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Cómo Sobrevivir Como La Esposa Del Duque Monstruoso Novela capítulo 101

[Traductor: Mayu]

Sus ojos eran violetas, de un violeta intenso. No había pupila ni límites que ella pudiera percibir, pero de algún modo podía sentir hacia dónde enfocaba su mirada: hacia Aden e Idith, cerca del territorio de Elo.

No era humano, eso le había quedado claro -su piel era blanca, su pelo platinado. Y, evidentemente, sus extraños ojos. Lo consideró un hombre porque parecía tener rasgos masculinos -incluso podía distinguir su manzana de Adán-, pero incluso a esa distancia, estaba segura de que no era humano.

De repente, sintió que sus ojos se dirigían hacia ella; apenas fue un sutil cambio en su rostro, pero no había duda de la sensación de su mirada. Sus ojos se encontraron. Un escalofrío la recorrió y se quedó helada.

Como la última vez…

Se lanzó hacia ella, a una gran velocidad. Ella cerró los ojos, y se encogió ante el impacto...

Y nada. Ni un impacto, ni un contacto, ni una ráfaga de aire al pasar. Confundida, abrió lentamente uno de sus ojos.

Él permaneció inmóvil ante ella. Parecía estar mirando a través de ella ahora, aunque estaba segura de que sus miradas se habían cruzado antes de que él se moviera.

Ahora podía observarlo más de cerca. Era delgado, y su piel blanca parecía aún más pálida de cerca, realmente carente de sangre. No, pensó, no era humano en absoluto.

Su mirada cambió ligeramente. Seguía mirando a través de ella, seguía pareciendo totalmente indiferente a ella, pero el movimiento la hizo estremecerse.

¿Fue sólo una coincidencia que sus miradas se cruzaran?

Lo miró por última vez y, convencida de que no volvería a moverse, se apartó de él, y se dirigió hacia Idith y Aden. El eco de sus voces flotaba en el aire, que parecían surgir de la nada, mientras se acercaba a ellos.

[...no hay nadie aquí.]

Se acercó a Aden. Estaba agachado, examinando el suelo.

[Parece que estuvo aquí hace un minuto.]

[Así es]

Aden alzó la mirada hacia la colina lejana. La cima estaba cubierta por la nieve, un manto blanco que ocultaba todas las líneas definitorias.

[La nieve cubrirá los rastros pronto.]

[Parece que sí.]

Aden asintió estando de acuerdo con la observación de Idith. Ilyn bajó la vista hacia lo que estaba examinando -una débil huella que ya se estaba cubriendo de nieve. Miró hacia atrás, hacia la figura blanca que seguía de pie, mirando fijamente. ¿Era su huella?

[Regresemos.]

Aden se levantó y se giró en su dirección. Parecía completamente ileso. A medida que se movía, la blancura de la nieve parecía aumentar, para luego sumirse en la oscuridad mientras el sueño terminaba.

Abrió sus ojos con un jadeo.

La habitación estaba fría. Siempre hacía frío en la mansión Biflton. Pensó que acabaría acostumbrándose, pero todavía no lo había conseguido. Seguía sintiéndolo, como un dolor sordo que nunca desaparecía del todo. Las criadas de Delrose hacían lo posible para protegerla, pero nunca era suficiente.

Parecía sentirlo más desde que el médico de Delrose, Ves, había ido a verla. “Una mujer frágil de la región cálida”, había comentado. Sin juicio en su voz, sin condescendencia. Sólo un diagnóstico imparcial, como si se hubiera referido al color de su pelo.

Esa imagen no la abandonaba. Frágil -no se había considerado así hasta que llegó a este lugar, pero ahora parecía aceptar el diagnóstico, al igual que aceptaba la incomodidad interminable del frío. No sabía si los habitantes de la región invernal eran más resistentes o si ella era la única frágil entre los de la región cálida, ya que no había otras personas de la región cálida con las que pudiera compararse.

La gruesa cortina opaca de la habitación se levantó cuando una corriente de aire especialmente frío se coló bajo ella. Normalmente, el cielo de Biflten estaba nublado, las nubes lo bastante delgadas como para poder distinguir las posiciones del sol y la luna, pero no tan delgadas como para enviar luz significativa a la habitación. Tener las ventanas cerradas con las cortinas echadas al menos evitaba la mayor parte del frío...la mayor parte. Pero ahora un viento frío que era como un cuchillo rozando su piel se colaba por la cortina.

La ventana estaba abierta. Detrás de la cortina, el viento la golpeaba en su marco con gran fuerza.

“¡Ah!”, exclamó, pues el movimiento de la cortina había atraído su atención hacia otra cosa: una figura, recortada por la luz que entraba por el borde de la cortina. Por un segundo de pánico, imaginó a la criatura de ojos violetas de su sueño antes de notar alguna diferencia. La silueta era más baja, con el contorno del pelo ondulado y una forma más femenina.

“¿Quién...?”, preguntó, con los ojos fijos en la figura justo cuando su puerta se abrió de golpe.

“¡Señora!”, exclamó Etra mientras entraba corriendo a la habitación. Su vestido se agitó, dejando a la vista sus piernas, mientras sacaba con fluidez una daga de debajo de éste.

“¡Aaaah!”, la sombra soltó un grito de sorpresa cuando las luces se encendieron de repente. Algo salió volando del intruso y aterrizó frente a Ilyn. Su mente se desconcertó un segundo antes de reconocerlo, por lo fuera de lugar que estaba de la región invernal.

“Una... ¿flor?”

La flor roja, recién cortada, reposaba sobre la manta de algodón blanco de la cama. Ella conocía esta flor, no porque fuera de la región cálida, sino porque ya la había visto antes.

“¡Etra, detente!”, dijo repentinamente.

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