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Regresión Inútil Novela capítulo 48

—¿Qué clase de estupidez es esa? ¿Cómo se supone que haces eso?

—Ugh…

Ella le explicó con cuidado cómo usar la telepatía. Él lo intentó basándose en eso, pero no funcionó. No tenía suficiente fuerza interna.

Así, aprendió varias cosas de ella. Cuando usaba la Nube Amatista, ella también le daba consejos sobre cómo usar la fuerza interna.

En realidad, la razón principal por la que no terminó los Altos Cielos en un mes fue porque pasó demasiado tiempo enseñándole a Sungmin. Sungmin abrió los ojos después de meditar.

—¿Por qué haces tanto por mí?

Sungmin preguntó. Mientras él practicaba la Nube Amatista, Wijihoyun estaba en la esquina de la cama arreglando el manual de los Altos Cielos. Ella se giró.

—¿De verdad no lo sabes? Es porque…

—Amiga, no digas eso.

—No quiero verte morir.

Cambió su respuesta.

—Dijiste que yo era tu meta. No puedo dejar que mueras a manos de cualquier persona.

—¿Eso es entrometerse?

—Dilo que es preocuparse.

Refunfuñó. Dejó el bolígrafo y movió el cuello de lado a lado.

—…y no quiero dejar ningún arrepentimiento atrás. Me iré pronto.

—…arrepentimientos. ¿Qué arrepentimientos?

—Eres mi primer amigo.

Sus ojos se calmaron. Cuando tenía esa mirada, no sabía si lo hacía a propósito, pero tenía un aura que dominaba a la otra persona.

—Digamos que no fue una coincidencia, pero mis pensamientos no han cambiado. Eres mi primer amigo. Así que quiero preocuparme por ti. Por ti, por mí.

Lo había escuchado muchas veces. Ese Pequeño Pegaso en su vida pasada era alguien así. Una chica, no un chico, con una generosidad inmensa para alguien con el trasfondo de sublíder de un culto. Ella era así; intentaba mantener a alguien que había conseguido una vez.

—En un mes. El doble del tiempo que dije… pero me voy.

—¿...a dónde?

—No lo sé. Voy a viajar. Como mi yo anterior.

Ella miró a Sungmin.

—¿Y tú?

—¿Yo? Yo… conseguiré la poción e iré a la siguiente ciudad.

Behengeru. Una ciudad que estaba a unos cuatro días de aquí. Había sido mercenario allí.

—Ya veo. ¿Cuándo nos reuniremos?

Ella inclinó la cabeza.

—Si me voy en un mes, estaré vagando por unos años. Luego estaré en donde quiera estar. Tú y yo no nos encontramos en trece años.

—Estábamos en lugares diferentes.

—¿Qué te parece en diez años?

Dijo ella.

—Iba a decir trece años, pero como no sabes lo que pasó después, creo que es mejor si nos encontramos antes. Digamos diez años. Tú elige el lugar. No conozco este lugar.

—Tobes.

Respondió de inmediato.

—Es una de las ciudades más grandes y modernas de Eria… podemos encontrarnos allí. ¿Cuál es la fecha?

—14 de marzo.

Ella abrió la boca.

—Es mi cumpleaños. No lo olvidaré. Recuérdalo. 14 de marzo en diez años. Tú y yo nos reunimos en Tobes.

Ese plan de encuentro fue elegido para dentro de diez años. Le dio un objetivo a Sungmin. No moriría antes de eso. No debía morir. No, pero tampoco bastaba con simplemente sobrevivir.

Debía hacer de su meta acercarse más a ella. No sería alguien meramente de primera categoría. Más allá de eso, tenía que llegar mucho más lejos.

Tenía muchas metas en su nueva vida.

Una era conseguir todo lo que pudiera usando sus experiencias pasadas. El Esqueleto Marcial. Los Cielos Genuinos. La poción. Eso no era todo. Había otras cosas que aún debía obtener.

La segunda era sobrevivir.

La tercera era Wijihoyun. Ser más fuerte que ella… nunca lo había pensado. Había demasiadas cosas en las que eran diferentes.

Pero, esa era su meta.

Dos semanas después, ella terminó los Altos Cielos. Cambió la dificultad e incluyó el inicio de Persecución del Alma.

Lo había terminado, pero aún no se iba.

—Dije que me iría en un mes, así que te enseñaré los Altos Cielos durante dos semanas.

Así que Sungmin fue instruido en los Altos Cielos durante dos semanas. Luego, pasaron dos semanas más.

Sungmin y Wijihoyun estaban parados uno frente al otro detrás de la posada de Jack. Ella se iba hoy. Los 100,000 erie para la tarifa de la posada. Sungmin también le dio eso. Llevaba puesta la ropa de artes marciales, la bolsa de Jack y comida para el viaje. Ninguna arma. No usaba armas.

—Te daré veinte segundos.

Dejó la bolsa en el suelo. Una pelea. Wijihoyun la propuso primero. Él no la rechazó.

Conocía el resultado. No había forma de que pudiera ganar en este punto. El resultado no cambiaría aunque tuviera los primeros veinte segundos. No importaba cuántas estocadas diera con la lanza, ni siquiera lograría herirla.

Lo sabía, pero estaba allí.

Quería ver la habilidad de Wijihoyun.

Traducido por: Valiz

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