Cómo Sobrevivir Como La Esposa Del Duque Monstruoso Novela capítulo 115

[Traductor: Mayu]

Ningún poder se obtiene sin un precio. La cuestión era si uno tenía la fuerza para pagarlo.

“Ocurrió en el campo de entrenamiento de caballeros de Delrose”, le habían balbuceado apresuradamente, pero Aden sólo lo oyó a medias. Podía ver todo lo que necesitaba saber en el rostro pálido de Ilyin.

Ella desconocía la clase de resistencia necesaria para invocar un poder divino. O tal vez pensó que el collar no le exigiría más de lo que le había exigido Setoze. Tendría que habérselo explicado antes, pero no quería ver la preocupación en su rostro cuando él mismo utilizara el poder.

“Pueden retirarse todos”, dijo con severidad, sin apenas darse cuenta de cuántos había en la sala.

***

El gasto de energía para utilizar un objeto divino era variable y cambiaba según las circunstancias y el motivo por el que se utilizaba. Cuando el tiempo era más frío, su control le resultaba más difícil y conllevaba un coste mayor.

Las únicas excepciones eran los objetos que no afectan a los demás, como la tela de Norte Azul. Pero el collar, el fuego de Delrose…

Había oído que ella provocó el incendio en el campo de entrenamiento de Delrose. Le fascinó descubrir que podía moverlo y manipularlo. Que lo había hecho durante demasiado tiempo, en esa fascinación. Imaginó sus mejillas sonrojadas mientras jugaba, lo adorablemente adorable que habría sido.

Acarició el cabello plateado de Ilyin. Una parte de él deseaba haberla visto usarlo, pero no deseaba que volviera a hacerlo.Que deje ese trabajo para mí, pensó.

El dorso de su mano rozó la mejilla de Ilyin, y sus ojos se abrieron ligeramente. Lo buscaron somnolientos antes de encontrarlo.

“Den”, susurró, y con todos los demás ausentes, el débil susurro pareció resonar en el silencio. «No quería sorprenderte así».

“Lo sé”, dijo, sintiendo alivio al ver aquellos ojos violetas. “Por supuesto.”

Se inclinó hacia ella y le rozó la mejilla antes de posar suavemente la mano en su pecho.

“Debió de dolerte mucho”, dijo.

“¿Tanto te duele?”, preguntó ella, “¿Todas las veces?”

"No puedo decir que no duela en absoluto, pero…” Aden dijo, encogiéndose de hombros, “hay una razón por la que dicen que soy el mejor Duque de todos los tiempos.”

La arrogancia era para ella, para disiparle sus temores. No quería que pensara que ella o su poder eran débiles, pero tampoco quería que se preocupara por él cuando lo usara.

“No lo uses tan a menudo a partir de ahora”, le dijo, dirigiéndole lo que era, incluso en su estado de debilidad, una mirada que amenazaba tormenta si no estaba de acuerdo. No pudo evitar reírse.

"Si Ilyinnolo usanunca”, respondió él de forma directa.

“Sólo en casos de emergencia”, dijo ella. Él podía aceptar esa condición.

“El fuego”, dijo ella. “Fue increíble.”

El fuego que flotaba, el fuego que ardía sin consumirse. Ilyin miró hacia la chimenea. Incluso aquí ardía el fuego de Delrose.

“He oído que ese fuego lo inició la primera Duquesa”, dijo, “pero, ¿cómo es que sigue ardiendo?”

El fuego eterno de Delrose, se llamaba. Pero ella lo había usado, sintió su costo. Puede que la primera duquesa iniciara el fuego, pero hacía tiempo que se había ido. ¿Cómo es que el fuego seguía ardiendo?

“Probablemente sea…” Empezó a decir, pero se detuvo de golpe. Cuanto más le dijera, más probable sería que ella volviera a intentarlo. Ella inclinó la cabeza hacia él, curiosa.

Él suspiró. Había demasiada gente en Delrose que no podía negarle nada. Tarde o temprano, alguien se encargaría de satisfacer su curiosidad. Mejor que fuera él, qué le diría la verdad sin ambiciones ni intenciones.

“He escuchado”, dijo, “que si hay algo que quemar, sólo se necesita energía para iniciar el fuego, no para mantenerlo.”

“Entonces”, dijo ella irónicamente, con las cejas aún más arqueadas por la curiosidad, “¿no es un fuego eterno?”

“Si nos ponemos técnicos, es una cuestión de cómo se paga el costo, con combustible o con energía”, respondió él, sonriendo. “Por ejemplo,...”

Se acercó a la chimenea y sacó la leña, trozo a trozo. Ilyin lo observó con los ojos muy abiertos: el fuego que ella pensaba que seguiría ardiendo en la leña, en cambio, se quedó en la chimenea, y en cuanto extrajo el último tronco, desapareció como si nunca hubiera existido.

El calor de la habitación desapareció al instante. No había calor persistente, ni brasas como cuando muere un fuego normal. Sólo un hogar frío como si nunca hubiera habido fuego.

Aden volvió a colocar los leños en su sitio y juntó las manos. Tomó un paño, se limpió el hollín frío de las manos y regresó junto a Ilyin.

Aún tumbada en la cama, ella se movió para hacerle sitio. Se sentó a su lado, le rodeó el hombro con un brazo y, con la otra mano, agarró suavemente el collar de Delrose.

“Mira la chimenea”, le dijo. Sus ojos parecían brillar con mucha ilusión.

Con unpufsonoro, el fuego se reanudó en la chimenea, extendiendo al instante el calor por la habitación. Ilyin se volvió hacia Aden como si estudiara su rostro.

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