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La Hija Mayor Camina Por El Sendero De Las Flores Novela capítulo 11

Incluso en medio del caos, la expresión de Radis era serena.

Pero eso no significaba que esa serenidad fuera algo que siempre había tenido antes.

Ella no era la misma Radis que siempre tenía la cabeza gacha, con una mirada distraída y ansiosa en su rostro.

En ese momento, Radis miraba a Klein con la barbilla en alto y la mirada firme.

Radis abrió los labios una vez más.

—No soy David Tilrod. Mi nombre es Radis.

Klein todavía tenía una mirada estupefacta en su rostro, todavía sin entender la situación.

—Lady Radis, ¿Qué está haciendo? La admisión de David en la Academia Imperial es un gran honor que su familia también debería celebrar. Pero usted... ¡Usted rompió el certificado de admisión...!

—Señor Klein. No, señor Klein Rockton.

Klein intentó seguir reprendiéndola, pero Radis lo interrumpió.

—Me acuerdo de usted. Amablemente me guió hasta el lugar de la prueba mientras buscaba el campo donde se realizaría la prueba práctica. Incluso me dió una palmadita en el hombro después del examen.

—…

—No es solo ahora. Tampoco fue David en ese entonces. Fui yo.

¡Estallido!

El fuerte ruido de las escaleras llamó la atención de la gente.

Fue el sonido de la puerta cerrándose detrás de Jurich.

Pero no era ella la única que estaba ahí parada.

David también lo era.

David, que aún no comprendía la situación, levantó la voz alegremente con los brazos extendidos.

—¡Sí, soy yo! ¡El querido hijo de la familia Tilrod, David Tilrod!

Ignoró la mano de Jurich a pesar de que se suponía que debía acompañarla. Luego, bajó las escaleras, directo al oficial de admisiones.

—¿Es el encargado de admisiones? ¡Encantado de conocerlo! ¿Dónde está mi certificado? ¿Por qué está tan quieto ahí?

Cuando se acercó a ellos, David vio a Radis e hizo una mueca.

—¿Qué? ¿Por qué estás aquí? ¿Por qué llevas mi armadura? ¡¿Estás armando un escándalo?!

Radis meneó la cabeza.

—No. Me voy a mi habitación.

—¡Qué bien! ¡Porque hoy es mi día!

Tarareando alegremente, David miró a Klein.

—Entonces, ¿Mi certificado de admisión?

Sobre la mano extendida de David, Radis colocó el trozo de papel rasgado.

¡Estallido!

Esta vez, nuevamente no fue de Jurich.

Fue el sonido de la puerta cerrándose detrás de Margaret cuando ella salió.

───── •🎕• ─────

—Jajaja.

Como si fuera un suspiro, Radis rió desanimadamente.

—¿Qué…? ¿Entonces fue así de fácil?

Ella estaba recordando lo que acababa de suceder en ese sueño suyo antes de morir.

Y le hizo rememorar los recuerdos de toda su vida.

Entonces cerró los ojos.

Fue fácil.

Fue sencillo

Lo único que tenía que hacer era dejar de cerrar los labios y los ojos.

—No puedo permitirme el lujo de morir ahora.

Radis yacía en su cama con los brazos abiertos, mirando el cielo del atardecer a través de la pequeña ventana. Su rostro estaba sereno.

Nunca se sintió tan aliviada.

Pero fue extraño…

El sueño aún no había terminado.

—¡Perra… loca!

Margaret, con toda la cara roja, pateó la puerta y entró corriendo.

Radis la miró fijamente, ella corría como loca y tenía la frente arrugada.

“Aunque mi vida pase rápidamente ante mis ojos, no quiero volver a ver eso.”

—¡Estás loca! ¡No puedes hacer eso sin volverte loca! ¿Cómo pudiste hacerle eso a tu hermano?

Margaret gritó a todo pulmón.

—¿Cómo puedes arruinar cada camino que toma tu hermano? ¿Aún puedes llamarte la hermana mayor de David? ¡¿Acaso sabes lo que hiciste?! ¡¡La admisión ha sido cancelada?! ¡Y además de eso, nuestra familia ha sido etiquetada como una familia que se somete a exámenes ilegales! ¡¡¡Todo por TU culpa!!!

Radis sonrió amargamente.

—¿Por qué es por mi culpa?

—¿Q…qué?

—Fuiste tú quien me pidió que hiciera eso, que hiciera el examen en lugar de David. ¿Sabías siquiera lo que estabas pidiendo? Querías que un chico no calificado ingresara a la academia.

Radis se levantó de su asiento.

Sus ojos eran tan fríos que Margaret se estremeció.

Radis dijo con voz severa.

Cegada por la codicia, Margaret miró a Radis con la boca abierta.

Pero Radis no rehuyó esa mirada.

Radis esperaba que sus sentimientos pudieran transmitirse a Margaret si es que ella podía ver más allá de sus propios ojos.

Quería que Margaret aceptara y comprendiera lo que acababa de decir. Aunque fuera un sueño. Aunque fuera solo su vida reflejada ante sus ojos. Esperaba que Margaret lo hiciera realidad.

Entonces Margaret finalmente habló.

—¡¡Tú… mereces… morir…!!

Mientras Margaret gritaba, levantó la mano.

Radis podría haberlo evitado, pero no lo hizo a propósito.

“Es sólo un sueño de todos modos.”

¡Bofetada! ¡Bofetada!

Traducido por: Valiz

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