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La Emperatriz Se Volvió A Casar Novela capítulo 1

[Traductor: Mayu]

(N/T: Escuchar mi playlist de música triste mientras traducía este capítulo no fue buena idea. Igual recordé porque no soporto a Sovieshu.)

Capítulo 1: Una Emperatriz Caída.

“Acepto este divorcio.”

Una leve sonrisa apareció en los labios de ella al oír mis palabras, pero parecía que yo era la única que lo había notado.

Sovieshu -mi marido, o ahora mi exmarido- me miró, su rostro mostraba una mezcla de alivio y arrepentimiento. Era difícil saber cuál sentía más.

Había sido una buena compañera y una emperatriz perfecta. Hasta ahora.

Nunca nos habíamos peleado antes de que él la trajera al palacio.

“¡Su Majestad! ¡Esto es absurdo!” Gritó el marqués Falhan mientras corría hacia mí, pero fue detenido por los guardias del emperador a los pocos pasos.

El Marqués Falhan, la Condesa Eliza y la Vicecomandante Artina me han protegido durante todo este asunto.

Les miré con gesto de gratitud y me volteé hacia el Sumo Sacerdote.

El ceño del Sumo Sacerdote se frunció con enfado. “Emperatriz Navier, ¿de verdad está de acuerdo en aceptar este divorcio sin ninguna objeción?”

Él quería que luchara.

Quería que llevará esto a juicio, que me negara a divorciarme sin importar lo que suceda.

Evidentemente, no tendría ninguna oportunidad contra el Emperador.

Pero durante los años en que se prolongará el juicio, la gente escucharía hablar de él y criticarían al emperador y a su amante. Él se vería afectado en popularidad y ella sería el hazmerreír del imperio.

Eso era lo que el Sumo Sacerdote, mi familia y mis amigos querían.

Negué con la cabeza.

Un juicio por divorcio podría dañar la reputación de Sovieshu, pero también dañaría la mía.

Y simplemente no conseguiría lo que quería si me enredaba en ese caos.

“Acepto.” Repetí tranquilamente.

El Sumo Sacerdote esbozó un gesto de desagrado y la multitud emitió algunas exclamaciones de compasión.

“Y solicitó aprobación para volver a casarme.” Añadí.

La sala quedó en silencio y los ojos del Sumo Sacerdote se abrieron con gran sorpresa.

Inclusoellaparecía sorprendida. A su lado, Sovieshu frunció el ceño y me miró como si estuviera actuando de forma extraña.

El Sumo Sacerdote preguntó con tono confuso. “Emperatriz Navier, por volver a casarse, ¿quiere decir...?”

Levanté la mano y señalé.

Un hombre estalló en carcajadas. Se encontraba detrás de una cortina de piedras preciosas y llevaba un velo semitransparente. “¿Ha llegado el momento de hacer mi gran entrada?”, preguntó.

El silencio fue sustituido por fuertes murmullos.

Aquel hombre atravesó con confianza la cortina y se colocó a mi lado, retirándose el velo.

Sovieshu saltó de la impresión. “¡Navier! ¡No puedes hablar en serio…!”

“Es con él con quien deseo volver a casarme.” Le dije al Sumo Sacerdote, que nos miró boquiabierto.

Le sonreí al apuesto hombre que tenía a mi lado.

Se encogió de hombros, completamente indiferente a la reacción de la gente.

Ver eso me ha puesto de buen humor.

Aunque no pretendía hacer esto por venganza.

***

La Casa de Trovi, mi familia, había producido múltiples emperatrices.

Los matrimonios por conveniencia eran habituales entre la familia real y la nobleza. Considerábamos el matrimonio como una herramienta política y dedicábamos nuestro amor sólo a nuestros amantes. Era habitual que tanto los hombres como las mujeres de la nobleza tuvieran amantes.

El padre de Sovieshu, el Emperador Osis III, había querido que alguien de mi casa fuera la futura emperatriz del príncipe heredero. Fui elegida cuando aún era una niña y comencé mi formación cuando era joven.

Había acompañado a la anterior emperatriz, aprendiendo cosas propias de su puesto, como la etiqueta del Palacio Imperial.

Afortunadamente, el Príncipe Heredero Sovieshu y yo éramos buenos amigos.

No nos veíamos como amantes, pero no importaba, ya que nos llevábamos muy bien. Algunos matrimonios por conveniencia ni siquiera tenían eso. Nos considerábamos muy afortunados por tener tanto en común.

Los nobles nos veían como una adorable pareja de enamorados, y pasamos muchos días con las mentes juntas, discutiendo sobre el imperio que construiríamos juntos en el futuro. Éramos un equipo.

Incluso después de que Sovieshu llegará a la adultez y heredará el trono, nos mantuvimos sin problemas.

Durante unos tres años, así fue...

***

Había estado ocupada planeando la celebración de Año Nuevo.

Mis damas de compañía parecían disgustadas cuando volví a mi habitación tras un largo día de reuniones con funcionarios del gobierno.

“¿Qué sucede?” Pregunté preocupada.

“Su Majestad ha traído con él a una sucia joven de su viaje de cacería.” La condesa Eliza, la jefa de las damas de compañía, respondió en tono cortante.

Lady Laura frunció el ceño. “Supongo que le tomó cariño, porque convocó a algunas de las otras damas para lavar a la desaliñada chiquilla.”

Todas mis damas de compañía son hijas y esposas de prestigiosas familias nobles; ni siquiera usan sus propias manos para asearse cuando están en casa.

Sólo se mojan las manos por mí.

Sovieshu sabe lo orgullosas que son mis damas de compañía, ¿y aún así las obligó a bañar a una joven que trajo de un viaje de cacería?

“¿Quién es?” pregunté.

“Probablemente sea una prisionera o una esclava” dijo la condesa Eliza.

Lady Laura añadió “Su pierna quedó atrapada en una trampa.”

Fruncí el ceño. “¿Su pierna?”

“Sí. Aparentemente, el Emperador la vio capturada por una trampa y la rescató…”

Las damas de compañía dejaron de hablar e intercambiaron miradas de preocupación.

“Está bien. Continúen.”

“Incluso en su condición miserable, he escuchado que ella tenía una belleza impresionante. “, dijo Lady Laura con cierta amargura.

Otra de mis damas intervino. “Yo estuve allí, Su Majestad. Incluso antes de que le diéramos el baño era preciosa, pero estaba deslumbrante cuando terminamos.”

“Su belleza sólo era superada por la de la Duquesa Tuania” murmuró Lady Allister, la mejor amiga de Lady Laura.

La Duquesa Tuania era la belleza más reconocida de la alta sociedad. A sus cuarenta años, ha mantenido ese título desde que debutó en la alta sociedad a los diecisiete. Para que estas nobles orgullosas dijeran que esta chica era casi tan hermosa como ella...

Realmente debe ser una belleza extraordinaria.

Tal vez temerosas ante la posibilidad de herir mis sentimientos, mis damas de compañía dijeron todas juntas al mismo tiempo “¡Pero, por supuesto, su belleza no podría compararse con la suya, Majestad!”

Mi rostro es muy bello, pero todo el mundo tiende a sobrevalorarme porque me conocieron como la princesa heredera cuando era pequeña y ahora como la emperatriz. Les resulta difícil medir con exactitud lo hermosa que soy.

Las damas de compañía no se andarían con rodeos sólo por esa razón.

“Siento que hay más en esta historia”, dije. “Está bien. Cuénteme todo.”

Finalmente, la condesa Eliza se armó de valor y continuó. “La verdad es que... he escuchado que a Su Majestad le ha gustado mucho la chica.” Su rostro palideció, como si sólo pronunciar tal cosa fuera demasiado terrible incluso para imaginarlo.

“¿Su Majestad lo hizo?” pregunté.

“Le dimos algunas de las prendas de una de las damas de compañía con una figura similar después del baño.” Lady Allister habló. “Su Majestad comenzó inmediatamente a adularla. Le preguntó cómo se había hecho daño, por qué estaba tan delgada, si se sentía mal, y dijo que se veía pálida…”

Fruncí el ceño. “No entiendo qué hay de malo en ello.”

Mis damas de compañía intercambiaron miradas nerviosas ante mi comentario.

Una de las más mayores dijo “Puede que aún desconozca esto, pues ha llegado a la mayoría de edad y no se ha enamorado antes, su Majestad, pero…”

“Había un cambio evidente en su actitud y sus modales, su Majestad.” Concluyó Lady Allister.

Las otras damas asintieron. “Nosotras sólo nos preocupamos por usted, su Majestad. Por eso pensamos que es preferible que lo escuche todo ahora, por muy desagradable que sea.”

“Sería un alivio que estuviéramos tan preocupadas sin motivo.”

La única dama de compañía de mi edad era Lady Laura, quien vino a trabajar a palacio para aprender etiqueta. Todas las demás eran mayores que yo. Naturalmente, conocían mucho más de relaciones que yo.

“Entiendo.” murmuré, sin saber qué decir.

Incluso si lo que decían las damas de compañía fuera verdad, y el emperador sintiera algo por la hermosa presa que trajo de su viaje de cacería, ¿qué podría hacer yo?

¿Debería ir a su habitación y decirle que me la entregue? ¿ La obligó a marcharse? ¿O hago que trabaje aquí en el palacio?

Vacilé un momento mientras intentaba decidir cómo reaccionar.

“¿Por qué no le menciona a su Majestad que escuchó lo de la joven herida?” La Condesa Eliza preguntó con cautela. “Para saber qué es lo que dice sobre el asunto.”

Todas pensaron que era una buena idea y me sugirieron que mencionara casualmente el tema de la joven.

“Supongo que no importará si es contratada como sirvienta en el palacio…”

“Pero sólo por si acaso.”

Asentí y sonreí para que se quedaran más tranquilas.

“Lo haré” dije. “Gracias a todas. Estoy segura de que sólo la ha traído porque le ha dado pena, ya que él es una persona compasiva.”

***

Después de una larga reflexión sobre el momento oportuno, decidí que le preguntaría por la chica en la cena de la noche siguiente.

Aunque estuviéramos casados, el emperador y yo dormíamos en habitaciones completamente separadas, situadas respectivamente en los extremos este y oeste del palacio.

Escuché que originalmente pretendían simbolizar que el emperador y la emperatriz cuidaban de todo el imperio desde ambos lados.

Pero el significado original se había desvanecido, y ahora, era el arreglo perfecto para que la pareja real viviera con sus amantes sin alterarse mutuamente.

Sovieshu y yo aún no teníamos amantes, pero estábamos ocupados con nuestros respectivos itinerarios y cada uno se movía por su lado, así que comíamos y dormíamos separados la mayor parte del tiempo.

Sin embargo, siempre cenábamos juntos dos veces a la semana, y la noche siguiente sería una de esas veces.

Podría parecer demasiado inoportuno ir y preguntarle por la joven de inmediato.

Lo mejor será esperar un día.

Todavía recuerdo lo que mi madre me dijo antes de casarme. “Si Lord Sovieshu consigue una amante más adelante, lo mejor es que no interfieras.”

“¿En serio?” pregunté, sorprendida.

“¿Acaso ha existido algún emperador que no tuviese una amante a lo largo de la historia? Incluso el gran Emperador Osis II tuvo veinte amantes. Sólo conseguirás hacerte daño al enfadarte al respecto.”

No supe qué responder a aquello.

“Escucha Navier. Lo que debes hacer cuando consiga una amante es buscarte un hombre más joven, más guapo y más fuerte que Sovieshu y convertirlo en tu amante. ¿Me has entendido?”

Los plebeyos se escandalizarían al escuchar sus palabras, pero esto era completamente natural en la alta sociedad, donde los matrimonios de conveniencia eran lo más común.

Por supuesto, sólo los hijos nacidos de un matrimonio legal tendrán derecho a la herencia y serán registrados en el registro familiar. En los templos se analizaba la línea sanguínea del niño, y en menos de una hora se revelaba la verdad.

En la alta sociedad, los problemas surgían normalmente cuando un esposo amaba a su esposa, o una esposa amaba a su esposo, y no toleraban que su uno de ellos tuviera un amante.

Estoy segura de que eso es lo que preocupaba a mi madre.

Por tanto, siguiendo el consejo de mi madre, por ahora no hablaré del tema con Sovieshu.

Se lo preguntaré mañana en la cena.

E incluso si Sovieshu decide convertir a esa joven en su amante... simplemente fingiré que no me importa.

De cualquier manera, no es como si lo amara.

Y sabía que esto era lo normal para todos los demás.

Sin embargo, mi corazón se sentía oprimido al pensar que mi marido aceptaría a una amante.

Qué extraño.

Extendí la mano y me tomé el pulso.

Mi corazón seguía latiendo, ni muy lento ni muy rápido.

***

Al día siguiente, los rumores sobre la bella doncella «trofeo de caza» se extendieron rápidamente.

Mis damas de compañía fueron las únicas que se atrevieron a hablarme de ella, pero escuché a otras murmurar en cada rincón del palacio.

Durante el almuerzo, mis damas de compañía siguieron quejándose de mi parte.

“Escuché que la asquerosa es una esclava fugitiva” murmuró la condesa Eliza. “Debe haberse perdido en el terreno de caza.”

Lady Laura llamó mi atención. “De ser así, entonces ella probablemente le pertenece al Vizconde Lotteshu. El terreno de caza está conectado a su propiedad.”

“Ella debería ser enviada de vuelta inmediatamente.” La condesa Eliza negó con la cabeza. “En cambio, Su Majestad nos ordenó contratar sirvientes para cuidarla.”

Esa noche, las damas de compañía me vistieron extravagantemente para la cena. Mi vestido brillaba con piedras preciosas plateadas y lo combinaron con unos sencillos pendientes de perlas. Mientras me arreglaban, me hicieron tantos cumplidos que me sonrojé.

Mis damas siempre me han cuidado, pero hoy se esforzaron mucho.

Lady Laura se ocupaba de mi trenza. “Por muy hermosa que sea esa esclava, no le llega ni a la suela del zapato, Su Majestad.”

La condesa Eliza asintió. “Una mirada a usted, y Su Majestad volverá a sus sentidos.”

A pesar de sus esfuerzos, me resultaba muy difícil creerles. Si bastara con arreglarme para que Sovieshu se enamorara de mí, ¿acaso no estaría ya perdidamente enamorado?

Mi mente divagaba.

Aunque consideré que los esfuerzos eran en vano, dejé que me vistieran como quisieran.

Cuando terminaron, me dirigí al edificio del este, en donde residía el emperador. En el comedor, me reuní con él en nuestra mesa habitual, que era demasiado grande para nosotros dos solos.

Al principio, sólo hablamos de los últimos acontecimientos políticos y de los preparativos para la celebración del Año Nuevo.

Esperé a que Sovieshu mencionara a la chica del día de caza, pero no pronunció ni una palabra sobre ella. Se comportó tan indiferente como de costumbre.

Finalmente, cuando Sovieshu se detuvo para cortar su filete, me aclaré la garganta. “Me han contado que has traído a una esclava fugitiva de tu cacería. ¿Es verdad?” Mantuve la voz tranquila, relajada.

Sin embargo, el sonido de su cuchillo raspando el plato desapareció. Sovieshu alzó su mirada.

Me observó durante un largo momento. “¿Dónde has escuchado eso?”

No parecía contento. De hecho, parecía bastante incómodo.

Al ver su ceño fruncido, decidí no revelar mi fuente. “Todo el mundo ha estado comentándolo. Ha provocado un gran alboroto.”

Los ojos de Sovieshu se entrecerraron. “Seguro que tus damas de compañía te lo han contado.”

“No importa de dónde lo haya escuchado”. Dejé mi tenedor y cuchillo. “¿Es cierto?”

Sovieshu frunció el ceño.

Dudé. “¿Su Majestad?”

“Es suficiente.”

Me quedé paralizada en mi silla.

“No sé qué has escuchado, pero he encontrado a una joven herida y la he ayudado. Sólo eso.”

No una esclava fugitiva, sino una «joven herida». Volví a tomar mis cubiertos. “Entiendo. ¿Y dónde se encuentra la joven ahora?”

“Emperatriz.”

“¿Sí?” Dirigí la atención hacia mi esposo.

“Sólo compartimos dos comidas a la semana. Hay muchos otros temas que deberíamos discutir. ¿Realmente desea insistir en algo tan banal?”

La frialdad de su voz era una clara advertencia. Eso significaba que de ninguna manera, forma o manera, yo debía interrogarlo más.

Después de eso no pronunció ni una sola palabra.

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