Cómo Sobrevivir Como La Esposa Del Duque Monstruoso Novela capítulo 123

[Traductor: Mayu]

“Aunque Su Majestad dispersara por completo la ventisca con su poder divino, tardaría algún tiempo en recorrer esta distancia. Yo diría que en este momento debería estar más o menos a mitad de camino”, dijo Emil, indicando un punto en el mapa entre el territorio de Elo y la mansión.

Ilyin estudió el punto indicado por Emil y luego puso su propio dedo en el mapa, en la mansión Bilften.

“Entonces hay que partir ya”, dijo. Su dedo se deslizó por el mapa, trazando una línea hacia donde Emil esperaba que se ocultara la segunda oleada de Yesters.

“Atacamos al segundo grupo de Yesters. No es necesario aniquilarlos, sólo debemos asegurarnos de que no se unan al otro grupo”, continuó. Se volvió hacia Etra.

“Etra.”

“Sí, señora.”

“Muévete con nuestros refuerzos. Si se enfrentan a los Yester, ve a Elo y adviérteles”, dijo Ilyin.

“Señora, yo…”, comenzó a intervenir Etra.Mi lugar está aquí, cuidando de usted, pensó, pero cuando sus ojos se encontraron con los de Ilyin, su protesta se convirtió en silencio.

“Tienes que ir, para asegurarte de que no acusen a Emil de mover el ejército por su cuenta”, dijo Ilyin. Aden no dudaría fácilmente de Emil, Ilyin lo sabía. Pero cualquier momento de confusión en un campo de batalla podía traer el desastre. Era esencial que Aden supiera quién había ordenado el refuerzo.

“No te preocupes, Etra”, dijo sonriendo.

“Sí, señora”, dijo Etra, asintiendo en señal de aceptación.

Ilyin volvió al mapa. Según su previsión, ningún otro ejército o monstruo se interponía entre Elo y los Yester. Con la otra mano, trazó una línea desde la base de los Yester hasta el territorio de Elo.

“Entonces, Etra”, dijo, “una vez que Aden y los caballeros hayan terminado en Elo, llévalos a la ubicación del refuerzo”.

El refuerzo sólo tendrá que aguantar hasta entonces, pensó Ilyin, con los ojos brillándole.

***

Emil quería protestar contra su plan. Él mismo no había conocido aún esa previsión, aunque los Delrose que iban a la región cálida sí. Ellos habían visto la predicción de un ataque sorpresa contra su maestro.

El grupo de Aden e Ilyin había partido primero, y los Delrose que quedaban atrás se habían enterado de la situación por Milo. Se había generado cierto escepticismo, pero lo que Ilyin había previsto se había hecho realidad.

Pero... ¿y si esta vez se equivoca? Emil no podía evitar tener esa duda. Y si la previsión era correcta, eso era un problema en sí mismo.

“Si la segunda oleada de Yesters es tan grande, no hay forma de que nuestro ejército sea capaz de detenerlos.”

El ejército principal de Delrose podía ayudar a Elo gracias a Aden. Su poder divino podía matar más monstruos que varios caballeros. Especialmente si los monstruos eran Yesters, débiles contra el calor que él podía convocar.

“Lo sé”, respondió Ilyin con sencillez.

“Y no podemos dejar la mansión vacía…”, continuó.

“Por supuesto que no”, dijo ella. Los caballeros necesitaban un hogar al que regresar. Levantó una mano que se dirigió al collar de Delrose.

“Utilizaré el objeto divino”, dijo, su voz acerada por la determinación.

Puso una mano en el hombro de Etra, intuyendo la objeción que estaba a punto de plantear.

“Sé que será difícil”, dijo, “pero el fuego eterno del objeto divino arde hasta que yo quiera que se detenga. Lo usaré para cortar el camino.”

No había otra manera. Atrapar a los Yester con fuego era lo único que se le ocurría. Señaló el mapa.

“Afortunadamente, el paso de la montaña que Emil indicó es estrecho”, dijo. “El fuego será suficiente para que queden atrapados allí.”

Pero el éxito dependería de que los caballeros de Delrose llegarán con leña, leña suficiente para transferir el fuego eterno.

“Lleva mucho tiempo rodear esta montaña. Incluso con la velocidad de los Yester en la ventisca, perderían mucho tiempo dando la vuelta.”

Y Aden vencería fácilmente a los ejércitos Yester por separado. Dio unos golpecitos en la cordillera.

“Vayan primero, acumulen leña y traspasen el fuego.”

Ilyin les entregaría una antorcha eterna. Se necesitaría su poder para encender el fuego, pero trasladarlo a una antorcha al menos significaría que no se derrumbaría.

Ilyin agarró el collar con fuerza. No dejaría que atacaran a Aden por la espalda como en su previsión. Bajó la mirada hacia el mapa.

“Prométeme esto”, dijo Emil, mirando severamente a la Ama. Su dura mirada normalmente se vería como grosera, pero ella podía ver la feroz lealtad en sus ojos.

“He oído que antes te hacía daño usar un objeto divino”, dijo, sus palabras duras, sin arrepentirse. “Nunca hagas nada que pueda herir a Su Majestad.”

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