Cómo Sobrevivir Como La Esposa Del Duque Monstruoso Novela capítulo 124

[Traductor: Mayu]

“Por supuesto”, dijo, asintiendo. Pero por mucho que Delrose quisiera protegerla, por mucho que Den quisiera mantenerla a salvo, ella sentía lo mismo por ellos. Protegería a Delrose con todas sus fuerzas.

Si todo iba según lo previsto, todo iría bien. Pero Ilyin sabía bien que las cosas no siempre salían según lo planeado. Al igual que la previsión que había cambiado.

Ella quería que la previsión se equivocara esta vez. No le importaría ser el hazmerreír, una Duquesa tonta que convocó un refuerzo sin motivo. Siempre y cuando Delrose estuviera a salvo.

Pero ella sabía que, a menos que tuviera otro sueño, la previsión nunca se equivocaba. De un modo u otro, se cumplía. Al menos no había mostrado a los Yester atacando a Aden y a Delrose.

Podemos detenerlos, pensó Ilyin mientras miraba por la ventana.

“Te lo prometo, Emil”, dijo.

No les quedaba más tiempo.

***

La mansión se agitó estrepitosamente ante el repentino movimiento de Delrose.

“¿Qué está pasando?”, dijeron las criadas de otras casas al asomar la cabeza. Las criadas de Delrose las alejaron, pero no pudieron evitar que el rumor de la marcha de Delrose se extendiera por la mansión. Sobre todo porque tenía una vanguardia tan extraña.

Dentro de la mansión, Etra hizo sus preparativos para partir en la habitación de Ilyin. Ella se colocó al lado de Ilyin.

“Uf”, dijo Ilyin, calmando su respiración. El corazón le latía con fuerza. Pronto, un pequeño fuego se encendió frente a ella.

“¿Se encuentra bien, señora?” preguntó Etra.

“Sí.”

Acercó el fuego con cuidado a una lámpara.

“Si se complica demasiado, deberá apagarlo.”

“Entonces vete tan rápido como puedas para que eso no suceda”, respondió Ilyin, sonriendo mientras abría la puerta. Ella no se atrevía a ir por delante de su Señora, así que Ilyin se apresuró a pasar primero y Etra la siguió a la salida.

“¿Por qué se llevan esa lámpara?”, preguntaron algunas criadas de Nos Azul al contemplar la lámpara en la mano de Etra.

“Se apagaría rápidamente con este tiempo”, respondió Etra, sabiendo que las doncellas de Nos no sabrían la verdad sobre el fuego eterno.

Los rumores resonaban por los pasillos a su paso:

“Se dirigen a Elo Brillante.”

“¿ Su Majestad no está ya en Elo?”

¿Quién estaba al mando del ejército, se preguntaban? Después de todo, el maestro de Delrose y el Gran Maestro estaban fuera. Eso significaba que sólo había una persona en la mansión que podía dar tales órdenes. Todas las miradas se dirigieron a la Señora de Delrose.

“Tal vez la Señora ordenó…”, dijeron en susurros.

Ilyin salió a despedir a los caballeros vistiendo el paño de Nos Azul, con el semblante serio.

¿Era realmente ésta la decisión correcta para Delrose? Los ojos de las otras tres casas los siguieron. Pero nadie ofreció ayuda. Todos se limitaron a mirar: era asunto de otros, de otra casa y otro territorio.

Pero a los Delrose no les importaba. El señor de los Delrose era el señor de Biflten, el duque de esta región invernal, pero ellos sabían mejor que nadie que no podían contar con la ayuda de las otras tres casas. Sería peor si la pidieran.

“¿De verdad estarás bien?” preguntó Emil a Ilyin, aunque él también se preguntaba:¿Estaría bien? ¿Era ésta la decisión correcta?Si la previsión era correcta, por supuesto, lo correcto era ir a salvar al maestro. Él era la prioridad, más que los humildes caballeros de Delrose y los moribundos de Elo. Por el bien de Biflten, tenían que salvarlo. A pesar de lo que pensara de la visión de futuro, no podía ignorar la posibilidad de que el maestro estuviera en peligro.

“Señora, podríamos ir y encender un fuego nosotros mismos”, ofreció.

“¿Con esa nieve?” Ilyin se rió. Era una sugerencia amable pero ridícula.

Emil agachó la cabeza y no dijo nada.

Se dijo a sí mismo que era la elección correcta para el Maestro. Aunque la previsión fuera errónea y los Yester no estuvieran esperando en el paso, seguirán vigilando a la cansada fuerza principal a su regreso. Todo estaría bien.

Pero si los Yester estaban allí, y los caballeros Delrose, en lugar de proteger a la Señora de la casa, la dejaban usar el objeto divino, la dejaban ponerse en peligro...

No era un plan que él hubiera hecho en cualquier situación normal. Por desgracia, no era su plan, no era su orden. Era la decisión de la señora, y los caballeros de Delrose no podían oponerse. Así que lo único que quedaba era marchar y terminar este asunto lo más rápido posible.

“Vayan enseguida”, dijo Ilyin, despidiendo personalmente al caballo de Emil. Etra asintió en respuesta.

No dejaré que nadie de Delrose salga herido, pensó Ilyin, con sus labios apretados.A nadie. Ni Delrose, ni Elo si podía evitarlo.

Ilyin pensó en los caballeros de Elo. Los protectores los han traicionado. Y a Mille también. Su mirada se dirigió a la mansión, al territorio de Delrose donde se alojaba Rippo de Mille.

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