Cómo Sobrevivir Como La Esposa Del Duque Monstruoso Novela capítulo 113

[Traductor: Mayu]

Era en momentos como éste, cuando ella hacía suposiciones irreflexivas como si todavía estuviera en la región cálida, en los que se daba cuenta de que todavía no era -y quizás nunca lo sería- alguien de la región invernal.

“Estaré bien sin la arena”, le dijo a Etra, “Voy a tomar aire.”

“Señora”, respondió Etra, colocándose delante de Ilyin, “hoy el tiempo es especialmente frío.”

Incluso con el poder divino de Aden, no siempre había días iguales. Algunos eran más fríos que otros.

“Estaré bien”, le dijo a Etra, “sólo será un momento.”

Aunque si era un día más frío, eso empeoraba su metida de pata. Ilyin no deseaba molestar a la gente de Delrose con semejante clima.

“Entonces iré a decirles que no continúen”, dijo Etra. Ilyin le lanzó una mirada de reproche, aunque sabía que no podía esperar menos de ella.

“Vas a fingir que ya me has traído la arena, ¿verdad?”

Era consciente de que los sirvientes no tenían elección si alguien con su rango les hacía una petición. Comprendía la organización del sistema y qué mentiras necesitaría Etra para detenerlos.

“Yo misma puedo ordenarles que entren», dijo con una sonrisa. «Hay algo más que quiero probar.”

Y salió dando pasos rápidos. Le disgustaba que Etra tuviera que salir a este frío, tanto como el haber enviado afuera a las criadas. Pero como señora de Delrose -no, más que eso, como poseedora de un objeto divino, había algo que tenía que intentar.

“No es difícil usar un objeto divino”, le había comentado Rippo. “Siempre y cuando quien intente usarlo tenga poder divino.”

“¿No era sólo el duque quien poseía el poder divino?”, le preguntó.

“Aquellos que provienen de un linaje directo probablemente lo tengan”, respondió Rippo mientras le entregaba a Ilyin el objeto divino de Mille, Setoze. “La cuestión es que sean capaces de activarlo.”

De lo contrario, ¿cómo podría utilizar el objeto divino sólo el linaje directo, si éste no pasaba de generación en generación? Rippo parecía una muchacha tímida y mansa, pero por pequeña que fuera su voz, nunca se guardó sus palabras.

Aunque la respuesta de Rippo era lógica, planteaba otro problema.

“Bueno, eso no incluiría a mí”, había dicho ella. “Yo soy de la región cálida.”

Rippo le dirigió una mirada extraña, casi de admiración, que se incrustó en la mente de Ilyin.

“Eso debería ser suficiente”, dijo ella, “Puesto que usted fue parte de la sucesión con Su Majestad… debería tener suficiente poder divino propio para utilizarlo.”

Aunque eso no ocurría siempre, le advirtió. Después le explicó la forma de utilizar a Setoze.

“De acuerdo, gracias”, había dicho Ilyin, sin poder ocultar su curiosidad. “Pero... ¿Por qué estás siendo tan colaboradora? ¿Tan agradable?”

Aunque Ilyin había notado que Delrose Rojo y Nos Azul eran los más enemistados, eso no significaba que Mille Verde y Delrose fueran aliados. En todo caso, Nos Azul y Mille Verde eran más cercanos, y Delrose Rojo servía como control de las otras tres familias.

Entonces, ¿por qué la ayudaba Rippo, que es una descendiente directa de Mille?

“Bueno”, había dicho la joven, “es debido a que…”

Ilyin no podía creer lo que Rippo dijo a continuación.

“¡Oh cielos, mi señora!”

Ilyin fue apartada de sus pensamientos nada más salir al exterior. El frío viento de abril en Biflten le congeló la cabeza. Y las criadas, en cuanto la vieron, gritaron todas juntas.

Parecían nerviosas, como si temieran acercarse a ella para no contagiarle el resfriado que sufrían. Pero ella agarró las manos de cada doncella, por turnos.

Incluso con los guantes, sus manos estaban heladas.

“De ahora en adelante, no…”

Como la gente de Delrose no puede rechazar sus peticiones, se contuvo antes de decir «no hagan caso».

“Si les encomiendo una tarea demasiado difícil, háganmelo saber.”

No se limiten a escuchar y obedecer, pensó. Tomó las manos heladas de una criada y su calor se extendió a través de ellas.

Ilyin sentía cómo el frío se apoderaba de sus propias manos. La criada parecía no saber cómo reaccionar ante aquello.

“Si se trata de una orden sin sentido, díganme que es un disparate.”

Agarró las manos de otra criada. También las suyas estaban congeladas.

Todas las criadas y caballeros de la mansión del vizconde Arlen hicieron lo posible por seguir sus órdenes, pero no ciegamente. Se oponían como podían a un trabajo horrible o a una orden absurda.

Todos la consideraban molesta, así que ni siquiera habían intentado hacer por ella las responsabilidades cotidianas normales. Sin embargo, como siempre, con Delrose era muy distinto.

“No quiero que mi gente se enferme o se lastime por un encargo insignificante.”

Mi gente.Las palabras difundieron una calidez especial entre las doncellas que temblaban de frío. El vínculo entre los sirvientes y su señor era especialmente estrecho en Delrose, un vínculo que rara vez se sentía en el ambiente reprimido de las demás familias.

“Lo tendremos en cuenta, mi señora”, dijo Etra en su representación, provocando una carcajada en Ilyin.

“Entonces, aquellos que tengan frío entren”, dijo Ilyin. “Los demás que me acompañen, lo más abrigados que puedan. Les mostraré algo asombroso.”

¿Realmente lo creerán, pensó Ilyin,o sólo lo pienso yo?

Las criadas se miraron entre ellas. Ninguna pensó en permitir que su señora fuera sola. Todas se quedaron con ella mientras se dirigía al terreno de los caballeros Delrose.

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