Cómo Sobrevivir Como La Esposa Del Duque Monstruoso Novela capítulo 132

[Traductor: Mayu]

Sentía su mano tan fría como la de él. Para haber estado en esta cálida habitación, envuelta en mantas y almohadas, era una mala señal, al igual que el rojo que aún tenía en las mejillas. Parecía que dormía plácidamente, pero estaba en mal estado. Mantener el Fuego Eterno le había quitado todas sus fuerzas.

Te preocupa que me arriesgue. Que me perderás, que Delrose me perderá. Sin embargo, Delrose y yo nos preocupamos mucho más por perderte a ti.

“¿Me viste en tu sueño?”, susurró. Quería enfadarse, pero no podía.

“¿Están todos los caballeros a salvo?” murmuró ella, moviéndose. Por eso no podía culparla. Ella hizo lo que hizo porque había visto el segundo ejército de Yesters. Ella había visto el peligro para los caballeros, para Delrose.

“La previsión cambió a mitad…”, dijo, saliendo un poco más del sueño. Intentó pasar a sentarse, pero Aden la volvió a presionar suavemente, acariciándola entre las mantas.

“Me lo imaginaba”, respondió él suavemente. “Tu cuerpo aún está frío.”

“El tuyo también”, dijo ella, sonriendo de nuevo. Su mano se deslizó por su brazo, masajeandolo como si intentara calentarlo.Qué delicada, pensó. Su fragilidad le llegó al corazón.

“Los caballeros están a salvo”, dijo.

No habían perdido a ningún hombre. Todo caballero entra en batalla sabiendo los riesgos, pero habían tenido suerte. Habían golpeado al primer grupo de Yesters por la espalda, y por supuesto no había habido una segunda oleada de ellos, gracias a ella.

“¿Fue idea tuya enviar el refuerzo con el Fuego Eterno?”, preguntó. Con Etra escoltando al refuerzo, lo había adivinado. Preguntarlo abiertamente le parecía un interrogatorio, pero no conocía otra forma de decirlo.

“Claro”, dijo, y dejó escapar un suspiro de alivio. Sin duda le había preocupado su capacidad para mantener el fuego el tiempo suficiente, le preocupaba que Etra no llegará hasta él, le preocupaba que no se siguiera su plan.

Hasta que ella me viera, pensó. Hasta que supiera que el plan había funcionado.

No estaba en ella relajarse tras la protección de otros, dejar que el caballero luchara por ella en algún campo de batalla. Ella era la que se preocupaba hasta que cada persona que marchaba a la batalla volvía a casa. Eso era parte de lo que la hacía tan hermosa.

“Me sorprendió que Emil viniera al campo de batalla”, dijo Aden. Le besó suavemente la frente.

“Emil, del campo de entrenamiento de caballeros”, respondió ella. Había conocido a tantos en tan poco tiempo. Sin embargo, nunca olvidó un nombre, nunca olvidó a una sola persona.

Ilyin recordaba algo más que su nombre. Recordaba su rostro, esa mirada severa. No era desobediencia hacia ella, no era desaprobación. Esas cosas sólo existían en el territorio del vizconde Arlen. Era la mirada de alguien que se preocupaba por Delrose, que se preocupaba por su seguridad tanto como ella.

Aden suspiró.

“¿No crees en mí?”, preguntó.

“Sí creo. Por encima de todo», dijo ella, con los ojos muy abiertos. Aden le acarició la mejilla.

“¿Creías que yo y mi poder no podríamos derrotar a los Yester sin ti?”

La segunda oleada de Yesters necesitó una gran cantidad de poder para acabar con ellos, es cierto, pero esta era la región invernal, y el Duque de Invierno no vaciló en la región invernal por usar el poder divino. Eso sólo era una preocupación para Ilyin de la región cálida.

“Sabía que podrías. Pero no quería que ninguno de ustedes saliera herido”, dijo simplemente.

Ni uno solo. Un alma tan hermosa.

Pero una persona resultó herida. Aden le tomó la mano, que no estaba más caliente que antes. Volvió a meterla en la manta e invocó la luz azul de su mano para calentar un poco más la habitación. Le puso la mano en el pecho y sintió su delicado aliento.

“Y quiero asegurarme de que ni siquiera tú salgas herida" dijo él.

No ocultes tu dolor, Ilyin, pensó. Se inclinó hacia ella y enterró la cara en su pecho.

“Dijiste que sólo usarías el poder divino en caso de emergencia”, respiró.

“¿Cómo iba a ignorar la previsión, conociendo el plan de los Yester?”, dijo ella. “Si eso no era una emergencia, ¿entonces qué lo es?”

Aden suspiró. Ella tenía razón, por supuesto. Era la única manera de detener al segundo ejército Yester. Si los caballeros hubieran llegado sin el Fuego Eterno, el resultado habría sido desastroso.

“No creíste en mí”, susurró de nuevo. Quería enfadarse pero no podía. Sólo sonaba caprichoso.

“Sabes que no es cierto”, dijo ella, acariciándole el pelo.

“Te excediste con el poder divino”, dijo. Al saber que no había otro camino, el argumento tenía poco peso. Pero ella le importaba demasiado como para no expresarlo de todos modos.

“Yo era el que siempre mentía y no cumplía las promesas”, dijo. Desplazó la cabeza hacia ella mientras hablaba, y su aliento le llegó al cuello. Notó que sus mejillas se sonrojaron un poco más en respuesta. Su mano apretó la de ella con más fuerza.

“Hoy me he convertido en una mentirosa”, respondió ella.

Seas lo que seas, es encantador, pensó él.

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