La Emperatriz Se Volvió A Casar Novela capítulo 68

Últimamente tenía la sensación de que alguien me estaba siguiendo. Sabía exactamente quién era.

Era Rashta. La concubina de mi esposo.

—Muy bien. Entonces el concepto del baile será un baile de máscaras.

—Fue muy bien recibido durante el reinado del emperador anterior, así que estamos seguros de que todos se divertirán.

—Pero con todos cubriéndose el rostro, la seguridad debe ser…

Hesité.

—¿Majestad? ¿Qué sucede?

—exhaustiva.

El ministro de Cultura me miró con una expresión confundida. Giré la cabeza y me disculpé por mi rudeza.

Había visto a Rashta por el pasillo. Ella no me miraba, pero podía verla hablar con sus sirvientas.

—…

Este comportamiento había estado ocurriendo durante días. No era dañino, pero me molestaba sutilmente. Cuando miré de nuevo a Rashta, el ministro me observó y habló con cautela.

—Majestad, ¿Quiere decir algo sobre la señorita Rashta?

—¿No estaba aquí ayer?

—Sí, lo estaba.

Miró alternativamente entre mí y la otra mujer. Mordí mi labio. Ayer, cuando estaba trabajando en otra tarea, ella estaba cerca. Era la misma situación con otro ministro dos días antes. A los ojos de los diferentes ministros, parecía un encuentro breve, pero desde mi punto de vista no era una coincidencia.

Tan pronto como seguí observándola, el ministro de Cultura soltó una risa.

—Escuché que ha estado por aquí, pero no se preocupe demasiado, Majestad. Ella es solo una concubina de baja cuna y aún no sabe la etiqueta real, pero mejorará.

Si me preocupaba por alguien que me estaba acechando, ¿Por qué eso me hacía la excesivamente sensible? Me ofendió su intento de tranquilizarme, pero lo disimulé.

—Vaya ahora.

El ministro caminó por el largo pasillo, aún mirando entre mí y Rashta. Esperé unos momentos hasta que finalmente desapareció, luego le pedí a Sir Artina que trajera a Rashta. Ella seguía fingiendo conversar con sus sirvientas y me miró sorprendida cuando el caballero se acercó a ella. Tras un momento de duda, caminó hacia mí.

—¿P-por qué llama a Rashta?

Rashta se acercó con el rostro asustado, mientras sus dos sirvientas la flanqueaban. No había necesidad de perder tiempo con conversaciones innecesarias, así que fui directo al grano.

—¿Por qué me sigues?

—¿Qué?

—No digas que no lo has hecho. Te he visto rondando durante los últimos días.

—Ah…

Rashta se sonrojó y retorció sus dedos. No podía verlo, pero imaginaba que también estaba moviendo los dedos de los pies. Sus sirvientas miraban alrededor con expresiones asustadas, como si fuera a gritar por la más mínima provocación. Ordené a las sirvientas que se alejaran, ya que estaban haciendo que la atmósfera fuera incómoda, y se alejaron vacilantes.

—Bueno…

Rashta habló con voz cautelosa.

—El Duque Elgy dice que es una Emperatriz típica.

—¿?

—Rashta no es de la nobleza, y hay muchas cosas que no sé. A veces las cosas no tienen sentido, incluso cuando el Barón Lant me las explica…

—¿Y?

—Entonces quiero aprender de usted, Majestad.

—…

Rashta me miró con ojos implorantes.

—Quiero ser como Su Majestad la Emperatriz. Pero… no creo que quiera enseñarme etiqueta… así que quería aprender de lejos.

Ya sea que se diera cuenta o no, había dicho algo correcto. No le enseñaría etiqueta.

—Si quieres aprender, dile al Emperador o pídele a la Vizcondesa Verdi que te enseñe.

Rashta se estremeció cuando se mencionó el nombre de la Vizcondesa Verdi. Aunque la Vizcondesa era su dama de honor, parecía que no estaban bien en estos momentos.

—Lo que quiero ser es como usted, Su Majestad. El Duque Elgy dijo que es la Emperatriz perfecta.

—Y por eso quieres seguirme.

—No la molestaré, así que ¿Por qué no finge no verme? Yo estaré a una distancia y usted no me notará. ¿Qué le parece?

—No te habría llamado si no te hubiera notado.

—Seré más cuidadosa.

De repente recordé el momento en que Rashta imitó la forma en que hablé frente al Gran Duque Kapmen y los demás invitados en el banquete especial de Año Nuevo. El recuerdo me heló la espina dorsal. No era moralmente incorrecto que intentara observarme y aprender de mí, y como esclava fugitiva probablemente quisiera ascender en las élites. Sin embargo, odiaba a la mujer que me había robado a mi esposo e imitaba mis modales.

—No sé por qué tuviste esa idea, Rashta.

—¿?

—Sovieshu está enamorado de ti, y eres completamente diferente a mí.

—¡¿?!

—También tienes la amistad del Duque Elgy. ¿Por qué crees que necesitas seguirme?

Después de haberme esforzado por ser educada con ella todo este tiempo, ya no tenía más paciencia para la cortesía.

—Si me sigues sin que lo note, no podré detenerte. Pero si te veo con mis propios ojos, les diré a los caballeros que te saquen. Así que no te acerques a mí.

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Durante los siguientes días, fue como si Rashta realmente fuera invisible. Aunque aparecía de vez en cuando, la frecuencia con la que lo hacía disminuyó notablemente. Para un observador externo, podría parecer que estaba reaccionando en exceso a ella, pero ella evitaba sabiamente acercarse a mí y no hubo necesidad de enviar a un caballero a que la sacara de mi presencia.

Pero no me sentía mejor.

El tiempo pasó, y finalmente llegó el día del baile público. Era un baile al que podían asistir todas las personas, independientemente de su estatus social. Los plebeyos y los nobles solo se encontraban en pocas ocasiones. Cuando la percepción pública de los nobles bajaba, la corte imperial organizaba un baile para mejorar la aprobación. Aunque el ambiente no estaba mal bajo el mandato de Sovieshu, aún era importante mantener la buena voluntad, y lo que elegí para facilitar esto fue un baile de máscaras.

Llevaba un vestido completamente hecho de tela roja brillante y una máscara blanca con plumas en mi rostro. Mi identidad como Emperatriz no quedaría oculta ya que estaría entre mis guardias de todos modos, pero aún quería vestirme acorde al espíritu de la ocasión.

—Todos quedarán asombrados.

—Ojalá usara este color todo el tiempo, Majestad. Su tono de piel combina muy bien con este tono de rojo.

—No se sorprenderán. Habrá todo tipo de hermosos disfraces en el baile de máscaras.

—Pero es difícil llevar un color tan fuerte como este, Majestad.

—¿Eso es un cumplido?

—Hmm…

Entré al salón de baile intercambiando bromas ligeras con las damas de honor, pero pronto resultó que sus bromas eran demasiado literales. Poco después de entrar al salón, todos quedaron asombrados con mi vestido.

—Majestad…

No era el tipo de asombro que las damas de honor esperaban.

Traducido por: Valiz

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