La Emperatriz Se Volvió A Casar Novela capítulo 33

Rashta se recostó en la cama, abrazando un cojín y luciendo como una imagen de delicada belleza en un fino camisón de noche color lavanda. Junto a ella estaba Sovieshu, quien deslizaba sus dedos por su suave cabello plateado.

—El príncipe Heinley es conocido por su crueldad y por ser un mujeriego. No confíes en la gente tan ciegamente de ahora en adelante.

—Rashta no lo sabía...

—Está bien. Cualquiera puede cometer errores. Solo no vuelvas a cometer el mismo error en el futuro.

—Pero esto no es culpa de Rashta, ¿Verdad?

—Por supuesto. Fue ese hombre quien provocó el disturbio.

Rashta apoyó la cabeza en el hombro de Sovieshu.

—Pero me alegra que Su Majestad haya protegido a Rashta.

—A mí también. Espero que te sientas mejor.

—¡Mañana es el banquete especial! ¡Relajémonos y socialicemos con la gente! Quiero ser amiga de la princesa Soju.

Rashta sonrió y dio unas palmaditas al cojín como si fuera un tambor. Sovieshu, quien normalmente habría sonreído ante su adorable comportamiento, estaba como una roca.

—¿Qué sucede, Su Majestad?

—Tú...

—¿Su Majestad?

—Rashta, no podrás asistir al banquete especial mañana.

Rashta miró a Sovieshu con los ojos muy abiertos. Él se sintió incómodo tras darle la inesperada noticia, pero así debía ser.

—¿Qué? ¿Por qué, Su Majestad?

—Solo puede haber veinte invitados especiales.

—¿No puedo ser una de ellos?

—La Emperatriz y yo invitamos a diez personas cada uno, y ya hemos enviado las invitaciones...

—Puedes ser flexible y añadir a una persona más...

—Pero Rashta. En el momento en que somos flexibles, el banquete especial deja de ser especial.

Rashta mostró una expresión de sorpresa sin parpadear ante su negativa, y Sovieshu se vio obligado a explicarle.

—Como dije, es solo para los invitados. No sé por qué piensas que eso cambiaría de repente.

—Rashta es su concubina. Su dama. Rashta pensó que podría ir sin ser invitada... Debería haberla invitado también.

El rostro de Rashta estaba rojo mientras sollozaba.

—Oh, por Dios, Rashta.

Sovieshu sacó un pañuelo y secó las lágrimas que brotaban de sus ojos. Pero las lágrimas volvieron a acumularse, y el pañuelo resultó ser inútil.

—¿Realmente deseas ir?

—Le dije a todos en la cena que asistiría al banquete especial.

...

Sovieshu frunció el ceño.

—Deberías haberme preguntado.

—Es extraño preguntar. Además, Su Majestad llevó a Rashta a la cena con los invitados especiales, así que por supuesto Rashta pensó...

—Es mi culpa.

Sovieshu suspiró y frotó el hombro de Rashta, pero ella siguió llorando, esperando que Sovieshu cambiara sus palabras. Sin embargo, no importaba cuánto esperara, eso no sucedió.

—Así que, al final, no me llevará.

Rashta lloró como una niña, y Sovieshu apretó la mandíbula ante la inocencia de su actitud. Habiendo visto solo a los nobles de la corte llorar en silencio, le sorprendía cada vez que Rashta expresaba sus verdaderos sentimientos con honestidad.

—Lo siento, Rashta. No llores.

—Vio lo que pasó hoy. Si Rashta no va, el príncipe Heinley dirá algo a los invitados. Dijo que iba a esparcir rumores.

Rashta tenía razón, y Sovieshu volvió a suspirar. Sin embargo, muchos de los invitados eran miembros de la realeza extranjera y nobles poderosos, considerados las personas más importantes del año. Dejar de lado a un invitado importante para permitir la presencia de una concubina podría causar un problema internacional.

—No te preocupes, yo estaré allí. No permitiré que el príncipe Heinley diga nada extraño.

La expresión de Rashta seguía siendo sombría. Después de meditar sobre el tema, Sovieshu finalmente dejó escapar un suspiro.

—Le pediré a la Emperatriz si puede hacer espacio para un asiento. Algunos de los invitados son súbditos de este país, así que no tendrá que preocuparnos un problema internacional.

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El sol de la mañana brillaba a través de las delgadas cortinas, proyectando sombras en el suelo con la forma de los marcos de las ventanas.

Bostecé y me incorporé en la cama. Mi corazón no se sentía pesado a pesar del incidente de ayer. Tal vez era por el príncipe Heinley y Queen...

Me di unas palmadas en el rostro para despertarme y fui al baño a lavarme la cara. Detrás de mí, mis damas de compañía preparaban la bañera con pétalos y sales. Me quitaron la ropa y me sumergí en el agua tibia, permitiendo que mis músculos se relajaran. Cerré los ojos y me recosté en la bañera mientras mis damas masajeaban mi cabeza con manos cuidadosas.

Después del baño, me puse una bata y fui al dormitorio. Como era el último día de la celebración de Año Nuevo y el día del banquete especial, el vestido seleccionado para mí era extravagante, pero no en exceso, capturando a la vez una sensación de calma y esplendor.

Después de vestirme, me puse mis aretes de diamantes y la corona. La corona no estaba hecha para fines ceremoniales, y no era demasiado grande ni pesada. Repasé mis notas sobre los invitados especiales mientras las damas arreglaban mi cabello para que combinara con la corona.

Sin embargo, antes de que pudieran terminar, llegó uno de los secretarios de Sovieshu. Como ya estaba vestida, le permití la entrada, y el secretario transmitió las palabras de Sovieshu con gran vergüenza.

—Su Majestad, el Emperador desea hablar con usted.

—¿Ahora?

—Sí, es sobre el banquete especial, así que por favor venga rápido.

Debía ser urgente si era sobre el banquete especial. Asentí y ordené a las damas que terminaran rápidamente mi peinado.

—Lo arreglaremos cuando regrese.

—¿Está bien? No quiero molestarlas dos veces.

—Está bien.

—Entonces pueden desayunar primero mientras yo esté fuera.

Varios escenarios sobre los invitados pasaron por mi cabeza mientras seguía al secretario de Sovieshu al palacio oriental. ¿Alguien había declarado la guerra de repente? ¿Algún invitado extranjero se había quejado del país? ¿O acaso uno de ellos nos había ofendido? ¿Alguien había anunciado su ausencia repentinamente?

—¿Qué está pasando?

Inmediatamente le pregunté a Sovieshu en cuanto entré en su habitación. Rashta estaba sentada en la cama, pero hice como si no la viera. Sin embargo, noté que me observaba~ no, observaba la corona en mi cabeza, más exactamente.

Fruncí el ceño con incomodidad, pero Rashta siguió mirando con una expresión embelesada y no apartó la vista. Sovieshu fue el primero en hablar.

—¿Puedes hacer espacio para una persona más?

—¿Hay algo mal? ¿Existen reportes de que el secretario Bimeli o el mago principal Calenzano pueden asistir?

El secretario y el mago principal eran quienes originalmente tenían reservas. Fueron invitados por Sovieshu, pero no asistieron a la ceremonia de Año Nuevo porque ya habían rechazado por otros motivos.

—No, no son ellos.

—¿Entonces…?

¿Quién en el mundo se suponía que debíamos hacer un lugar? Estudié a Sovieshu de cerca, quien parecía atrapado en un incómodo silencio.

—Quiero llevar a Rashta conmigo…

—…

—¿Puede hacerlo?

—…

—¿Emperatriz? ¿Por qué no me habla?

Iba a disculparme, pero rápidamente me callé porque no pensaba que fuera algo de lo que debía disculparme.

—No, Su Majestad.

El ceño de Sovieshu se frunció ante mi negativa rotunda.

—Un asiento está bien. Seguramente hay una o dos personas que la Emperatriz puede pedir.

—Es posible pedir consentimiento si ellos están de acuerdo. Pero si el secretario Bimeli o el mago principal Calenzano vinieran, se ofenderían por la cancelación repentina de la invitación… por su concubina.

La expresión de Sovieshu se volvió aún más fría.

—Entiendo el significado de sus palabras, Emperatriz.

—La respuesta habría sido la misma si hubiera sido mi amante, o incluso si hubiera sido otra concubina que no fuera Rashta.

—Entonces, ¿Por qué no excluimos a personas como la duquesa Tuania?

—No quiero herir a las personas que aprecio, Su Majestad.

—¡!

Traducido por: Valiz

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