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La Emperatriz Se Volvió A Casar Novela capítulo 37

—¿Entonces dejo de buscar a su amigo de cartas?

—Sí. Si no se ha revelado hasta ahora, entonces nunca lo hará.

—Pero lo quería tanto que llegó a hacerlo público...

—No quiero que se sientan incómodos por mi culpa.

El príncipe Heinley cumplió su promesa. Yo cortaba torpemente un trozo de pastel en la mesa donde él hablaba con una dama noble. De vez en cuando me miraba, y yo solo sonreía y asentía, esperando que no pareciera extraño.

Es un buen hombre...

Sovieshu habría apartado al Príncipe Heinley si hubiera dicho algo extraño, pero el Príncipe no mencionó ni una palabra sobre Rashta.

La conversación pasó de las cartas del príncipe Heinley al continente del Gran Duque Kapmen, su magia y cómo funcionaba en la guerra. El gran Duque ofreció solo unas pocas palabras y no habló sobre la magia, aunque había estudiado en una academia mágica. Permaneció igualmente en silencio sobre otros temas, pero mi atención se desvió hacia la puerta cuando se abrió y alguien entró. Era el capitán de la guardia.

¿Qué está pasando?

Nuestras miradas se cruzaron y él me hizo una reverencia. Sovieshu aún no lo había notado, pues su mirada estaba fija en el príncipe Heinley.

—Su Majestad el Emperador.

Sovieshu giró la cabeza y el caballero entregó su mensaje.

—Debe ir al gran salón.

Sonaba serio. Había solo veinte personas en la sala, por lo que todos podían escuchar lo que decía. Todos los ojos de los invitados estaban sobre él.

—¿Por qué?

El capitán parecía reacio a responder en presencia de los demás, pero Sovieshu lo comprendió y salió con el caballero.

¿Qué está pasando?

Pensé en seguirlos, pero decidí no hacerlo. Si me necesitaban, el caballero también se habría dirigido a mí, y no sería necesaria si tenía que ver con Rashta o algo relacionado.

No necesito salir.

Tomé una decisión y me volví hacia los invitados nuevamente. Cuando llegó el momento, salí del cuarto Rosa Roja y me dirigí al gran salón de banquetes. Tenía que verificar a los otros invitados también, y cuando el sol se pusiera, debía supervisar los fuegos artificiales.

También hice una promesa de encontrarme con Laura.

Sin embargo, la atmósfera en el gran salón de banquetes estaba más animada de lo que esperaba.

¿Algo ha pasado?

Las personas normalmente se cansaban en celebraciones de varios días. Todos se vestían para el último día, pero la energía generalmente no era la misma que el primero. Desde la entrada vi a la gente hablar y reír, y el ruido aumentó a medida que me adentraba. Miré a mi alrededor confundida, y Laura corrió hacia mí.

—¿Majestad, Su Majestad, no ha escuchado?

—¿Algo interesante pasó? He estado en el cuarto Rosa Roja, así que no sé qué está pasando.

—Algo muy interesante pasó.

Las fosas nasales de Laura se ensancharon de emoción, y me llevó a un lugar adecuado para conversar. Cerca, había una mesa con mariscos fritos crujientes, pequeños platos de pudín de calabaza y café con leche.

—Puede escuchar mientras come. ¡Es una historia apetecible!

—¿Qué pasó?

Laura empujó un pudín de calabaza y un tenedor hacia mí.

—Gracias, Laura.

—¿Recuerda a Rashta?

No era un tema del que me gustara hablar. Hice una mueca ligeramente, pero Laura siguió hablando, a pesar de saber que no me gustaba hablar de ella.

—¿Recuerda el rumor de que era una esclava fugada?

—Sí, pero ¿Se nos permite hablar de eso?

Sovieshu había dicho que castigaría a quienes lo hicieran. ¿Podían hablar de eso en un lugar tan concurrido? Estaba preocupada, pero Laura gritó antes de que pudiera detenerla.

—¡Ella realmente es una esclava fugitiva! ¡El Vizconde Roteschu llegó a la fiesta por primera vez y reconoció a Rashta!

—¿El Vizconde Roteschu?

—¡Era su esclava, luego ella se escapó!

—¿Estás segura?

—Sí. Si el Emperador estuviera aquí, lo habría detenido. No solo eso, el Vizconde había estado en la capital solo unas horas. No sabía nada sobre los rumores sobre Rashta ni sobre la orden de no hablar de ella. ¡Por eso lo dijo abiertamente en público!

—Ah...

—Rashta dijo que no lo era, pero todos creyeron a Roteschu. Ella se veía aterrada.

Laura resopló.

—Todos los nobles que se acercaron a Rashta deben haberlo visto ahora.

—¿Y dónde están ahora?

—Cuando Rashta se desmayó, el Barón Lant la llevó a su dormitorio. Luego, el capitán de la guardia real vino y se llevó al Vizconde Roteschu.

Así que eso era lo que buscaba el capitán en Sovieshu. Por un momento, una sensación inexplicable se apoderó de mí. ¿Era...vindicación? Sí. Pensé que sí. Sovieshu se había enfurecido cuando sospechó que había extendido rumores falsos sobre Rashta como una esclava fugitiva. El resentimiento y la tristeza que sentí ahora se convirtieron en satisfacción.

Sin embargo, había un pequeño rincón en mi corazón que no se sentía emocionado. ¿De dónde venía esa sensación incómoda?

—...

No pude averiguarlo, y decidí dejarlo por ahora.

De todos modos, ¿Sovieshu no se dio cuenta de que Rashta era una esclava fugitiva cuando la rescató? Sin embargo, aunque lo hubiera sabido, no creía que Sovieshu la odiara. La había traído aquí por sus circunstancias lamentables y su poderoso deseo de protegerla. Ya fuera que se hubiera enamorado de ella en ese entonces o no, ese fue su primer encuentro. Y, ya fuera que Rashta fuera una plebeya o una esclava fugitiva, Sovieshu seguiría queriéndola. Intentaría proteger a Rashta de las burlas.

No sabía qué pasaría, pero sí sabía que no quería involucrarme.

Traducido por: Valiz

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