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Cómo Sobrevivir Como La Esposa Del Duque Monstruoso Novela capítulo 112

[Traductor: Mayu]

La cárcel del sótano de la mansión Biflten era territorio de Delrose. Su existencia -que castigaba a los delincuentes- demostraba quién era el señor de la mansión.

Como Duque del Invierno, Aden llevaba una túnica ornamentada con capucha para ocultar su rostro. Odiaba tener que llevarla, pero era una práctica necesaria para proteger su identidad, y había acudido a la cárcel sin la intención de revelarse.

“El Gran Maestro se ha puesto una bata elegante para recibirnos, ¿eh?”, dijo uno de los asesinos.

Hasta ahí había llegado. Sin más necesidad de recurrir a la treta, Aden se retiró la capucha.

“Realmente es el mismo hombre”, dijo otro.

“¡Nos han engañado!”, gritó un tercero, rebosante de sarcasmo.

La cárcel estaba bien conservada; a Aden no le gustaba la idea de inspirar miedo con una cárcel húmeda y mugrienta. Tampoco albergaba ningún instrumento de tortura. ¿Fue eso lo que hizo a los asesinos tan audaces? ¿Imaginaron que era un hombre misericordioso?

Se quitó la túnica y se la entregó a Idith, quién se inclinó y se hizo a un lado.

En los territorios de las demás familias había cárceles propias, y todos tenían instrumentos de tortura en sus salas de interrogatorio, salvo Nos Azul, que separaba la tortura del interrogatorio. Sólo Delrose evitaba por completo las herramientas de tortura.

“Temible Maestro, ¿acaso se casó usando esa bata?”

Pero Aden no precisaba de la tortura para enseñar respeto. Con un simple movimiento, abrió su mano y la luz azul del poder divino ya estaba creciendo. Idith, quien conocía esa luz, parpadeó con incomodidad. Los asesinos, sin embargo, siguieron balbuceando.

“La novia en vuestra boda…”

Esas palabras se interrumpieron bruscamente cuando el que las pronunciaba se quedó congelado.

“Has olvidado cómo te capturaron”, dijo Aden lentamente. Y señaló al hombre congelado.

“Con las manos atadas, no tendrán más oportunidades de suicidarse. Y se congelarán antes que puedan morderse la lengua. Así que espero su cooperación.”

El silencio se extendió por la sala. El hecho de no reconocer la luz del poder divino significaba que ciertamente no pertenecían a Delrose. Pero sí sabían que el Gran Maestro y Aden eran la misma persona. Eso significaba que tenían al menos alguna conexión con los tres ancianos. Nadie más fuera de Delrose lo sabía.

Aden sonrió. ¿De verdad habían pensado que tendría éxito? ¿Y no se habían dado cuenta de la apuesta que estaban haciendo? El simple hecho de enviar asesinos, de dirigirlos al objetivo adecuado, demostraba que uno de ellos estaba detrás.

Era una posibilidad demasiado obvia. ¿Pero a quién más se le ocurriría siquiera atacar al maestro de Biflten?

“Sólo quiero saber una cosa”, dijo.

Lejos de Ilyin, siempre era el Duque de Invierno. Esta era la cara que Idith conocía, muy distinta de la que mostraba ante Ilyin.

“¿A qué familia perteneces?”

Se rascó el mentón pensativo.

“Nuestra planificación en la región cálida cambió inesperadamente, y aun así nos encontraste.”

El funeral de la vizcondesa Arlen en la región cálida había sido una sorpresa. De no haberse enterado de ese cambio, era imposible que los asesinos hubieran dado con él. Lo que significaba que alguien se lo había dicho.

¿De qué manera?

Si no fuera por Rippo de Mille, habría tenido muchas más posibilidades que considerar. Todo esto le habría llevado más tiempo. Pero ahora, con lo que ella había revelado, sería más fácil… y más rápido.

“¿Cómo conocías nuestro itinerario para tu ataque?”

¿Quién podría haberles avisado del funeral de la vizcondesa a tiempo para que cambiaran su plan? ¿Realmente había un oráculo entre los Yester?

“¿Responderá alguno de ustedes?”

Los tres lo hicieron, pero los burlones abucheos que dieron como respuesta no eran lo que el Maestro del Invierno buscaba. La luz azul volvió a destellar.

“Quedan dos bocas para responder”, dijo fríamente.

Cuando su esposa llegó de la región cálida hace unos meses, corrió el rumor de que el Duque de Invierno se había ablandado. Los asesinos no tardaron en enterarse de que el rumor era falso.

Aden no tardó mucho en obtener su respuesta.

***

Al proceder de una región cálida, Ilyin no había considerado lo difícil que era conseguir arena en Biflten. Tal vez hubiera algo de arena en el suelo, pero habría que cavar en medio de una masa de nieve para encontrarla. La nieve alrededor de la mansión estaba despejada, por supuesto, para facilitar los desplazamientos dentro de la muralla, pero no se encontraba arena allí.

Las criadas de Delrose debatieron si debían buscar en el jardín de flores de la mansión, o si el campo de entrenamiento de los caballeros de Delrose podría ofrecer algo. Pero mientras debatían, Ilyin se dio cuenta de su error.

“Oh, no”, dijo ella.

Ella se levantó de su silla situada cerca de la ventana. Etra, sorprendida, corrió hacia ella.

“¿Necesita algo más, señora?”, preguntó.

“No, yo... he cometido un error”, respondió Ilyin.

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