La Emperatriz Se Volvió A Casar Novela capítulo 14

Volví a mi palacio tras terminar mi trabajo, y me puse ropa cómoda con más rapidez de lo habitual. Sentía que la cabeza me palpitaba, posiblemente por la constante sensación de que algo me molestaba. Poco a poco empezaba a entender las palabras de mi madre: “No formes parte de los asuntos del Emperador y su concubina”.

Pero madre, aunque intente no darle importancia, sigue apareciendo delante de mí.

—Condesa Eliza.

—Sí, Majestad.

—Me preguntaba si mi madre... no, no importa.

—¿Quiere que traiga a la Duquesa Troby?

—No, está bien. La veré en Año Nuevo de todos modos.

—Debería hablar con la Duquesa si se siente incómoda, Su Majestad.

El consejo probablemente me tranquilizaría. Pero si hablaba con ella, la mente de mi madre sería un camino espinoso a partir de entonces, y no quería agobiarla con mis problemas. Ella ya pensaba en mí todo el tiempo.

Lo guardaré para mí por ahora. Se lo diré más tarde. Madre debe haber oído hablar de Rashta de todos modos.

—Lo haré. Ah, ¿Lady Laura está bien?

—Sí. Quiere volver a palacio lo antes posible.

—Dile que puede volver cuando quiera. Preferiblemente antes de Año Nuevo. De esa manera, la gente no hablará.

—Sí, Majestad.

Hablar de Laura me hizo echar de menos su brillante energía. La condesa salió un momento de la habitación, y yo me desabroché las joyas del pelo y las coloqué sobre la cómoda.

“Hoy me voy a acostar un poco antes”.

Decidí saltarme la cena y, en lugar de eso, me senté en el escritorio y abrí mi cuaderno.

Se oyó el chasquido de la puerta detrás de mí, pero no volteé, pensando que era la Condesa. Sin embargo, la presencia se mantuvo en silencio a mis espaldas. Eso no era lo que haría la Condesa. Mientras mojaba la pluma en el tintero, fruncí el ceño y decidí voltearme.

—¿Su Majestad?

Para mi sorpresa, era Sovieshu quien estaba detrás de mí. ¿Cuánto tiempo hacía que mi marido no venía al palacio occidental? En lugar de alegrarme por su presencia, lo miré con ansiedad. Seguro que iba a ser otra conversación difícil con él.

—¿Puedo ayudale, Majestad?

—¿Por qué la gente cambia tanto?

Por supuesto que iba a ser otro encuentro incómodo. Tuve un terrible presentimiento, y me pregunté si tendría algo que ver con Sovieshu en mi habitación.

—¿Cambiar?

—Me enteré de las cosas malas que le dijiste a Rashta.

Rashta. Una simple mujer pequeña. Pero su nombre y su presencia se pegaron obstinadamente a mis pies dondequiera que fuera.

—¿Qué dije?

—Dijiste que tomaría otra concubina después de ella.

—En vez de tratar de ser amistosa conmigo, le dije que fuera amistosa con otra concubina cuando viniera.

Sovieshu me dedicó una mirada que nunca antes había visto, su semblante expresaba sorpresa pero también rechazo.

—¿Dije algo malo?

—¿Tienes que ser tan cínica? Has cambiado tanto.

—¿He cambiado? A mis ojos, es usted quien ha cambiado, Majestad.

—¡Emperatriz!

—¿Cuántas veces tengo que repetir que no quiero involucrarme contigo y tu concubina? Sin embargo, lo único que hace es recurrir a mi para hablar de ella. Si usted y la Srta. Rashta me dejaran en paz, no sería tan cínica.

—¡Tuve que venir porque era necesario! Si no le hubieras dicho esas cosas a Rashta, no habría venido.

—¿Acaso el antiguo emperador trataba los asuntos de la condesa Sophie con la emperatriz de aquel entonces?

Sovieshu palideció cuando saqué el tema de la amante favorita del antiguo emperador.

—No sabía que fueras tan cotilla.

Paseó la mirada por la habitación.

—Esta habitación está llena de muebles preciosos, y puedes comprar lo que quieras. Eres cruel con alguien que ha vivido su vida lastimosamente.

Los ojos de Sovieshu se llenaron de decepción.

—También fuiste súbdita de la emperatriz antes de ser mi concubina. ¿No sientes pena por ella?

—Sí.

En cuanto dije esa sola palabra, me flaquearon las piernas. Me agarré del tocador para evitar que mis piernas flaquearan, y fue entonces cuando la condesa Eliza entró en la habitación y corrió hacia mí. Me abrazó con cuidado y me consoló entre sus brazos.

༺♡༻

—¿De verdad? ¿El Emperador se enfadó con la Emperatriz por culpa de Rashta?

—Creo que sí. Gritaban con todas sus fuerzas.

Cherily esbozó una sonrisa amarga, y Rashta se cubrió la cara con ambas manos

—Vaya... el Emperador es increíble...

La otra criada, Kisu, continuó la historia.

—No sólo eso, sino que declaró un estricto castigo a cualquiera que haga correr el falso rumor de que eres una esclava fugitiva.

Los rostros de las dos criadas se desdibujaron tras las lágrimas de Rashta.

—El Emperador te quiere de verdad, señorita Rashta.

—Sí...

—Bueno, ¿cómo podría alguien no amar a alguien tan hermosa e inocente?

—El Emperador y Rashta son como los amantes de los cuentos de hadas.

—Realmente es como un cuento de hadas.

Rashta inclinó la cabeza y movió tímidamente los dedos de los pies.

—Rashta está tan feliz estos días. Me siento como si estuviera soñando todos los días.

No estaba preparada cuando, un momento después, tres criados entraron en la habitación para entregarle una gran silla columpio. Su humor se animó aún más.

—¿Esto es...?

—Este es un regalo del Emperador para Rashta. Dijo que puedes sentarte aquí sin tener que ir al palacio.

A diferencia de la silla nido del palacio occidental, los accesorios y adornos de esta silla estaban hechos de joyas, oro y plata. Los cojines y almohadones rellenos de plumas estaban hechos del material más fino y eran celestialmente suaves. Rashta estalló en lágrimas de alegría e intercambió miradas felices con sus doncellas.

[Traducido por: Yves  ૮ ˙Ⱉ˙ ა ]

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