Estoy Atrapada En Un Sangriento Juego De Harén Inverso Novela capítulo 8

No, debe haber una forma de cerrar sesión. Que el cierre de sesión esté deshabilitado es absurdo.

Intentemos cerrar la sesión nuevamente.

- ¡Cerrar sesión, cerrar sesión, cerrar sesión!

Grité desesperadamente “cerrar sesión” hasta que mi voz quedó ronca.

- ¡Dije cerrar sesión!

¡Equipo directivo loco! ¡Dejadme salir!

Grité, agarrándome a la cama, pero no importa cuán fuerte grité, el botón de cierre de sesión se negó a aparecer.

Jajaja, ya han pasado seis minutos… ¿Eso significa que solo tengo que aguantar otras 23 horas y 54 minutos? Jajaja…

…Esto es una locura. Déjenme salir ahora.

- ¡No!

Si esperaba a que se reactivara el botón de cerrar sesión, podría acabar pasando mil días en el juego. Cuando despertara, me llevarían de urgencia a un hospital o perdería la cabeza por completo. De cualquier manera, la situación sería completamente desesperada.

Si tuviera que estar hospitalizado durante mucho tiempo, la empresa me despediría sin dudarlo. Sin trabajo, no podría pagar mis facturas médicas y me echarían... ¡No, eso es inaceptable!

Aunque el hecho de que me despidieran no me llevaría a la ruina de inmediato, tenía un don para imaginar los peores escenarios posibles. Grité de nuevo, tirándome del pelo. Incluso en medio de este caos, la voz de Haniel seguía siendo brillante y dulce. Gritando con la voz refrescante y melosa de Haniel, me levanté resueltamente.

Debo encontrar una salida, pase lo que pase. Tengo que hacerlo. Decidida, salté de la cama y caminé hacia la puerta.

Primero, decidí dirigirme a la casa de Haniel para descubrir cómo quitarme este anillo maldito.

-Esto no puede estar pasando. De ninguna manera.

Mordiéndome el dedo, agarré el pomo de la puerta. Justo cuando estaba a punto de girarlo, la puerta se abrió de repente.

—Señora Haniel, ¿se encuentra mal? ¡Oí gritos desde adentro…!

—Ardal, hazte a un lado. Necesito pasar.

-¿Adónde vas? Es tarde.

De pie en la puerta abierta estaba Ardal, su aspecto desaliñado me sorprendió. ¿Estaba en la ducha cuando escuchó mis gritos y corrió hacia mí? Su cabello negro húmedo se le pegaba al rostro. Detrás de él, otro caballero llegó corriendo, respirando con dificultad. Tal vez el caballero había convocado a Ardal después de oírme gritarle al equipo de administración.

Parecía que habían asumido que estaba loca o enferma.

Aunque debería haberles asegurado que estaba perfectamente bien, no tenía tiempo para eso. Necesitaba encontrar una manera de quitarme ese maldito anillo de bendición de inmediato.

Empujé a Ardal y salí.

Ardal se apresuró a bloquearme el paso de nuevo.

—Señora Haniel, ¿qué ha pasado? ¿Adónde va a estas horas?

-Necesito ir a casa.

-Ahora.

Decididamente, añadí, y Ardal me frunció el ceño.

-Si necesitas algo, puedo enviar a alguien a buscarlo. No es necesario que vayas tú mismo a estas horas…

—Tengo que irme. Muévete, Ardal.

Ignorando sus palabras, traté de avanzar de nuevo. Ardal se inclinó ligeramente y su gran figura me bloqueó el paso mientras hablaba con cautela.

—¿Por qué actúas así, Lady Haniel?

Ah, en serio, ¿por qué tiene que ser tan persistente?

No quería reducir los puntos de afecto que me había esforzado tanto por conseguir con Ardal, pero cerrar la sesión era una prioridad. Aparté su mano mientras él intentaba agarrar la mía.

Ardal se quedó mirando fijamente su mano, que yo había apartado, y luego frunció el ceño ligeramente. Antes de que pudiera decir nada, apareció una ventana del sistema.

Si no descansas, entrarás en un estado de desmayo después de un cierto período de tiempo.

¿Descansar? ¿Es eso relevante ahora mismo? No voy a descansar aquí; ¡descansaré cuando cierre la sesión!

No había tiempo para descansar en ese lugar. En lugar de descansar, abrí mi inventario y saqué una poción roja. No tenía muchas pociones de recuperación de resistencia, pero no era el momento de ser tacaña.

Los ojos de Ardal se abrieron de par en par cuando vio aparecer de repente la poción. El hecho de que agitara la mano en el aire para invocarla debió de sorprenderlo. Se giró apresuradamente hacia el caballero que estaba a su lado, probablemente para ocultarle la vista. Afortunadamente, el caballero parecía no haber notado el momento en que invoqué la poción. Ardal movió su cuerpo para bloquearme de su línea de visión. Ignorando el asombro de Ardal, bebí el líquido rojo de un trago.

Mientras bebía, Ardal preguntó en voz baja:

-Señora Haniel, ¿puede usar magia?

—Sí, sí. A veces.

-A veces dices…

Mi respuesta desdeñosa sólo profundizó la expresión perpleja de Ardal.

Apareció otra ventana del sistema.

El efecto del afrodisíaco ahora está activo.

El efecto se desactivará automáticamente después de completar dos rondas de relaciones sexuales.

-¿Eh?

Solté un pequeño jadeo. Al revisar la ventana del sistema y examinar la botella de poción en mi mano, no encontré ninguna diferencia perceptible con las pociones de recuperación de resistencia que había usado antes. El color era idéntico.

Mientras examinaba la botella, apareció una descripción del artículo.

Una botella casi vacía con una pequeña cantidad de afrodisíaco restante en el fondo. La cantidad restante es demasiado pequeña para producir un efecto, independientemente de quién la consuma.

La botella es idéntica en apariencia a las pociones de recuperación de resistencia; se recomienda precaución al consumirla.

Maldita sea... ¿Por qué la descripción sólo aparece después de haberlo bebido?

-Puaj…

Al leer la descripción que se mostraba automáticamente, mis piernas comenzaron a temblar. Suspiré profundamente y cerré los ojos.

Ah, estoy condenada. Absolutamente condenada.

Los efectos del afrodisíaco surtieron efecto de inmediato. Una sensación palpitante se extendió desde abajo y oleadas de hormigueo recorrieron mi cuerpo. Me apoyé en la pared, apenas capaz de mantenerme en pie.

-Puaj…

-Tu cara está ardiendo…

Ardal extendió la mano y me tocó la cara con expresión preocupada. Cuando su mano rozó mi mejilla, un escalofrío me recorrió la columna, dejando tras sí un hormigueo de calor.

-¡Ah!

Solté un sonido a medio camino entre un gemido y un quejido, lo que provocó que Ardal retirara su mano rápidamente. Miró entre su mano y mi rostro, confundido. El sonido que había emitido estaba innegablemente mezclado con placer.

“……”

Ardal me estudió atentamente antes de pasar suavemente un dedo por el costado de mi cuello.

-Ah…

Su dedo áspero y calloso rozó mi cuello, provocándome una sensación de cosquilleo que me hizo gemir.

—Señora Haniel, ¿la poción que acaba de beber…?

—Comandante, Lady Haniel no parece encontrarse bien. ¿Debería llamar a un médico?

Ardal empezó a hablar con cautela, pero el caballero que estaba a su lado lo interrumpió. Las mejillas del caballero estaban ligeramente sonrojadas, probablemente asumiendo que el estado de Haniel no tenía nada que ver con un afrodisíaco. El caballero probablemente no sospechaba que alguien que aspiraba a convertirse en una santa pudiera haber consumido una poción así.

Ardal, sin embargo, era diferente. Su expresión mostraba que había evaluado correctamente la situación.

Dios, lo deseo tanto.

Apreté mis piernas temblorosas y extendí la mano hacia Ardal.

-Ardal…

Las lágrimas brotaron de mis ojos cuando llamé su nombre, y él hizo una mueca antes de despedir al caballero.

—Yo mismo me encargaré de Lady Haniel. No regreses hasta que te llame.

-¿Qué?

-Vete ahora.

-S-sí, entendido.

Una vez que el caballero desapareció, Ardal se volvió hacia mí. Abrí los brazos y le rogué en silencio que me abrazara. Ardal me levantó y me sujetó los muslos con los brazos.

Aferrándome a sus firmes hombros, murmuré: - Yo… yo solo quería beber una poción de recuperación de resistencia…

Maldita sea, esto es muy injusto... No poder cerrar sesión ya es bastante malo, pero desperdiciar accidentalmente el afrodisíaco que recibí como compensación... ¡es demasiado! Sentí ganas de llorar por la absoluta injusticia de todo esto.

Ardal asintió levemente mientras yo gemía en su oído.

-Entiendo. Por ahora, será mejor que regreses a tu habitación.

Ugh, esto es tan injusto.

Mientras sollozaba de frustración, las sacudidas que sentía con cada paso que daba Ardal me hacían jadear. Respiré profundamente, tratando de calmarme.

-Ahhh…

Esto me está volviendo loca... realmente.

Después de acostarme en la cama, Ardal tomó la botella de poción que yo sostenía. La inclinó y examinó el residuo del líquido rojo. Se lo llevó a los labios y lo probó ligeramente con la punta de la lengua antes de hacer una mueca.

-Es del mismo color que una poción de recuperación de resistencia, pero definitivamente es un afrodisíaco. ¿Su Santidad te dio esto?

La voz de Ardal tenía un dejo de ira.

-No, es mío…

Sacudí la cabeza y le rodeé el cuello con los brazos. En lugar de interrogarme, ¡debería estar abrazándome ahora mismo!

—Ardal, mi cuerpo se siente… tan extraño. —Enterraba mi cara en su grueso cuello y me acurrucaba contra él.

Su cuerpo se tensó y habló con frialdad: -Señora Haniel, necesita recomponerse.

Mi mente está despejada. Es mi cuerpo el que se siente extraño. Y lo que necesito ahora mismo, Ardal, eres tú.

Ardal luchó por empujarme mientras yo me aferraba a él.

—Hazlo como antes, Ardal —le susurré lánguidamente al oído. Presioné mi rodilla contra su muslo y sentí que me agarraba con más fuerza por la cintura. Me dolía la cintura por la presión de sus fuertes manos.

Cuando levanté la cabeza, vi sus ojos oscuros llenos de deseo reprimido.

-Enséñame otra vez, como antes. Te quiero…

Mi rodilla rozó su miembro endurecido y me aferré a su robusto cuello, gimiendo. Él dejó escapar un profundo suspiro antes de acercarme y luego apartarme de nuevo.

A pesar del hambre en su mirada, la voz de Ardal permaneció tranquila mientras decía: -No, no es posible. Podrías lastimarte.

—¿Por qué no? Estoy bien, Ardal. ¿A qué te refieres con que "no es posible”? ¿Por qué no?

Mientras la sensación palpitante se intensificaba, me froté contra el sólido muslo de Ardal, y mi incredulidad aumentó al escuchar su firme negativa. No era la única que se sentía así. La tensión en el cuerpo de Ardal era evidente, y su excitación ahora era obvia incluso a través de sus pantalones, proyectando una sombra pronunciada. Sus ojos rebosaban de lujuria, y sus manos temblorosas agarraron mi cintura con fuerza, impidiéndome seguir moviéndome.

En semejante estado, ¿cómo podía afirmar que no era posible? ¿Qué podía salir mal durante la intimidad?

Los efectos del afrodisíaco me impedían pensar con claridad. Mientras presionaba mi pierna contra su muslo musculoso, sin poder controlar mis movimientos, él sujetaba mis caderas con firmeza, inmovilizándome. Las lágrimas brotaban de mis ojos mientras yo gemía.

-¿Por qué no podemos? ¡Dije que estoy bien!

Mi tono de voz pareció asustarlo y parpadeó como si lo hubiera pillado desprevenido, pero se mantuvo firme, claramente no dispuesto a cambiar de opinión.

Frustrado, empujé sus manos inmóviles y dije: “Entonces… Entonces llévame con Su Santidad”.

“…….”

El Papa, sin duda, me acogería en cualquier momento con los brazos abiertos.

—No puedo llegar sola a la oficina. Llévame, Ardal.

Frotándome descaradamente contra su muslo, supliqué, observando como la expresión de Ardal cambiaba.

Traducido por: Sbd

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