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La Emperatriz Se Volvió A Casar Novela capítulo 34

Podía notar que Sovieshu me creía una persona desalmada. Era evidente por las líneas entre sus cejas, que generalmente no estaban allí, y la manera en que entrecerraba los ojos.

—La emperatriz es fría.

—Como debería serlo.

—¿Qué?

Podría ocurrir una vergüenza internacional si Sovieshu desatendiera a sus invitados, y la culpa recaería sobre él. Pero si yo apartaba a un invitado por Rashta, se me culparía de hacer algo mal para impresionar a Rashta y Sovieshu. Un rumor similar ya se había propagado después de que Sovieshu le diera regalos a Rashta en mi nombre. Aunque ese incidente fue vergonzoso a nivel personal, faltar el respeto a los invitados sería juzgado directamente por la sociedad.

Pero el comportamiento de Sovieshu no era un error. Incluso en ese momento, era inteligente. Estaba obligándome a actuar de esa manera para protegerse a sí mismo y calmar el corazón de Rashta.

—No estoy siendo cruel intencionalmente. Rashta es su concubina, no mía. No entiendo por qué trata de obligarme a hacer cosas que ni usted, el Emperador, puede hacer.

Estaba demasiado molesta para explicárselo más, así que me volví deliberadamente. La mandíbula de Sovieshu estaba tensa y Rashta me miraba con una expresión asustada, pero no me sentía nada mejor. Me despedí como dictaban las normas de etiqueta, y luego salí de la habitación con una caminata majestuosa.

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Cuando llegué al palacio occidental, encontré a las damas esperando ansiosas por mí.

—Deberían haber comido sin mí.

—¿Cómo podríamos? Nos preguntábamos si algo terrible había pasado otra vez.

—No se ve bien cada vez que ve al Emperador últimamente.

Después de calmarlas, comimos el desayuno juntas, pero me resultó difícil tragar. Logré llenar mi estómago ligeramente con sopa y pudín.

Después, las damas se prepararon para la fiesta, así que me senté sola en mi escritorio para revisar el horario después de las celebraciones de Año Nuevo. Tenía que despedir a los invitados extranjeros, así como acomodar a aquellos que deseaban quedarse más tiempo. También tenía que manejar informes de cualquier incidente de manera exhaustiva. Si algún extranjero tenía un problema legal, debía resolverse antes de que cruzaran la frontera.

El día pasó rápido, y luego llegó la hora del banquete. Hice otra revisión de mí misma en el espejo, y vi que cada una de mis damas estaba maravillosamente vestidas también.

—¿Vendrá a la fiesta después del banquete especial?

—No sé. Tengo que revisar la hora… ¿Qué pasa, Laura?

—Alischute~ no, la señora Alischute está enferma y no puede ir a la fiesta. Si ni usted ni ella van, solo mostraré mi rostro y me iré rápido.

Laura, que prefería socializar con sus compañeras, no parecía muy interesada en mezclarse con las otras damas nobles.

—Estaré allí si me esperas, Laura.

Le hice mi promesa, y Laura sonrió con emoción y rápidamente se fue al gran salón para la fiesta. Las demás damas la siguieron, mientras yo me dirigía a la sala de las Rosas Rojas para el banquete especial.

La música alegre llenaba el aire, y los invitados especiales estaban reunidos en grupos de tres o cuatro. Caminé hacia la Princesa Soju, con un gesto casual hacia los demás, cuando me encontré primero con el Gran Duque Kapmen, que sostenía una copa de champán. Una gran estatua que sostenía una cesta de flores y una espada y un sirviente que llevaba botellas de champán estaban simétricamente a ambos lados de él, dejando sin otra opción que pasar por allí.

—¿Está disfrutando?

Un simple asentimiento no sería suficiente ya que estaba justo frente a mí, así que sonreí y le hablé. Antes de hacer una reverencia en saludo, se me ocurrió que me había ignorado tanto a mí como a Rashta el día anterior.

—...Su Majestad.

Afortunadamente, el Gran Duque Kapmen no me ignoró esta vez. Sin embargo, no respondió a mi pregunta.

—¿La comida es de su gusto?

Le hice una pequeña reverencia por segunda vez sin darme cuenta. En lugar de responderme, me miró fijamente otra vez. Sus largos y afilados ojos eran algo feroces.

Esa era la primera invitación del Gran Duque Kapmen al banquete, y nunca había interactuado con ese hombre hasta el año pasado. Sabía poco sobre su carácter. Todo lo que sabía era que era un gran Duque de un país desértico y que se había graduado primero en una academia mágica.

Mientras esperaba su respuesta, Kapmen me hizo su propia pregunta de repente.

—¿Así está el Imperio Oriental?

—¿Qué quiere decir?

—En Rwibt, las emociones de los Imona y los Imot son una sola.

—El rey y la reina son uno. Eso es increíble.

—¿...sabe lo que significa?

—No lo suficiente como para decir que soy fluida. Solo algunas palabras básicas.

Cuando levanté las cejas, él abrió los ojos con sorpresa y continuó.

—Si el amante de Emot está frente a ella, lo mataría inmediatamente.

—¡¿Qué?!

—¿No es capaz de hacer eso, Su Majestad?

—Me temo que en este gran imperio no puedo matar a una persona sin razón, incluso si soy emperatriz. Primero debe celebrarse un juicio.

—Tonto que no pueda comer sopa de su propio tazón.

¿Estaba diciendo que no tenía el control adecuado sobre Rashta ayer? Sin embargo, así como existían leyes en el país de Rwibt, existían las leyes del Imperio Oriental. En mi país, las concubinas eran legalmente aprobadas. Y si una emperatriz llegara a matar a la amante de un emperador, había una fuerte posibilidad de ser arrojada a prisión.

¿Qué me dejaba eso? ¿Un poco de emoción? ¿Debería arriesgar mi vida para matar a Rashta? Sin embargo, antes de dar una respuesta, el Gran Duque Kapmen se fue con su copa de champán.

Suspiré aliviada. Probablemente me consideraba patética.

¿Qué extraño. Fue Sovieshu quien hizo a Rashta concubina, entonces, por qué soy yo la mujer patética?

Desafortunadamente, parecía que la Princesa Soju se había movido a otro lugar de la sala. Sacudí la cabeza y miré alrededor en busca de otra persona, cuando mi mirada se posó en la Duquesa Tuania.

—Reina.

Una voz baja surgió detrás de mí. Tan pronto como giré la cabeza, encontré al Príncipe Heinley justo frente a mí.

—¿Cómo está?

Antes de que pudiera preguntarle cómo estaba, volvió a hablar.

—Me gustaría hablar con usted un momento.

Traducido por: Valiz

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