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Cómo Sobrevivir Como La Esposa Del Duque Monstruoso Novela capítulo 126

[Traductor: Mayu]

“¡A la carga!” Gritó, espoleando a su caballo hacia adelante. Agitó la mano y la luz azul del poder divino se intensificó. Era la más brillante que había visto nunca, quizá la más brillante que nadie había visto jamás. El poder se extendió por el territorio de Elo derritiendo Yesters por docenas, pero los caballeros que habían sido enterrados no se movieron.

“¡Su Majestad, son demasiados!” gritó Idith.

Con una fuerza tan grande de Yesters, Aden sabía que no debían atacar. Pero volvió a estirar la mano ante la protesta de Idith, alzando de nuevo la luz azul y fundiendo más Yesters en el suelo.

¡Kyak!

Los Yesters detuvieron su propia carga al sentir el cambio de temperatura, pero la masa que tenían detrás no pudo detenerse a tiempo. Su formación se convirtió en un caos cuando el poder divino de Aden fundió a muchos de ellos.

“¡ Olviden el edificio!”, ordenó. El edificio que albergaba la guarnición de Elo estaba empantanado en el cuerpo a cuerpo. Pero los Yester, que ya habían atravesado el lugar donde debería haber estado el Muro de Luz, estaban arrasando la ciudad y masacrando a la gente de Elo.

El humo ya contaminaba el aire. En la región invernal se sabía que los Yester eran débiles al fuego y al calor, así que la gente ya había empezado a prender fuego por toda la ciudad como medida desesperada en cuanto vieron a los Yester atravesar el Muro de Luz.

Pero, por mucha ayuda que eso pudiera suponer contra los Yester, para la gente de Elo resultaría más útil.

“¡Ataquen!” gritó Idith, dirigiendo a los caballeros por el centro mientras atravesaba con su espada el cuello de un Yester. Todo Elo era ahora un campo de batalla. Aden volvió a elevar su poder divino, con tanta fuerza que los que estaban en la zona podrían haber pensado que habían sido trasladados a la región cálida por un momento.

Muchos Yester cayeron, pero Aden notó sombríamente que el campo de batalla era demasiado amplio. A duras penas lograba mantener el poder en un área tan grande como la suya, y sólo podía lograrlo porque era Aden de Biflten. No podía permitirse que el campo de batalla creciera más allá de esta zona.

Sintió una tensión en el pecho ahora, por primera vez en mucho tiempo. Estaba usando demasiado poder de inmersión. Pero conocía su habilidad. Podía soportarlo, siempre y cuando el campo de batalla no creciera.

***

Con Aden usando su poder con tanto desenfreno, la batalla no duró tanto como debería.

“Señor”, dijo Idith (como estaban en territorio de Elo, este era el título de Aden entre sus caballeros). “Las bajas de Elo son mayores de lo esperado.”

Idith echó un vistazo al campo de batalla. Hacía calor; no recordaba haber sentido calor alguna vez en la región invernal.

“Más de lo esperado”, repitió Aden. Idith y él conocían la previsión de Ilyin. ¿Podría haberse equivocado? Pero ¿por qué ahora, después de más de veinte años?

Aden sabía que había algo más en juego. Miró fuera del campo de batalla, e Idith supo lo que buscaba.

“¿ Busca a la figura de antes?”, preguntó. El hombre que habían visto la última vez cuando habían venido a apoyar a Elo, después de regresar de la región cálida. Al que Aden había perseguido, espada en mano.

“Parece como si estuviera aquí”, dijo Aden. Era una corazonada, pero aquella figura parecía la única variable de los sueños de Ilyin.

Limpió su espada, pensando en lo que había dicho Ilyin. Una figura extraña, como un hombre de espaldas, pero con los ojos de un violeta puro.

Le hizo pensar en los ojos centelleantes de la propia Ilyin. Esos ojos que parecían llevar la luz de la región cálida.

Eran ojos violetas también… una conexión que a Aden no le importaba hacer.

“Idith, despeja el campo de batalla”, dijo. Los Yester que quedaban habían perdido su ventaja numérica. No había manera de que pudieran resistir con el Duque de Invierno aquí. A menos que llegará un ejército adicional de ellos, no tenía sentido que Aden continuará esforzándose con su poder divino.

“¿Señor?” Preguntó Idith.

“Volveré enseguida.”

Idith hizo un gesto a algunos caballeros para que lo escoltaran. El campo de batalla seguía siendo caótico, por lo que Idith seguía siendo necesario allí.

Aden se fijó en los caballeros que le seguían. Eran los que habían ido a la región cálida con él, en los que podía confiar. Avanzó rápidamente.

“¿Dónde estará?”, murmuró.

Su presentimiento no era tan certero como la previsión de Ilyin, pero después de confiar en eso en tantas batallas, no dejaba de estar seguro de ello. El desconocido estaba aquí, en alguna parte. Preparó su espada.

Y justo fuera del territorio de Elo, encontró lo que estaba buscando.

Ilyin tenía razón. Parecía un humano, pero no lo era. El viento era más feroz aquí, y sólo el Duque del Invierno podía caminar en él con ropa tan delgada sin sucumbir al frío.

Entrecerró los ojos. Los ojos eran realmente violeta puro, sin nada de humanidad en ellos.

“Ciertamente no es humano”, murmuró Aden. Lo supo en cuanto sus miradas se cruzaron.

Lo que tenía delante era un monstruo, como todos los que había combatido a lo largo de los años. Y sabía de un monstruo que parecía humano, uno que había desaparecido hacía mucho tiempo en Biflten.

“Un Milton”, dijo claramente, y la cosa frente a él reaccionó a la palabra.

Duque de Invierno.

Sin duda era la voz de un monstruo. No pronunciada en voz alta, sino enviada directamente a su mente.

Aden levantó su espada, pero el Milton se movió rápidamente. Pateó la nieve en sus pies y retrocedió rápidamente, como si tratara de aumentar la distancia con Aden y sus caballeros.

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