Cómo Sobrevivir Como La Esposa Del Duque Monstruoso Novela capítulo 146

[Traductor: Mayu]

Es abril. Aunque Etra llegará a la región cálida a través de las ventiscas de abril, a menos que Milo ya estuviera esperando en la frontera con las hierbas y un cambio de caballos, sería imposible que Etra regresará a tiempo. Y a menos que Milo pudiera ver el futuro, ¿cómo podría preparar tal cosa?

“Ah”, dijo cuando una repentina chispa de esperanza le golpeó. Había más de una persona en la región cálida que podía ver el futuro. La abuela de Ilyin podía: previó la muerte de su propia nieta. Se levantó rápidamente.

“¿En qué dirección se fue Etra?”, preguntó. Había muchas rutas hacia la región cálida. La ruta de Delrose era la más segura, pero también la más larga. Etra no la habría tomado cuando el tiempo era un factor tan importante. Sabía manejarse con la espada -por eso Aden la había designado para Ilyin-, así que se habría arriesgado a tomar un camino más corto y peligroso.

No había más tiempo para meditaciones. Una luz divina centelleó en su mano. Brilló tanto que incluso Emil, que corría por el pasillo, tuvo que taparse los ojos ante la luz que salía de la habitación de Ilyin.

Suficiente poder para convertir cualquier lugar en una región cálida, al menos durante un rato.

***

La región invernal era una tierra de monstruos, implacable con los humanos. Biflten había sido su dominio original, hasta que el primer Duque de Invierno llegó aquí.

Los monstruos, como la propia tierra, no habían mostrado ninguna amabilidad con los primeros humanos que llegaron. Y la ventisca que azotaba el camino a Biflten no la mostraba ahora.

Etra sentía que se asfixiaba hasta una interminable ola de nieve. El poder divino se estaba concentrando en el campo de batalla, pero este seguía siendo el territorio del Duque del Invierno. Aún así, el viento y la nieve eran tan duros que apenas podía abrir los ojos.

Podía equivocarse fácilmente de camino en una tormenta de nieve como ésta. Si no fuera por necesidad desesperada, sería una tontería estar aquí. Pero aquí estaba, en una necesidad desesperada, y no podía detenerse pasara lo que pasara. Con las hierbas aseguradas, siguió cabalgando.

Afortunadamente, su caballo había nacido y crecido en la región invernal. Si el carruaje de Milo no hubiera estado esperando en la frontera, habría tenido que cambiarlo por un caballo fresco en la región cálida. Y no había forma de que un caballo de la región cálida hubiera podido navegar por esta nieve adecuadamente.

“Este tiempo es…”, dijo, pero las palabras se apagaron contra el viento. Era cada vez más fuerte. Incluso el caballo tenía problemas para resistirlo.

Etra miró al cielo. Las nubes eran oscuras, más espesas de lo habitual. Ya debería haber salido el sol, pero no sabía si era de día o de noche.

Esto está llevando demasiado tiempo, pensó.

Apretó sus dientes contra ese pensamiento. La Señora de Delrose tenía una luz hermosa, aunque demasiado débil para brillar en el frío del invierno.

No podía dejar que esa luz se perdiera en esta tierra invernal. Ya había hecho mucho por la región invernal y aún le quedaba mucho por hacer. Aún no era el momento de que Ilyin se fuera. Etra no lo permitiría.

De repente, su caballo se encabritó. Etra cerró los ojos y se echó hacia atrás por instinto, esperando que el caballo se desbocara o la sacudiera en su pánico. Pero la bestia pareció calmarse tan rápido como había empezado, y Etra se dio cuenta de repente de lo que había llamado su atención.

La luz azul del poder divino inundó de repente la zona, atravesando la oscuridad y alejando las nubes. La tormenta se disipó a su alrededor y el sol, completamente oscurecido apenas un momento antes, brillaba ahora con fuerza en lo alto.

Un milagro, justo a tiempo. Y Etra supo inmediatamente quién lo había enviado.

“Majestad”, exhaló agradecida, y espoleó al caballo tan rápido como se atrevió hacia la mansión.

***

Los que estaban en la mansión Biflten vieron un milagro aquel día. Había quienes creían que el poder divino del Duque del Invierno sólo servía para dar calor o frío a personas y monstruos. Pero todos vieron que Biflten era realmente la tierra del Duque del Invierno, y que su habilidad para domar y comandar su clima era mayor de lo que jamás habían imaginado.

“Luz…”, dijo una de las doncellas de Elo mientras miraba al cielo. Las nubes que cubrían Biflten se adelgazaron. Y, a través de la abertura, brilló el sol olvidado durante tanto tiempo en la región invernal.

Los Mille Verde y Nos Azul también observaron, pero ninguno se sintió tan afectado como los de Elo Brillante.

Luminoso.

Su etiqueta procedía de su objeto divino y de su capacidad para crear el Muro de Luz. Su tierra tenía un salón de bodas hecho de luz cálida de la región, aunque era artificial.

“Verano…”, murmuraban ahora algunos de ellos, pues la luz que atravesaba las nubes no se parecía en nada a la luz artificial que conocían los habitantes de Elo.

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