Estoy Atrapada En Un Sangriento Juego De Harén Inverso Novela capítulo 4

Cuando mi mano tocó el rostro de Ardal, abrió mucho los ojos por la sorpresa.

- Gracias, Ardal. Estoy muy bien.

“……”

Ardal admiraba a las personas con una fuerte determinación. Incluso si alguien parecía frágil en la superficie, respetaba a aquellos con una voluntad inquebrantable que no sucumbían al dolor. En este momento, yo encajaba perfectamente en esa descripción. Debido al error que ocurrió durante el tutorial de ayer, la atención de Ardal ya estaba centrada en mí, lo que hacía que esta fuera una oportunidad ideal. Mientras sonreía alegremente, sus ojos negros se abrieron de par en par y me miró como si estuviera embelesado.

- Pero Ardal, ¿por qué me trajiste al templo?

Le pregunté con una expresión de desconcierto, dejando ver abiertamente mi curiosidad. Si bien quería trabajar en capturarlo más tarde, en ese momento estaba ansiosa por conocer al Papa y pasar tiempo con él. Deseaba poder saltarme las cosas que ya sabía, pero fuera del tutorial, no había un botón para saltarse. Cada acción que realizaba influía en la dirección del juego.

¡La santa es una espía! Era un juego excepcionalmente exigente que incluso requería que los jugadores actuarán de manera convincente. Aunque su alto grado de libertad permitía varios finales, era notoriamente difícil.

Ardal finalmente bajó la mirada de mi rostro y habló:

- Se le ha entregado una revelación divina, Lady Haniel.

- ¿Una revelación divina?

- Sí, Lady Haniel. Te convertirás en la Santa.

Él asintió mientras hablaba en tono solemne. Después de dar esta breve explicación, extendió su mano hacia mí.

- Te guiaré hasta Su Santidad, quien te brindará más detalles.

Coloqué con cuidado mi mano sobre la grande de Ardal. Entrelacé mis dedos con los suyos y le arañé la palma con las yemas de los míos. Ardal parecía nervioso.

- Ah, tu mano…

- ¿Sí?

- No es nada. Por favor, haz lo que quieras.

Miró mis delgados y pálidos dedos entrelazados con los suyos, que eran fuertes. Comparados con los suyos, mis dedos parecían especialmente delicados y frágiles, como si pudieran romperse fácilmente con la más mínima presión. A pesar de esto, Ardal se abstuvo de apretar mi mano con demasiada fuerza mientras comenzaba a guiarme.

- Vámonos… dijo torpemente, dando pasos mesurados hacia adelante.

- Hola, Hermana Haniel.

- Su Santidad.

Siguiendo el ejemplo de Ardal, llegué al despacho del Papa. Al entrar por las grandes puertas, vi al Papa sentado elegantemente como una figura de un cuadro. Su cabello dorado brillaba intensamente bajo la luz.

<¡Personaje capturable descubierto!>

El Papa se levantó de su asiento y nos hizo un gesto a Ardal y a mí para que tomáramos nuestros lugares, sentándose él frente a nosotros. De pie, rígido a mi lado, Ardal declinó la invitación del Papa de sentarse.

El Papa lo miró y sonrió, como si se resignara a la situación.

- Ardal, tú también puedes sentarte.

- No, gracias —respondió Ardal con firmeza, enderezando aún más su postura. El Papa, como si esperara esta negativa, simplemente sonrió y dirigió su atención hacia mí.

- ¿Has recibido una breve explicación de Ardal?

- Sí, escuché que me convertiré en una santa.

- En efecto, hermana Haniel, has recibido una revelación divina. Estás destinada a salvar el Reino Santo y guiar al Imperio de regreso al abrazo de Dios.

- ¿Cómo podría… hacer algo así? Seguramente esto debe ser un malentendido.

Sacudí la cabeza y moví las manos con desdén, como si la idea fuera absurda.

El Papa sonrió amablemente: - No hay ningún error. La revelación me fue entregada directamente. Es incuestionablemente verdadera.

Ah, cómo me gustaría poder saltarme esta parte.

- Hermana Haniel…

El Papa empezó a repetir las mismas líneas que había oído en la partida anterior. Fingiendo seriedad, abrí los ojos como platos, fingiendo que sus palabras me conmovían profundamente. Mientras su voz entraba por un oído y salía por el otro, me entregué a admirar su rostro.

Su nariz recta y sus divinos ojos dorados eran los rasgos más llamativos de su delicado rostro. Aunque su rostro refinado exudaba elegancia, también apreciaba sus aspectos más rudos. Era una pena que prefiriera usar juguetes en lugar de interactuar con su propio cuerpo. Los recuerdos de nuestros encuentros pasados ​​​​pasaron por mi mente, lo que provocó que mi cuerpo sensible reaccionara instintivamente. Sintiendo el dolor punzante debajo, moví ligeramente mis caderas.

Una vez que esta explicación terminará y la ceremonia de proclamación de la santidad concluyera, finalmente podría estar con el Papa. Solo un poco más. Si actuaba impulsivamente ahora, esta partida se arruinaría.

Reprimiendo el impulso de morderle los labios, asentí con seriedad. Esta vez, estaba decidida a lograr el final del harem inverso.

- Hermana Haniel, hay algo que necesitamos que hagas.

Finalmente, la explicación del Papa terminó. En serio, ¿por qué tuvo que formular de forma tan elaborada mi misión de seducir a las figuras clave del Imperio? Mi función no tenía que ver con deberes de santidad, sino más bien con el trabajo de espionaje.

Destruir toda la influencia del Imperio sobre el Reino Santo me permitiría seducir a todos los personajes objetivo y asegurarme un final feliz. La moral o la ética no tenían cabida en este juego.

Y fui yo quien lo escogió.

***

Los acontecimientos que no eran importantes para el juego sucedían automáticamente. El tiempo parecía avanzar rápidamente y ahora, el Papa estaba de pie en una plataforma pronunciando un discurso. Su cabello dorado brillaba bajo la luz mientras hablaba con serena autoridad.

Al concluir su discurso, se dirigió a mí.

- El Señor nos ha enviado un regalo precioso. Hermana Haniel, por favor, acérquese.

- Sí, Su Santidad.

Sonriendo con benevolencia, el Papa me tendió la mano. La tomé y me quedé a su lado. Desde la plataforma alta, mirar hacia abajo me daba vértigo. Al percibir mi inestabilidad, el Papa se rió suavemente, en voz tan baja que solo yo pude oírlo.

- Relájate, hermana Haniel.

Aunque sus palabras eran amables, sus acciones durante nuestros encuentros anteriores habían sido todo lo contrario. Sus ojos dorados se fijaron en mí y la tensión entre mis piernas aumentó. Asentí nerviosamente.

Al ver mi expresión rígida, me estudió brevemente antes de volverse para mirar a la multitud.

- Ella es la elegida por revelación divina para convertirse en nuestra Santa y conducir al Imperio de regreso a las enseñanzas de Dios.

Palabras vacías.

Aunque iba a convertirme en una santa, mi verdadera misión estaba lejos de lo que la multitud allí reunida imaginaba. Mi papel era seducir al príncipe heredero y eliminar la influencia del Imperio sobre el Reino Santo.

Esta era la tarea más crucial del juego. Erradicar estas vulnerabilidades era la única forma de asegurar un final feliz. Para lograrlo, necesitaba seducir al Príncipe Heredero, al Gran Duque, al caballero que me habían asignado en el Imperio y a otro objetivo.

Por supuesto, los extras debajo del podio, ajenos a esta verdad, miraban al Papa y a mí con asombro, sus voces llenas de reverencia.

- ¡Oh, Dios de arriba!

- El Señor finalmente nos ha otorgado su gracia.

Al oír sus sinceras exclamaciones, sonreí levemente. Para esa gente, yo debía parecer una santa.

En realidad, el único dios de este juego era el equipo de desarrollo detrás de La santa es una espía!.

Mientras sonreía levemente, se extendieron susurros entre los espectadores, alabando a la Santa por su expresión gentil.

- La hermana Haniel recibirá entrenamiento y será proclamada oficialmente santa antes de partir hacia el Imperio.

Con la declaración del Papa se inició la última sesión de oración.

- Por nuestra Santa.

Sus oraciones estaban dedicadas a mí.

***

Después de la presentación del Papa, pasé un tiempo a solas hasta que Ardal me visitó. Oí que llamaban a la puerta, abrí y lo encontré deslizándose hacia mí.

- Ardal, ¿pasa algo?

- Su Santidad me pidió que le informara sobre su programa de entrenamiento, Lady Haniel.

- Ah, entrenamiento…

Ardal habló con su habitual tono recto.

Sabiendo exactamente qué tipo de “entrenamiento” tenía en mente el Papa, no pude ocultar mi emoción y me mordí el labio con anticipación.

- Si le resulta conveniente, Su Santidad desea comenzar su entrenamiento hoy. Expresó su deseo de impartir mucha sabiduría antes de su partida al Imperio.

- Eso suena maravilloso. Me encantaría aprender todo lo que pueda de Su Santidad.

Le di una respuesta típica de un libro de texto y le sonreí cálidamente a Ardal. Él frunció el ceño ligeramente al ver mi expresión alegre. En esta partida, solo dos personajes sabían la verdad sobre lo que implicaba mi papel como santa: el Papa y Ardal.

Aunque Ardal no supervisó mi entrenamiento, estaba al tanto de lo que implicaba.

- Señora Haniel, este entrenamiento…

Al mirar mi rostro expectante, Ardal vaciló, sus labios temblaron ligeramente antes de cerrar firmemente la boca y sacudir la cabeza.

- No es nada. Permíteme que te acompañe a la oficina.

Mientras me guiaba hacia la oficina del Papa, Ardal me miraba con frecuencia, incluso cuando salíamos del jardín. Saludé con energía y sonreí alegremente hasta que llegamos a las puertas de la oficina.

Los demás caballeros apostados cerca de la oficina del Papa intercambiaron miradas perplejas ante el comportamiento inusual de Ardal. Tal vez al percibir sus miradas, Ardal asintió brevemente antes de darse la vuelta por completo.

Está claro que Ardal, en esta partida, me está prestando atención. Satisfecha conmigo misma, llamé a la puerta de la oficina del Papa.

- Adelante, llamó una voz elegante desde adentro.

Tan pronto como abrí la puerta y miré dentro, el Papa se levantó de su asiento detrás del escritorio.

- No hay necesidad de ser tan formal. Por favor, entre.

- He oído que Su Santidad desea comenzar mi formación hoy. Espero no resultar molesta.

- No, en absoluto. Guiar tu entrenamiento será lo más destacado de mi tiempo aquí en el templo.

El Papa habló con calidez mientras servía té en una taza en la mesa situada en el centro de la sala. Me hizo un gesto para que me uniera a él.

Mientras lo observaba servir el té, me di cuenta de que estaba mezclado con un sutil afrodisíaco. Beberlo me haría obedecer por completo las palabras y acciones del Papa.

- Relájese y disfrute de un té. Es una mezcla especial y es un honor servirle, hermana Haniel.

El Papa sirvió un té diferente en su propia taza mientras hablaba amablemente.

¿Y si el Papa bebiera el té que me corresponde a mí? ¿Le afectaría de la misma manera?

Sentí curiosidad mientras miraba fijamente los tés que parecían idénticos. Parecía posible intercambiarlos sin que él se diera cuenta.

- ¿Hermana Haniel?

- Gracias, Su Santidad. Tengo una pregunta…

- Pregúntame lo que quieras.

En lugar de sentarme, me acerqué a él y sutilmente intercambié las tazas mientras señalaba un cuadro irrelevante en la pared y preguntaba quién era el artista. Sonriendo, el Papa respondió y me guió de regreso a la mesa.

- Gracias, lo disfrutaré.

- Por supuesto.

Cuando me llevé a los labios la copa intercambiada, el Papa imitó mis acciones y tomó un sorbo de su copa. En el momento en que tragó, su expresión cambió drásticamente.

Traducido por: Sbd

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