Cómo Sobrevivir Como La Esposa Del Duque Monstruoso Novela capítulo 144

[Traductor: Mayu]

No era el mejor momento para viajar. Todo el poder divino de Aden se dirigía a otra parte, al campo de batalla donde él y los caballeros se enfrentaban a los monstruos. Como resultado, el invierno de abril permanecía imperturbable en el resto de la región invernal.

Etra iba completamente cubierta mientras cabalgaba, sólo se le veían los ojos. Si no estuviera tan acostumbrada al frío y a los vientos huracanados, incluso intentar cabalgar habría sido una locura.

No podía hacer mucho por su pobre caballo, pero no tenía elección. Tenía que hacer este viaje y tenía que hacerlo lo más rápido posible. Incluso si hubiera sido posible a pie (lo que era dudoso con este tiempo), el tiempo era un factor demasiado importante. No podía dejar que su cálida región sucumbiera al frío de la región invernal.

Incluso si cambiaba a un caballo fresco en la región cálida y regresaba inmediatamente con las hierbas, el viaje le llevaría más tiempo del que deseaba. ¿Resistiría Ilyin tanto tiempo?

“¡Ja!”, gritó, acelerando el paso del caballo. Ahora podía ver el límite de la región invernal, una línea nítida donde se detenía el invierno, como si el clima hubiera sido cortado con un cuchillo.

La primavera parecía estar llegando a la región cálida, al otro lado de la línea podía ver que la nieve era fina y que ya aparecían manchas de tierra aquí y allá en el suelo.

Y vio otra cosa: se acercaba un carruaje. Por reflejo, se llevó la mano a la espada.

“¡Espera!”, gritó alguien en el carruaje, y la voz le resultó tan familiar que se estremeció. Milo el Mercader Ácido saltó del carruaje. Levantó su caballo en seco, casi encabritado, justo dentro de la región cálida.

“Whoa”, le dijo con tono tranquilizador. Al detenerse después de cabalgar con tanta fuerza, la bestia se tomó un momento para calmarse. Miró a Milo

“¿Milo?”, preguntó, “¿Cómo...?”

«No habrían tenido tiempo», dijo otra voz desde el interior del carruaje. La mano de Etra volvió a volar hacia su espada por instinto cuando el que hablaba asomó la cabeza fuera del carruaje. Era una mujer mayor, fuertemente envuelta en lo que parecían todas las ropas que podría haber poseído.

“Ya hemos preparado la hierba», dijo. «Estoy deseando ver lo fría que es la región invernal.”

Etra también la conocía. Era la abuela de Ilyin, Bertha.

***

La mansión parecía inusualmente ruidosa cuando Aden se acercó. Nadie salió a recibirlo, pero el alboroto en el interior era suficiente saludo. El contingente de la guardia de los Delrose era diferente, más pesado. El ambiente de las otras familias también parecía diferente, pero no tanto como el de Delrose.

Miró con curiosidad la mansión. ¿Qué estaba ocurriendo? Aden tuvo una repentina sensación de mal augurio.

Una guardia más pesada significaba que algo le había sucedido a un Delrose dentro de la mansión. Su presentimiento se agudizó y aceleró el paso de su caballo, deslizándose colina abajo.

“Su M…”, empezó a decir el caballero Delrose de la guardia, pero se mordió la lengua y corrigió mientras le hacía señas para que entrara en la mansión. “¡Gran Maestro! Es urgente... Deprisa.”

No muchos caballeros podían hablarle así al Caballero Gran Maestro, que tenía fama de ser tan frío como el señor de Delrose. Los demás miembros de la casa, sin saber que el Gran Maestro y el señor de Delrose eran la misma persona, miraron con curiosidad entre el caballero y Aden.

El rostro de Aden se congeló. Hizo avanzar al caballo de inmediato, atravesó la entrada de la mansión y se detuvo frente a las puertas. Dejó a un lado su capa cubierta de nieve y corrió hacia el interior.

“¡Su Majestad!”

Al llegar al séptimo piso, todos se dirigieron a él con el título que le correspondía, aunque eso sólo le recordó que fuera no podían dirigirse a él como tal. ¿Por qué tengo que preocuparme de lo que oyen en otras casas en mi propia mansión?, pensó.

Hacía tiempo que no le preocupaba, pero ahora se sentía especialmente sensible. Era una preocupación, esa sensación ominosa, y una vez que vio el rostro pálido de Ves y sus manos ensangrentadas, una vez que percibió el olor a sangre en el pasillo del séptimo piso, esa sensación se convirtió en comprensión, una comprensión que su mente no quería reconocer.

“¿Qué ocurre?”, preguntó.

Ves se sentía como si estuviera aferrándose a una delgada cuerda en lo alto de un escarpado acantilado. No, más bien como si estuviera de pie sobre un delgado puente de hielo hecho por el Duque de Invierno, un puente que podría derrumbarse en el momento en que se dejara dominar por sus emociones. Se dio cuenta de que todo el mundo en el séptimo piso podría convertirse en una escultura de hielo en un instante si él perdía el control de sí mismo.

Ves se dio cuenta de que todas las personas que estaban en el séptimo piso podrían convertirse en una estatua y podrían ser llevados a la fuerza. Era como si estuviera atada a una sola cuerda en lo alto de un acantilado muy escarpado.

“Su Majestad”, dijo ella. “Cálmese.”

“¿Qué está pasando?» volvió a preguntar Aden, sin que cambiara su expresión. Su mente finalmente se dio cuenta de lo que quería negar. “¿Cómo está Ilyin?”

Sólo había una razón por la que los subordinados estarían corriendo tan hecticamente en el séptimo piso. Y normalmente, la puerta de la habitación de Ilyin habría estado cerrada. Ahora estaba abierta de par en par, lo que indicaba que la urgencia era más importante que la formalidad. Aden pasó junto a Ves y entró en la habitación de Ilyin.

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