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Después De Mi Muerte Mi Marido Enloqueció Novela capítulo 29

Con los ojos bien abiertos y llenos de conmoción, Sebelia sacudió la cabeza con vehemencia.

"Esto es... me enmarcaron. Nunca haría algo así".

“¿Te culparon? Esa es una respuesta tan común".

"¿Por qué demonios haría algo así? Dehart, por favor, reconsidera esto. Nunca te haría eso".

Sebelia suplicó, agarrando sus manos temblorosas, con la esperanza de apelar a los recuerdos y experiencias que habían compartido. "No quería decir esto en un momento como este, pero yo..."

"Si estás a punto de decir que me amas, será mejor que no uses esa excusa".

Su voz sin emociones y sus ojos fríos lazaron en su corazón. Sebelia miró fijamente a Dehart con los ojos temblorosos, incapaz de creerlo. Sacudió la cabeza, como si se compadeciera de sus inútiles esfuerzos, y dispersó las pruebas que había reunido a sus pies.

"Tu amor no es para mí. Es para tu padre, ¿verdad, querida hija menor de Wheddon?"

Su voz estaba lizada de rencor. La ráfaga de papeles convirtió la habitación, una vez ordenada, en un desastre caótico, cubriéndola como la nieve.

"Bueno, entonces, estas son confesiones extraídas de los sirvientes que trajiste, junto con el código descifrado utilizado por el Barón. Veamos si todavía puedes jugar a ser ignorante".

Sebelia recogió los papeles dispersos, sintiendo que su contenido la asfixiaría.

"Esto es increíble".

En detalle, los documentos revelaron cómo los obtuvo: solicitudes de los sirvientes, cartas escritas en su nombre y el cifrado traducido utilizado por el Barón Wheddon. Además, había anotaciones garabateadas en una pequeña letra debajo...

"¿Qué demonios es esto?"

Lo que ella pensaba que eran saludos aparentemente ordinarios y asuntos cotidianos mundanos eran mensajes cifrados. Sebelia se sacudió cuando descubrió información detallada y cifrada sobre los datos secretos de Inverness y las figuras clave que entraban en la mansión. Se sentía como si su mundo se hubiera puesto patas arriba. Todo este tiempo, su padre y los sirvientes habían conspirado contra ella.

"Gracias a ti, todo en Hillend Hall ha estado fluyendo hacia la capital".

Temblando y pálida como el hielo, Sebelia miró a Dehart, quien le sonrió fríamente.

"Yo... Yo también me han engañado, Dehart. Yo..."

"Oh, está bien. No más súplicas". Dehart le agarró la barbilla llorosa y sostuvo la mirada. "Aunque me has apuñalado por la espalda, sigues siendo mi esposa. Una noble novia forzada sobre mí por la alta y alta Capital".

"Dehart..."

Un dedo grueso presionado contra sus mejillas manchadas de lágrimas. Sebelia tembló mientras miraba a su marido, que estaba limpiando sus lágrimas con sus propias manos.

"No te sientas mal por que te atrapen. Todos cometemos errores en la vida..."

"..."

"Pero... si hubieras recordado mi consejo de conocer tu lugar, tal vez esto no habría sucedido".

Sebelia se sintió como si la hubieran golpeado en la cabeza con un martillo.

‘Conoce tu lugar’.

Oh, no, ¿podría ser que este hombre...?

‘He visto esto venir todo el tiempo’.

Sí. No hay manera de que un duque del norte la hubiera apedido sin pensarlo dos veces.

Sebelia sintió cualquier esperanza de que se hubiera desmoronado dentro de su pecho. ¿Todo lo que él le abrió gradualmente, todos los pedacitos, solo una fachada? ¿Se estaba preparando para este momento?

‘Oh, ¿qué más se suponía que debía haber hecho...?’

Los hombros de Sebelia temblaron de autocompatía. Sus lágrimas fluyeron sin parar, y Dehart continuó limpiando esas lágrimas. Sus fríos ojos dorados se unían con los azules de Sebelia.

"..."

Dehart la miró fijamente sin palabras. Sebelia miró hacia otro lado, insegura de qué hacer, y se le cayó la cabeza. Un suspiro bajo vino de encima de ella.

"Ya no necesitas bajar a comer".

Dehart le dio unas palmaditas en el hombro y se levantó de su asiento. Sebelia levantó ansiosamente la cabeza, pero su expresión estaba enmascarada por las brillantes luces de la lámpara de araña.

"Dehart..."

"Ya no tengo el estómago para eso".

"¡...!"

Sebelia extendió desesperadamente la mano, pero Dehart se negó cortésmente, alejándose de ella.

Y ese fue el final.

Después de entrar en razón, Sebelia lo buscó, pero fue rechazada repetidamente. La mansión se había vuelto completamente en su contra, y todos los sirvientes de Wheddon fueron expulsados. Todas las pruebas, confesiones y testigos la señalaron como la culpable, y todo lo que pudo hacer ante tal pérdida de confianza fue rogar a Denisa que permaneciera como su única sirviente.

"Dehart, como sabes, Denisa no está involucrada en este asunto. Todo es culpa mía, así que, por favor, sórrala".

"..."

"Ella vivirá fuera de la finca. Ella no interferirá ni se involucrará de ninguna manera relacionada con este lugar..."

Interrumpiendo su comida, Sebelia suplicó seriamente misericordia. Dehart la miró con una cara impasiva, luego suspiró como si estuviera preocupada por algo. Después de un momento de contemplación, asintió.

"Bien. Pero habrá restricciones".

"...Gracias".

Dehart la miró, aparentemente aliviada.

"¿Tienes algo más que decir?"

"¿Qué?"

Mirando fijamente a Sebelia, Dehart raspó el plato con la punta de su cuchillo.*Chirrido*.El sonido escalofriante resonó en el comedor.

Dehart habló en un tono moderado, casi como dar una orden. "Te dije que no tengo el estómago para esto".

"...Ah."

"Así que vete".

¿Hubo un despido más cruel en el mundo?

Sebelia no podía quitarse la memoria de esa voz fría.

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