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La Emperatriz Se Volvió A Casar Novela capítulo 19

Después de nuestro paseo juntos, regresé al palacio occidental. La condesa Eliza me estaba ayudando a cambiarme de ropa, cuando de repente exclamó:—¡Oh!

—¿Qué pasa?

La condesa Eliza estaba sonriendo en la ventana. Seguí su mirada y vi a Reina sentada en el alféizar. Eso era normal, pero hoy estaba de espaldas a nosotros. La condesa Eliza soltó una risita.

—Ha venido volando, pero cuando te ha visto cambiarte, le ha entrado el pánico y se ha dado la vuelta.

—¿Reina?

—Ese pájaro es muy listo, Majestad. Como un caballero.

Cuando terminé de vestirme, me acerqué al pájaro, pero Reina seguía dándome la espalda. Ladeó la cabeza cuando me acerqué, pero no se volteó. Le hablé con voz suave.

—Ya estoy vestida.

Le pellizqué el trasero emplumado, y él giró sobre sí mismo y frotó su frente contra la mía.

—¿No miraste porque te daba vergüenza?

Reina asintió con la cabeza. Realmente parecía inteligente. Sin embargo...

—¿Has venido hoy con prisa? ¿Por qué estás cansado?

Reina parecía agotado de su viaje cuando llevó la primera nota, pero después de que su dueño llegara al palacio, parecía estar más tranquilo. Sin embargo, hoy parecía agotado de nuevo, como si tuviera prisa.

Reina tanteó un poco y luego extendió la pata con otra nota. Le acaricié la cabeza y saqué el trozo de papel.

“¿Me estás buscando?”

Reina ladeó la cabeza y se quedó mirando. Luego fue a beber un poco de agua, sin dejar de mirarme. Pasó un largo rato antes de que por fin contestara.

“Por supuesto ¿Y tú?”

Reina se sacudió el agua del pico y luego voló hacia mí. Miró la nota y luego me dio un ligero golpecito en el brazo con las alas, como si quisiera reprenderme por mi mentira. Era tan adorable la forma en que reaccionaba a mis cartas, y volví a acariciarle el pico.

༺♡༻

Por fin empezaron las celebraciones de Año Nuevo.

Los fuegos artificiales brillaban en el cielo por la noche y la gente reía y charlaba por las calles durante el día.

Aunque llevaba mucho tiempo viviendo en el palacio, la imagen que aún me venía a la mente al pensar en el Año Nuevo era la animada fiesta previa al matrimonio.

Abrí la ventana, dejando que el aire fresco pero húmedo de la mañana me hiciera cosquillas en la nariz. Inhalé y exhalé profundamente, luego cerré a medias la ventana y toqué el timbre que había junto a mi cama. Al cabo de un momento, entró la condesa Eliza, vestida de forma más extravagante que de costumbre.

—Hoy estarás bastante ocupada.

La condesa me sonrió, luego sacó rápidamente del armario el vestido que había preparado. Mi madre me había regalado el vestido, una preciosidad adornada con perlas blancas y recubierta con capas de encaje níveo que le daban volumen a la falda. Mi madre no me lo dijo directamente, pero yo sabía que estaba preocupada por mí después de los rumores sobre Rashta.

—Es el primer día, así que todos debemos arreglarnos. En un evento como este, uno debe lucir colorido, pero un color demasiado fuerte se vería de mal gusto. En cambio, es mejor resaltar la imagen de la reina.

Me explicó que el concepto era “La Reina de las Nieves”, y luego me instó a levantarme y lavarme la cara. Tras deslizarme en el agua perfumada del baño y recibir un masaje, la condesa Eliza me lavó el pelo y me puso un ligero maquillaje para que mi piel pareciera más tersa. Me ayudó a ponerme el vestido blanco y me adornó el pelo con más perlas. Me calcé los zapatos blancos, y pronto fue realmente como si viniera de un país de nieve.

—Está usted muy guapa, emperatriz. No lo digo sólo porque sea usted.

—Gracias, condesa Eliza.

La condesa Eliza parecía querer hablar más, pero en lugar de eso sonrió en silencio. Tal vez estaba a punto de decir algo como: —Sovieshu quedará impresionado cuando te vea.

Comprobé por última vez el horario sobre mi escritorio y me dirigí hacia el palacio oriental. A partir del segundo día no importaría, pero el primero era obligatorio que el emperador y la emperatriz entraran juntos en el primer gran banquete.

Encontré a Sovieshu esperándome fuera. Me sonrió amablemente y me tendió el brazo para que lo cogiera. Pensé que estaría más disgustado y añorando a su amante, pero no noté tal cosa en su expresión. Fue sorprendente, pero le cogí del brazo y caminamos hacia el gran salón de baile.

Las puertas del salón estaban abiertas de par en par. Cuatro guardias, vestidos con espléndidos uniformes imperiales, se situaron a cada lado de la puerta, y uno de ellos golpeó la puerta al vernos a Sovieshu y a mí. Un oficial hizo sonar la trompeta, y el ruido en el salón se calmó.

Di unos pasos con Sovieshu a mi lado, y una enorme escalera se extendía desde nuestros pies hacia una enorme sala salpicada de los coloridos trajes de los invitados. Sovieshu levantó la mano y todos se inclinaron al mismo tiempo. Observé a la multitud, cuando algo que vi hizo que mis manos se apretaran involuntariamente.

Cerca del centro del salón de baile estaba Rashta rodeada de nobles extranjeros.

[Traducido por: Yves  ૮ ˙Ⱉ˙ ა ]

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