La Emperatriz Se Volvió A Casar Novela capítulo 38

Como siempre, era inútil intentar evitar involucrarme con Rashta. Cada vez, era ella o Sovieshu quienes me atrapaban, pero esta vez fue Sovieshu.

Algunos de los invitados extranjeros regresarían a sus países, mientras que algunos otros se quedarían más tiempo en el palacio del sur. Yo regresé al palacio del oeste, dejando atrás a los que querían quedarse para la fiesta y el jolgorio. Quería tomar un baño caliente para aliviar la fatiga del día. Las damas de compañía también parecían agotadas, así que en lugar de hacer que me siguieran, las envié a descansar.

Sin embargo, antes de que pudiera terminar de llenar la bañera, el capitán de la guardia de Sovieshu vino a verme. Sentí una sensación de hundimiento en el estómago en el momento en que lo vi. Durante casi un mes, todas las veces que Sovieshu me había llamado de repente habían sido encuentros desagradables.

¿Qué diablos quería esta vez? Mi ánimo se sentía pesado mientras caminaba por los largos pasillos, pero logré controlar mi expresión. Esperaba poder mantenerla frente a mi esposo...

Finalmente, entré al dormitorio de Sovieshu en el palacio del este. Sovieshu estaba sentado en una silla junto a la cama, y también noté a Rashta en la cama con una toalla en la frente. Volví a mirar a Sovieshu, quien tenía los ojos fijos en mí.

—…me voy.

El capitán cerró la puerta, y la atmósfera se volvió aún más opresiva. Sovieshu abrió lentamente la boca para hablar.

—¿Tiene algo que decirme?

Su voz fue brusca.

—¿Por qué me llamó aquí?

Le hablé de manera igualmente directa.

—¿Eso es todo lo que quiere decir?

—Eso es lo que más me interesa saber ahora.

—Ni siquiera parpadea ante esta situación.

El primer pensamiento que vino a mi mente fue,debe ser que estoy haciendo un buen trabajo controlando mi expresión facial, y las comisuras de mis labios se elevaron. Sovieshu pareció aún más ofendido por mi sonrisa.

—¿Está feliz de que todos crean que Rashta es una esclava fugitiva?

—¿Va a desquitarse conmigo?

—Emperatriz.

—Oí sobre la señorita Rashta en el gran salón. Sé que está molesto, pero no lo descargue sobre mí.

—¿Pensó que la llamé para desahogarme?

—¿No lo hizo?

—No.

—Entonces, ¿Por qué me llamó?

No me llamó para enojarse conmigo, pero ¿No eran sus comentarios burlones solo un momento antes? Probablemente pensaba que yo estaba feliz de que descubrieran que Rashta era una esclava fugitiva.

Sovieshu observaba en silencio la figura dormida de Rashta. El tic-tac del reloj resonaba en la habitación. Solo después de un tiempo, Sovieshu habló.

—¿De verdad quería probar que Rashta era una esclava fugitiva?

—¿Otra vez esa historia?

—La Emperatriz nació en una gran aristocracia. Tenía una buena familia, enormes riquezas, gran poder, una hermosa mansión, y una inteligencia y belleza naturales. Pero a pesar de todo eso, aún quiere estar por encima de todos.

No era un cumplido en esa situación. Miré a Sovieshu con los ojos entrecerrados, y él suspiró.

—Rashta no tenía nada. Se convirtió en esclava y no tenía memoria de sus padres ni familia. Ninguna propiedad, ningún poder, ningún hogar. Es como la Emperatriz que es inteligente y hermosa, pero no tiene las oportunidades que se le dan.

—…

—Y luego me conoció, y había estado tratando de conseguir todo eso para ella. La oportunidad de ser amada, de comer una comida caliente, de descansar en una cama cómoda, de aprender algo.

También se llevó a mi esposo, pero no lo dije porque mi orgullo se había herido. Quería preguntar si quería que me simpatizara con Rashta, pero tampoco pude decirlo. Simplemente lo miré en silencio. No entendía por qué hablaba tanto… ¿Me estaba pidiendo que cuidara de Rashta porque estaba en problemas?

—No necesito que entienda a Rashta. Pero si usted tiene la más mínima compasión… ¿Puedes dársela?

—¿Compasión?

—¡La compasión que la Emperatriz muestra aquí y allá… por ejemplo, hacia los orfanatos, hogares de ancianos, centros médicos, templos, centros de becas! ¿Por qué no puede darle esa compasión a Rashta?

Sovieshu explotó contra mí, pero luego se detuvo y se desplomó nuevamente en su silla. Rashta se estiró con un gemido, y él rápidamente tomó su mano. Noté que llevaba una camisa con mangas anchas. Quería apretar mi puño.

—Rashta es su concubina, así que debe cuidarla. Yo no me ocupo de ella porque no está bajo mi jurisdicción.

—¿Quién dijo que debía cuidarla? Ja. ¡No quiero que la cuide, así que por favor déjala en paz!

—¿Alguna vez la provoqué?

—Ayer, frente al príncipe Heinley, cuando insultó a Rashta. De los dos, el Príncipe Heinley y Rashta, debería haberse puesto del lado de Rashta. ¡Si no sabe quién está diciendo la verdad, debería ponerse del lado de sus súbditos!

—Como dije, yo sabía la verdad, y me puse del lado del príncipe Heinley en consecuencia.

—¿Rashta mintió?

—Es usted quien cree en su inocencia, no yo.

—Bueno, eso fue ayer. ¿Y hoy? ¿Por qué intentó desprestigiarla hoy?

—Sabe que no hablé con la señorita Rashta hoy.

—¿Lo hizo? Nunca habló con Rashta directamente, pero llamó al Vizconde Roteschu a sus espaldas.

El aire parecía romperse cuando hizo la acusación. Sabía que no podía ser cierto, pero sonaba como si lo fuera. Lo miré fijamente a Sovieshu.

—¿De qué habla?

—Quería probar que Rashta era una esclava fugitiva, y por eso trajo al Vizconde Roteschu.

—¿Lo invité por la señorita Rashta?

¿Qué tipo de invención ridícula era esa? Estaba estupefacta. Sovieshu soltó un suspiro.

—Desde que dije que Rashta no era una esclava fugitiva, ¿No quería probarme lo contrario? ¿La ofendió tanto que todos la quisieran?

—Está hablando tonterías.

Forcé mi voz para sonar tranquila, pero sentía que estaba a punto de estallar. Sovieshu se levantó de su silla, sus ojos brillando amenazadoramente.

—¿Quién sabe mejor sobre las invitaciones de los huéspedes que la Emperatriz? Debió haber estado trabajando duro. Invitó al Vizconde Roteschu.

—Sí, conozco muy bien las invitaciones. Era mi trabajo. Sin embargo, lo invité semanas antes de que Rashta llegara siquiera al palacio.

—No es un invitado importante, entonces ¿Por qué lo invitó a las celebraciones?

—Como ya dije antes… no me interesa cada cosa relacionada con la señorita Rashta. Y usted estaba seguro de que no era una esclava fugitiva. Bajo esas circunstancias, ¿Por qué no iba a enviar una invitación al Vizconde Roteschu?

Ni siquiera sabía que ella era su esclava. La única conexión que sabía era que Sovieshu la había encontrado en los terrenos de caza cerca de la finca de Roteschu. Desde entonces, nunca se mencionó más al respecto, y si Rashta era una plebeya, la presencia de Roteschu no tenía relevancia. ¿Sin embargo, de alguna manera, Sovieshu pensaba que yo había calculado que Rashta era la esclava de Roteschu? ¿Yo? Estaba asombrada.

—Si tiene alguna consideración…

—Usted mismo debería cuidarla. No puede esperar que me ocupe de ella, incluso si no sabía que era la esclava de Roteschu.

—…es despiadada. Una mujer que ha vivido toda su vida en la pobreza ahora quiere erguirse, ¿Y no quiere verlo? ¿No quiere que se manche su imagen? La Emperatriz es una mujer horrible.

Traducido por: Valiz

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