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La Emperatriz Se Volvió A Casar Novela capítulo 63

Ocho días después de que Rashta le pidiera al Vizconde Roteschu que descubriera la debilidad de la Duquesa Tuania, el Vizconde le hizo una visita.

—Llega más temprano de lo esperado.

Rashta le habló en un tono cortante y ordenó a la Vizcondesa Verdi que retirara el té.

—Vaya. ¿Ni siquiera me vas a servir té?

—No. Y no la despedí por usted.

—¿Entonces?

Rashta no respondió. No quería decirle al Vizconde Roteschu que no confiaba en la Vizcondesa Verdi.

—Hm. No quieres decirlo.

El Vizconde Roteschu se sentó cómodamente en una silla y sonrió.

—Hable rápido. ¿Ha encontrado algo útil?

—En efecto. No fue tan secreto, así que la información no fue difícil de encontrar.

—¿Qué información?

Rashta esperó con anticipación su respuesta. El Vizconde Roteschu sonrió y sacó una revista de chismes de su bolsa.

—¿Qué es esto?

Rashta sacó la revista de chismes y la desplegó. Estaba fechada de hace veinte años.

—Léelo.

La revista hablaba sobre diseñadores de moda, tiendas de sombreros a la moda, actores populares, bodas de ese mes y restaurantes. Aunque la moda era de hace dos décadas, Rashta aún se deslumbraba con las fotos.

¿Por qué estaba mirando esto? Pasó las páginas con el ceño fruncido. Con su habilidad limitada para leer, solo podía entender algo a través de las imágenes o palabras simples, pero no podía entender de qué hablaba el Vizconde Roteschu. Molesta, dejó la revista y miró al vizcoynde, quien exclamó "Oh" y se llevó la revista.

—Pensé que el Emperador te había enseñado todo.

Sonrió como si quisiera tranquilizarla, no burlarse de ella, y señaló una sección de la revista.

—Nian, una joven hermosa; el Marqués Tuania, quien se dedicó a la Iglesia; y Lord René, el prometido de Nian. Esta es la historia más comentada aquí.

Rashta frunció el ceño.

—Le dije que encontrara información sobre la Duquesa, ¿No?

—Aquí, Lady Nian es ahora la Duquesa Tuania.

El Vizconde Roteschu explicó con un clic de lengua.

—¿Cree que ella era Duquesa desde su nacimiento?

—¿Entonces el Marqués Tuania es ahora el Duque Tuania?

—El hombre al que llamamos Marqués Tuania aquí es el hijo mayor del Duque Tuania de esa época. Ahora todos lo llaman "Lord Marian".

—¿?

—En ese entonces, el sucesor era este hombre. Pero ahora el prometido de Nian, René, es el Duque Tuania.

—...

—Hablaré de ellos con sus títulos actuales, ya que es confuso. Lord Marian se enamoró de la prometida de su hermano menor, la Duquesa Tuania.

—¿De verdad?

—Está en las páginas de chismes, pero es cierto. Incluso la persiguió y tuvieron una buena relación. Pero cuando la Duquesa Tuania finalmente se casó con el Duque Tuania, Lord Marian quedó completamente conmocionado y renunció a su herencia para unirse a la Iglesia.

Rashta abrió los ojos de par en par.

—¿Por qué renunciar a todo?

—No lo sé. El problema fue que Lord Marian se suicidó a la semana de unirse a la Iglesia. Desde entonces, la Duquesa ha tenido la reputación de femme fatale. Los chismes se desbordaron.

Rashta miraba la revista con gran interés.

—¿Esta es la debilidad de la Duquesa, verdad? La gente se preguntaba si ella lo mató.

—Hubo más rumores después de eso, pero no hay más información porque la editorial cerró.

—¿Más rumores...?

—La Duquesa Tuania tuvo un bebé siete meses después de casarse con el Duque. La Duquesa dijo que el bebé nació prematuro, pero la gente decía que el bebé se parecía al de Lord Marian.

—¡¿?!

—En ese entonces, el suegro, el Duque Tuania, estaba tan enojado que echó a los periodistas del negocio, y a la editorial también.

Rashta tragó saliva con dificultad. Eso era todo.

El rumor podía reavivarse y el papel de víctima de la sociedad recaería sobre la Duquesa Tuania.

—¿Qué te parece?

El Vizconde Roteschu la miraba sonriendo. Rashta asintió y sacó unas joyas de su joyero y se las entregó al Vizconde Roteschu, quien las aceptó con gusto.

—¿Bueno?

—Hay más cosas que quiero que haga.

—¿Más?

—Si está de mi lado, tiene que seguir trabajando.

Rashta colocó otra joya en la mano del Vizconde Roteschu.

—Dijo que Lord Marian se suicidó en la iglesia, ¿Verdad?

—Sí.

—Compre a las personas alrededor de la iglesia y difunda esta historia.

—¿Historia?

—Antes de que Lord Marian muriera, una mujer hermosa visitó varias veces la iglesia.

—Hmm. Puede parecer obvio que alguien está tratando de atacar a la Duquesa Tuania. ¿Serán suficientes esos rumores?

Rashta levantó las cejas y se rió.

—Será suficiente.

Rashta recordó a la Duquesa Tuania en el baile. Había otro hombre cerca de ella que siempre la miraba con una expresión oscura.

Ese hombre es un Duque.

Aunque muchos estarían del lado de la Duquesa, si alguien de estatus similar expresaba dudas, ciertamente fracturaría las opiniones.

Después de que el Vizconde Roteschu se fue, Rashta caminaba nerviosa por la habitación llena de emoción. Ahora podía pasar su sufrimiento a otra persona. La Duquesa Tuania estaba muy visible en la alta sociedad, y cuando los chismes estallaran, todos hablarían de eso.

Para entonces, desaparecerá el rumor de que fui una esclava fugitiva.

Rashta mordió su labio inferior y se hundió en el sofá. Tan pronto como eso se resolviera, necesitaba averiguar sobre el bebé... y eso no era algo en lo que pudiera confiar en el Vizconde Roteschu.

Sería aún más difícil si elijo a la persona equivocada. ¿No hay alguien en quien pueda confiar?

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Extraño...

El conde Pirnu caminaba por el pasillo y se inclinaba pensativo. Cuanto más lo pensaba, menos entendía. Entonces, en la intersección donde se encontraban el palacio central y el palacio occidental, casi se topó con el sujeto de sus pensamientos.

—Vaya. Mis disculpas, Conde.

El Vizconde Roteschu salió rápidamente con una sonrisa y una disculpa, como si supiera que el Conde Pirnu lo estaba mirando. El Conde Pirnu miró hacia atrás. El paso del Vizconde tenía una ligereza.

—Hmm...

El Conde Pirnu observó brevemente la parte trasera de su cabeza, luego se dirigió directamente a la oficina del Emperador. Como de costumbre, el Emperador estaba trabajando bajo una montaña de papeles, pero en cuanto el Conde Pirnu entró, el Emperador levantó la vista.

—Ah, Conde. ¿Lo ha encontrado? ¿Cuánto pagó la sirvienta?

Había sido hace dos días cuando el conde Pirnu le informó al Emperador sobre la estrella del anillo de la Llama Roja que había comprado en la casa de subastas. El Conde había buscado información en la casa de subastas, pero la persona que había puesto el anillo en el mercado se había ido a otra región, y le había tomado dos días rastrearlo.

El conde Pirnu se acercó al Emperador con una expresión seria.

—Su Majestad, escuché que el anillo se pagó por su valor adecuado.

—Es bueno escuchar eso.

—Pero hay algo extraño.

—¿Extraño?

—Bueno... el comerciante dijo que la persona que le vendió el anillo no era una sirvienta.

—¿Entonces?

—Era el Vizconde Roteschu.

Traducido por: Valiz

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