ella era la criada favorita de Margaret, y la que le dio una mano para convertir la infancia de Radis en un infierno.

—Si enviaste a Irene, entonces realmente estás decidida a abusar de mí.

Las intenciones de Margaret eran tan obvias que Radis sólo pudo suspirar.

Traducido por: Valiz

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