Cómo Sobrevivir Como La Esposa Del Duque Monstruoso Novela capítulo 143

[Traductor: Mayu]

¿Significaba eso que los Yester habían existido de algún modo cuando hacía calor en esta región?Aden se quedó pensativo.

En la región invernal, la atención se centraba siempre en la supervivencia, no en el estudio de la historia. Casi nadie se planteaba preguntas sobre el pasado, y Aden no era una excepción. Aun así, tenía momentos en los que le asaltaba la curiosidad.

Y cada vez que pensaba en descartar esas preguntas, descubría que el conocimiento que ofrecían era importante. Aden ya no podía pensar sólo en sobrevivir en la región invernal. Costara lo que costara, por duro o sangriento que fuera el camino, volvería a traer el verano a esta tierra.

Por Ilyin.

“Retirémonos”, dijo. La zona era demasiado abierta y estaba demasiado al norte para que Delrose pudiera aprovecharla, de todos modos. Si no fuera por los Yester, incluso los monstruos no tendrían ningún uso para este lugar y sus feroces vientos. Y mientras destruyeran todas las lecturas, los Yesters no volverían pronto.

A dónde irían ahora los Yesters, se preguntó. Dibujó un mapa de la región invernal en su mente y lo estudió detenidamente mientras volvía hacia Biflten. Más que nada, estaba ansioso por contarle a Ilyin la victoria que habían obtenido hoy.

***

“Está sangrando demasiado”, dijo Ves. El médico de Delrose parecía más pálido que Ilyin en ese momento, no por la pérdida de sangre, sino por el estado de su señora.

Con su débil resistencia, la Señora no podría soportar este tipo de hemorragia durante mucho tiempo. Era fundamental que la detuvieran.

“¡Traigan más vendas!”, gritó. Ya habían utilizado varias para tratar de detener la hemorragia, pero habían pasado del blanco al rojo negruzco mientras las heridas de su Señora seguían manchándolas de sangre.

“Esta es la última de las hierbas que compramos en la región cálida”, dijo una criada desde el otro lado de la puerta.

Como siempre, las criadas del séptimo piso se movían por la mansión. Después de que Vas corriera apresuradamente hasta ese piso, los rumores empezaron a extenderse rápidamente entre ellas.

Algo le había ocurrido a la Señora de Delrose.

Ninguno de ellos sabía aún cuál era el problema, pero en cuanto vinieran a llevarse esas vendas sucias, la verdad se extendería como la pólvora.

“Esto es…”, empezó a repetir la criada.

“¡Prepáralo y tráelo!” Ves espetó.Candin, la hierba para restaurar la resistencia. Era bastante común en la región cálida, pero se secaba tan rápido que era difícil de almacenar. Era casi imposible encontrarla en la región invernal. Lo poco que tenían ahora era sólo porque Milo enviaba regularmente gente a comprarla a la región cálida.

Volvió a comprobar el estado de Ilyin. La Señora seguía inconsciente, pálida y respirando entrecortadamente. Ni siquiera Milo conocía aún su estado, nunca podría haber imaginado que esto fuera posible.

La Señora de Delrose había sido atacada en el séptimo piso de la mansión, en su propia habitación. En lo que debería haber sido el lugar más seguro del mundo para ella. El Duque de Invierno regresaba a una mansión congelada por el miedo.

***

Emil, de los caballeros de Delrose, estaba tan pálido como Ves.

“Examiné la herida con Ves”, dijo. Emil estaba con Etra, que había notificado a la orden de caballeros el estado de Ilyin y les había aconsejado que aumentaran la seguridad en torno a la mansión.

“Igual yo”, dijo Etra. Ninguno de los dos había pensado cuando hablaron antes que volverían a estar juntos tan pronto. “Esa no era una herida hecha por un arma humana.”

Los caballeros conocían bien las heridas causadas por espadas, dagas, flechas y todo tipo de armas. Etra conocía las formas y marcas de demasiadas armas como para contarlas, y la herida de Ilyin no había sido causada por ninguna de ellas. Se miró la mano.

“Era una herida causada por una garra”, dijo Emil.

“Estabas pensando lo mismo”, respondió ella, ladeando la cabeza. Emil asintió. “Pero no parecía la garra de ningún monstruo.”

Emil volvió a asentir, como pidiéndole que continuara.

“Ni los Mollys ni los Yesters podrían hacer ese tipo de marca”, dijo ella. “Ellos… hacen una herida más profunda y ancha. Los otros tres monstruos son iguales.”

Los Mollys y Yesters eran los monstruos más bestiales, cosas que usaban sus garras como arma principal. Pero la herida en el estómago de Ilyin era diferente.

“Creo que más bien parece hecha por las largas uñas de un humano muy fuerte”, dijo. Pero no se imaginaba cómo. La puerta de Ilyin estaba bien cerrada y Etra había estado en la habitación contigua. Si hubiera habido algún sonido, incluso algún movimiento en aquella habitación, era imposible que Etra no se hubiera dado cuenta.

Miró hacia las escaleras.

“La Señorita de Mille se hospeda en el sexto piso, ¿verdad?”, preguntó.

“Sí, pero los caballeros están de guardia”, respondió Emil.

Y el Setoze, el objeto divino de Mille que oculta una presencia, seguía en poder de Ilyin, pensó. No podía haber sido Rippo. Y la herida en el estómago de Ilyin no podía haber sido hecha por las uñas cuidadas de Rippo - o sus delicados brazos. Pero entonces, ¿quién podría amenazar a la Señora Delrose en su propia habitación?

“Una cosa es cierta”, dijo. “Tenemos que contactar con Milo de inmediato.” Necesitarían másCandinde la región cálida, y lo más rápido posible. Pero eso significaba cruzar Biflten en abril, y sin el Duque de Invierno.

No había nadie adecuado para esa tarea. Nadie acostumbrado a viajar solo que pudiera manejarse si se cruzaba con monstruos. Por no hablar de alguien en quien Milo pudiera confiar sin un documento con el sello de Aden.

“Creo que tengo que irme”, dijo Etra con inquietud. No le gustaba la idea de estar lejos mientras Ilyin estaba en peligro. Pero si no traía másCandin, el peligro era aún mayor para Ilyin. Las hierbas de la región invernal no serían suficientes para una persona más suave de la región cálida como ella.

“Por supuesto”, dijo Emil pesadamente.

Etra no podía perder a la Señora de los Delrose. Tanto a la mansión como al señor de Biflten les había llegado por fin la luz del sol, y eso era algo que estaba dispuesta a salvar sin importar el precio.

Y haré que el responsable de esto lo pague caro, pensó mientras se daba la vuelta y se alejaba.

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