0%

Posesión De La muñeca De Algodón Del Maníaco Obsesivo Novela capítulo 61

—¡Aaahhhh!

Caleb gritó y tomó un par de pasos hacia atrás. Su corazón seguía latiendo y sentía que iba a dejar de respirar.

El hombre frente a él inclinó su cabeza como si no pudiera entender. Al ver eso, Caleb frotó su sorprendido pecho y recuperó el aliento.

—¿Quién envió esto…?

Recuperando la compostura, avanzó tanto como había retrocedido. Entonces, frotó sus ojos, preguntándose si seguía dormido, pero la vista delante de él no desapareció.

Caleb, atemorizado por el mundo dentro de la caja, lleno de cabezas rosa y ojos azules, cerró la caja de golpe.

—¿No es esto lo que ordenaste? De acuerdo a lo que dijo el jefe, el cliente compró todas las muñecas en el festival y escribió esta dirección.

—...Ah.

Caleb sacudió la cabeza incrédulo, pero las palabras del repartidor lo hicieron pensar.

—Me causa intriga la apariencia del hombre…

—Su rostro no podía distinguirse porque usaba una máscara, pero aparentemente sus ojos eran rojos.

—... Okay. Entonces ha venido al lugar correcto.

Caleb frotó su rostro para calmar su mente confusa, una vez supo quién era el hombre de ojos rojos. Obviamente, debía tratarse de su jefe, Mikael.

—Entonces, me gustaría pedirle su firma aquí para indicar que lo recibió en buenas condiciones.

—Sí, entiendo. Gracias por su esfuerzo.

—Sí, ¡gracias! ¡Esperamos continuar haciendo negocios con usted!

Terminó de firmar, garabateando toscamente con la pluma que le entregó el repartidor. El hombre asintió brevemente con la cabeza y se dio la vuelta.

No fue hasta que estuvo completamente fuera de vista que Caleb pudo cerrar la puerta con un golpe.

Caleb dejó salir un aliento pesado y tomó uno de los almohadones de su sillón, enterrando la cara en él. Entonces gritó tan fuerte como pudo.

—¡Aaaahhhhhh!

El sonido fue parcialmente amortiguado por el almohadón, pero seguía siendo estruendoso. Liena se asustó y salió corriendo de su habitación con ojos abiertos.

—Oh, hermano mayor. ¡¿Por qué estás gritando así en la mañana?!

—No es gran cosa. Lo siento. Un pequeño, un pequeño problema… Oh, no. En lugar de problema…

—¿Acaso el Archiduque asignó otra tarea problemática…?

Observando las repetidas excusas de Caleb, Liena rápidamente averiguó lo que estaba haciendo.

No era la primera vez que había visto algo como esto. Por supuesto, era la primera vez que había gritado tan violentamente como hoy.

Preguntándose qué sucedía, miró de reojo la gran caja frente a su hermano.

—¿Puedo abrir esto?

—No.

—Sólo miraré.

—No…

Antes de que Caleb pudiera terminar la oración, Liena abrió la caja y removió la parte de arriba. Entonces, como era de esperarse, sus ojos se ampliaron como si fueran a caerse.

—Jadeo,¡Yuri!

—No. Y debes decir “Yuri-nim”¹ la próxima vez.

En la caja había docenas, tal vez cientos, de muñecas que se veían iguales a Yuri. Incluso Liena, una entusiasta de las muñecas, sólo podía pestañear con perplejidad debido a la situación, y, por un momento, fue incapaz de decir algo.

—¿P-Pero por qué esto…?

Después de un tiempo, Liena abrió la boca, y su pregunta perforó el corazón de Caleb. Porque también quería hacerle la misma pregunta al Gran Duque.

Está bien, podía entender que él quisiera coleccionar muñecas que se veían exactamente igual a Yuri-Nim. No es como si pudiera refutar sus gustos personales, y los gustos del Archiduque ya se habían escapado fuera de su control.

Pero, ¿por qué los envió a su humilde hogar en lugar de la espaciosa mansión Orlov?

—Fiu… ¿En qué está pensando…?

Caleb dejó escapar un largo suspiro y murmuró para sí mismo. Mientras tanto, docenas de figuras con ojos azules y cabello rosa le miraban fijamente.

* * *

Mientras tanto, en la oficina del Archiduque…

Mientras tanto, en la oficina del Archiduque…

Mikael observó al hombre temblando frente a él con ojos fríos como una cuchilla. Incluso mientras veía su cuerpo temblar como si estuviera a punto de caer, los ojos de Mikael permanecieron impasibles.

—Archiduque… ¿C-cuál es el problema…?

El hombre apenas pudo hablar con voz temblorosa. Era un titiritero, uno de los miembros del circo que habían robado el dinero de Yuri el otro día.

Después de regresar a la mansión ese día, sin que Yuri se enterara, había ordenado a Caleb reportar que un crimen a gran escala se había cometido en el Circo Maravilla, para que pudiera ser investigado profundamente.

En particular, tomó nota del mal comportamiento que habían tenido con él, y enfatizó que no podía dejar pasar este incidente.

De hecho, no se debía a lo que le hicieron a él, sino a Yuri. Sin embargo, como Yuri no era un noble, no tenía una justificación para acusarlos de “insultar a la nobleza”. Por ello no tuvo más opción que enfatizar cómo se habían comportado con él.

—Escuché que todos aquellos que conspiraron contigo fueron detenidos. Tal vez algunos tendrán sus palmas cercenadas y a otros les volarán la cabeza.

—...Lo lamento, lo lamento, Archiduque… P-Por favor, tenga piedad…

Ante las palabras de Mikael, el titiritero tembló y cayó al suelo. Suplicó, inclinando la cabeza hasta que su frente tocó la tierra.

—¿Quieres vivir?

—Sí, ¡sí! P-Por favor…

—¿Y tú pandilla también?

—Sí, s-si es posible, por favor… Es el único lugar que me aceptó siendo un huérfano. T-Todos están sobreviviendo duramente… Lo siento, n–no lo haremos de nuevo…

—Si actúo con indulgencia, puedo dejar que el asunto sea solucionado con azotes. Cuántos también dependerá en lo generoso que sea.

—Por favor, por favor. Archiduque, si realmente me hace este favor sólo una vez, no lo haré de nuevo. Archiduque, por favor…

El hombre que vió la luz de la esperanza empezó a suplicar con mayor fuerza.

Más tarde esa noche, los guardias llegaron y la compañía cirquera fue disuelta. Mientras era detenido, pensó que iba a morir. Mientras estaba en la prisión y esperando el juicio, no tuvo esperanza.

Mientras tanto, el hombre dijo que tenía un lugar al que ir en la mañana y fue llevado a algún lugar por los oficiales de la prisión.

Al principio, se lamentó amargamente porque sabía que la pena de muerte había sido confirmada y estaba siendo guiado hacia el lugar de ejecución.

Sin embargo, se detuvo frente al Archiduque Orlov.

De hecho, incluso en este punto, recordaba las palabras “disposición inmediata” que el Gran Duque había dicho el otro día, y sabía que moriría frente a él.

Pero no podía evitar abrir los ojos con anticipación, esperando poder irse con alguna indulgencia.

Por supuesto, el flagelo también sería terriblemente doloroso, pero era cien veces mejor que tener sus manos cortadas o morir. Además, si lo hacía bien, el número de azotes podría ser reducido al mínimo posible.

—Okay, pero hay una condición. Si la cumples, seré tan indulgente como sea posible para minimizar el castigo que recibirás.

—¡G-Gracias! ¡Gracias! ¡Haré lo que sea! Lo que sea, ¡con tal de recibir indulgencia!

—De acuerdo.

En respuesta a sus palabras, Mikael asintió con la cabeza sin inspiración.

—¿Cuál es tu nombre?

—S-Soy Hans.

—Bien, Hans. No lo diré dos veces, así que escucha con atención.

—¡Sí, sí! ¡De acuerdo!

El hombre llamado Hans hizo su mejor esfuerzo para escuchar las palabras de Mikael. No sólo por su vida, también por la vida de sus compañeros de trabajo, dependían de sus palabras. No olvidó repetir una y otra vez lo que dijo, para no olvidar las palabras de Mikael.

Después de que pasó algún tiempo, alguien llamó a la puerta de la oficina.

—Archiduque, soy Caleb.

—Entra.

El visitor era Caleb. Pensó que venía a trabajar como era usual, así que no lo vió como un asunto importante, pero apareció empujando una caja que tenía su mismo tamaño.

—Hans, vete. No olvides lo que dije.

—¡S-Sí! ¡De acuerdo! ¡Gracias! ¡Gracias!

Hizo una reverencia como si fuera a golpear el suelo varias veces y dejó la oficina.

Caleb saltó hacia Mikael tan pronto él desapareció.

—¿Quién es ese? Oh, no, ¡más importante! ¿Por qué demonios me envió esto a mí? ¡Pensé que iba a morir cargando esto!

—¿Entonces debía enviarlo a mi casa?

—...E-Eso…

—No podemos envíar un paquete de muñecas a la residencia Orlov, ¿o sí?

—¡Pero no puede enviarlo a mi casa! Incluso si lo hace, al menos dígame antes. ¿Sabe lo sorprendido que estuve?

—¿Te sorprendiste? Deben ser muy adorables.

—No sólo una o dos, ¡es desagradable! ¡Pensé que había terminado en algún lugar del infierno de muñecas! De todas formas, con eso dicho, ¿por qué demonios ordenó tantas muñecas?

Caleb preguntó incomprensiblemente. Entonces, Mikael explicó la razón para comprar tantas muñecas con una expresión calmada.

Traducción: Arkonte.

Inicio Detalle del manga